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Estas son las películas más eróticas de la historia: ¿las ha visto?

El sexo puede determinar el éxito de un filme,  despertar su censura o clasificarlo como polémico.

Películas Erotismo y cine

Películas Erotismo y cine Foto: Archivo. EL TIEMPO

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El sexo produce signos de iración: “¡Vieron cuando Sharon Stone cruza las piernas en un interrogatorio con la Policía en Bajos instintos! ¡Se le ve todo!”, “¡Hay una versión europea con todas las escenas editadas de Nueve semanas y media!”, “¡Tienen que ver 9 canciones… los actores tuvieron sexo de verdad!”.
La llegada al erotismo en el cine tiene algo de curiosidad o de accidente. Lo primero es bastante común: alguien más habla de una escena o de una película y de inmediato empieza una búsqueda frenética y desesperada. Hoy se hace en plataformas de streaming o en la web; unas décadas atrás, las opciones eran las tiendas de alquiler de video (beta o VHS), donde había un cuartico aparte, con una cortina pesada a la entrada, y un letrero que decía ‘SOLO PARA MAYORES DE 18 AÑOS’. La otra opción era ir a los sanandresitos, o en un intento desesperado, encargársela a un amigo que viajara al exterior. Saciar la duda, ver una escena perturbadora en la pantalla, se tomaba su tiempo.
Lo segundo, el accidente con un feliz instante sexual, ocurre cuando pasando canales o viendo opciones en la web aparece de la nada una imagen que nos deja con los ojos desorbitados y las hormonas alborotadas.
¿Erotismo o pornografía? ¿Dónde está la línea que limita los comportamientos y que clasifican una escena o una película de un lado o del otro? Todo depende del contexto histórico y social en el que se estrenó la historia –y que la convierte o no en transgresora- y de la amplitud mental de sus receptores.
Películas Erotismo y cine

Películas Erotismo y cine Foto:Archivo. EL TIEMPO

Durante las exhibiciones de prueba de Nueve semanas y media (1986) la gente se salía de la sala. El metraje sin ediciones era un perturbador cuento sexual de sometimiento físico y emocional de parte de Elizabeth -una Kim Basinger en el esplendor de sus treintas y que se convirtió en un mito sexual gracias al filme- por parte de John –el entonces guapo y delirante Mickey Rourke-.
En Francia, la película original se exhibió en distintos cines durante varios años y se puede conseguir sin editar, pero en Estados Unidos y Latinoamérica se vio una versión sin las secuencias más descarnadas –una violación fingida, el consumo de somníferos durante el sexo, un trío con una prostituta o una en la que Basinger finge ser un hombre-. Para muchos lo que se proyectó aquí era una versión más cercana al drama romántico con erotismo de videoclip eso sí con Kim Basinger haciendo un inolvidable streeptease al ritmo de You can leave your hat on, de Joe Cocker.
¿Por qué se salían de la sala o por qué fue tan escandalosa Nueve semanas y media?, ¿Era pornográfica o erótica?, ¿Cuál es la clasificación de esta clase de películas? Felipe Aljure, director de películas como El Colombian Dream o La gente de La Universal –que arranca con una célebre escena de sexo extramarital entre Robinson Díaz y Jennifer Steffens-, opina que “cuando se encuentran las libertades de la expresión y la creación con las emociones, las fronteras se hacen móviles (…). La pornografía y el erotismo se pueden hacer humo entre los lentes de la subjetividad”.

13 minutos de sexo y mantequilla

En ese campo de grises han quedado películas polémicas como la sa La vida de Adèle (2013), que tiene una escena de sexo lésbico de 13 minutos que transcurre en una habitación. Muchos bromean que el director Abdellatif Kechiche se alzó con la Palma de Oro en Cannes ese año gracias a ese momento. Sin embargo, para las actrices Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos, que lo interpretaron, fue una pesadilla. No solamente tuvieron que aguantarse las histerias del realizador, sino que las obligó a repetir esa y otras escenas de la película cientos de veces. En una tensa rueda de prensa en aquel festival de cine francés contaron que la cosa resultó más bien “espontánea”, pues el director les pidió “que se tocasen como sintiesen que debían hacerlo”.
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Películas Erotismo y cine Foto:Archivo. EL TIEMPO

Entre el porno y el erotismo se quedan otras películas como la británica 9 Songs (9 canciones, 2004), en la que los dos actores tuvieron sexo real –y es una obviedad- al ritmo de nueve temas diferentes tocados en vivo por distintos artistas. La trama es una lánguida historia de amor y pasión entre una pareja que deja más bien lecciones de un kamasutra roquero entre dos mortales con flacidez y celulitis. En Lucía y el sexo, el director español Julio Medem también imprimió el realismo del sexo en buena parte de su relato, o Ninfomaníaca, en la que todo es ficción, pero Lars von Trier no dejó nada a la imaginación, quedan en el mismo limbo del erotismo y la pornografía.
“Me parecen insulsas, descafeinadas y microfiltradas las escenas de películas o libros como 50 sombras de Grey –asegura la escritora y periodista Margarita Posada-. Me gusta el erotismo transgresor, que muestra escenas de la vida real, como las de 9 Songs o Lucía y el sexo. Hay un toque intimista que hace mucho más verosímiles las escenas de este tipo de cine que las de la pornografía del común, pero tienen también un toque de “guarreza” que lo hace mucho más real que una de esas escenas de película hollywoodense, en que los polvos se convierten en videoclips de cuerpos perfectos con bandas sonoras sofisticadas y ambientes a media luz que poco se parecen a los polvos reales de las personas reales”.
'El último tango en París', 1972, es protagonizada por Marlon Brando y Maria Schneider. La película es famosa por tener una de las escenas eróticas más violentas del cine.

'El último tango en París', 1972, es protagonizada por Marlon Brando y Maria Schneider. La película es famosa por tener una de las escenas eróticas más violentas del cine. Foto:AFP

Punto aparte merece la escandalosa El último tango en París, de Bernardo Bertolucci, que se desdibujó como pieza angular del erotismo en la gran pantalla cuando su protagonista –la preciosa sa Maria Schneider- denunció que había sido violentada sexualmente en complicidad entre Marlon Brando y el director durante el rodaje, en aquel inolvidable y perturbador momento en el que tiene sexo anal con mantequilla como lubricante.

Depravaciones, adictos y mutilaciones

Más allá de la difusa frontera entre erotismo y pornografía en el cine, cabe preguntarse, en cambio, hasta dónde el sexo puede lograr un efecto perturbador, no solamente por el acto persé, sino por las parafilias que representa.
“Una sociedad que sea más abierta sexualmente en sus imágenes, en sus posibilidades, puede construir seres más sanos porque el lugar donde se desarrollan las filias y las parafilias es en la represión”, dice Jaime Manrique, un cinéfilo absoluto, y el fundador del festival de cortometraje más importante del continente, Bogoshorts.
Y si se habla de locura sexual se habla de la japonesa El imperio de los sentidos (1976) es de las más enfermas y perturbadoras historias que va más allá del sexo explícito. Sada Abe y Kichizo Ishida, sus personajes, se enganchan en una relación obsesiva y enfermiza, en la que el hilo son las prácticas sexuales dolorosas y agobiantes, y hay desmembramientos y asfixias. Es mejor no ser tan gráfico, pero la obsesión de la mujer la lleva a cumplir su amenaza de cortarle el miembro a su amante y, entre otras cosas, poner un huevo. 
El director Nagisa Oshima fue duramente criticado por el filme –que a esta altura continúa bajo censura en Japón-, pero del que siempre aseguró que “se centra, más bien, en las relaciones de poder entre lo femenino y masculino”.
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Películas Erotismo y cine Foto:Archivo. EL TIEMPO

“El sexo en este tipo de pelis no entiende de luces o de composiciones estéticas, pero sí se nutre de la narrativa de la historia y de la complejidad de sus personajes, muchas veces mujeres con celulitis y que no son contorsionistas, y hombres que a lo mejor no son sementales ni se aguantan la eyaculación como Osho manda en su manual de gimnasia sobre el sexo tántrico”, agrega Posada.
La vida de un adicto al sexo, al que dio vida Michael Fassbender en Shame (2011), y que no podía concentrarse en el trabajo por andar masturbándose, o un grupo de ‘raros’ que se excita con los accidentes automovilísticos al punto de tener dolorosos coitos –literalmente por las heridas- en la trama de Crash (1996), de David Cronenberg, son otros ejemplos de historias que necesitan tripas poderosas para verlas.
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Hablando de lo explícito que pueda ser un momento o no, todo depende de lo que se está contando. “Hay películas en las que la construcción del erotismo preliminar es suficientemente contundente y más maravillosa que una escena frontal o explícita. No se trata del qué, sino del cómo, depende de donde esté puesto a la luz de una historia que está en desarrollo”, sostiene Manrique.

Hombre con hombre, mujer con mujer

Los hombres heterosexuales se incomodan con las escenas de sexo entre otros hombres; las mujeres no vemos porno y somos más tolerantes con las relaciones entre otras mujeres. Sí y no.
“A nosotras no es que no nos guste el porno. Es que la mayoría del porno está hecho para excitar a los hombres, apela a sus más testosterónicas fantasías, y no necesariamente a lo que a nosotras nos pone calientes”, dice Margarita Posada. No hay duda: las mujeres reales no dormimos con tacones ni ligueros, ni todos los días amanecemos con el desespero sexual de las ninfómanas cinematográficas.
“De hecho la definición de porno que hace Susan Sontag en un ensayo muy bello que habla sobre erotismo y pornografía explica que la pornografía es subjetiva porque sólo puede llamársele pornografía a aquello que transgrede nuestros propios límites morales”, agrega Posada.
El director y guionista David Lynch es el responsable de dos de las películas más raras (son más, pero esa es otra historia) con escenas de una carga erótica absoluta: Terciopelo azul (1986) y Mulholland Dr. (2001). En la primera, dos jovencitos -Kyle MacLachlan y Laura Dern- pierden la inocencia cuando se involucran en la extraña relación sadomasoquista que llevan Dorothy y Frank (Isabella Rossellini y Dennis Hopper).
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Películas Erotismo y cine Foto:Archivo. EL TIEMPO

En ciertos contexto, parece que la rareza es más aceptable que el mundo gay, a los 'machos' les incomoda ver a otros hombres teniendo sexo. Puede que no sea su culpa. Por lo menos en Colombia crecieron bajo los parámetros de la hombría y el machismo que incluso les impide decirle a un compañero de trabajo que le luce mucho una chaqueta.
Películas como Brokeback Mountain (Secreto en la montaña, 2005), Llámame por tu nombre (2017) o Happy Together (1996) –todas sobre tormentosas y tórridas relaciones entre hombres- fueron motivo de risitas nerviosas en las salas de cine y de chiflidos por parte de los asistentes masculinos cuando aparecían sus protagonistas en las escenas de cama o dándose apasionados besos contra una pared. Claro, enmudecían cuando las tramas se tornaban dramáticas o se teñían de muerte.
“Creo que conozco todos los casos –de hombres y de mujeres que se escandalizan, o no, con lo que ven- y tiene que ver más con la capacidad para reconocer la diferencia. Puede que a mí una opción sexual no me interese, pero estoy metido viendo una historia que no es mi historia, ¿por qué debería de incomodarme?”, dice Manrique.
Películas Erotismo y cine

Películas Erotismo y cine Foto:Archivo. EL TIEMPO

Hay visiones que explican que películas como El último tango en París o Nueve semanas y media se conviertan en relatos fílmicos de culto o éxitos de taquilla: son pequeñas muestras de la cosificación femenina. “La sexualidad humana tiene unos aparatos de explotación comercial e industrial, en donde las mujeres pueden ser victimizadas en esquemas infames que rayan con la esclavitud y que el propio cine ha documentado y expuesto”, asegura el también director del Festival de cine de Cartagena, Felipe Aljure.

Fantasías, tabúes y pequeñas sutilezas eróticas

El cine ha sido el lugar donde se cumplen las fantasías eróticas o sexuales de muchos –o de todos-: tener sexo con una mujer mayor y al lado de su mejor amigo fue algo que el mexicano Alfonso Cuarón plasmó de la mano de Maribel Verdú, Gael García y Diego Luna en la road movie Y tu mamá también (2001). Tener sexo grupal en un tren fue parte de los pendientes que tenían un par de ladronzuelos en Las cosas por su nombre (Les valseuses, 1974), con Gerard Depardieu, y que con seguridad emocionó –y conmocionó- a más de uno por las escenas explicitas en ese momento.
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Películas Erotismo y cine Foto:Archivo. EL TIEMPO

Pero en la sutileza también hay erotismo. La directora Jane Campion está paseando por el mundo con su nueva película The Power of the Dog, un relato sobre la homosexualidad reprimida y la masculinidad tóxica. Ella, con su mirada especial, logró una de las imágenes más memorables en El piano (1993): cuando George (Harvey Keitel) le propone a Ada (Holly Hunter) dejarla tocar el piano del que su marido la despojó a cambio de que él pueda tocarla a ella. “La mujer tiene un roto en la media y él pone su dedo ahí”, recuerda Margarita Posada. Para Jaime Manrique el erotismo más sublime lo plasma Wong Kar Wai en In the Mood for Love, en la cual la tensión sexual se extiende durante todo el metraje, pero no hay una sola escena de sexo. “Eso puede ser porque soy extremada y tristemente romántico”, dice.
Queda en el aire la duda de si hoy el erotismo y el sexo sigue siendo un tabú. La opinión está dividida. Existe la convicción de que en los 70 y los 80 no había una película sin una escena sexual o un pezón al aire y que en las décadas recientes ya no es tan frecuente. Pero títulos como Love (2015), de Gaspar Noé –que retrata las andanzas sexuales y tóxicas de una expareja en París y literalmente, eyacula en la cara del espectador-, o 365 días (2020), que se convirtió en foco de polémica cuando la estrenó Netflix, por su contenido sexual, demuestran que el sexo no muere. Y vende.
“Pienso que cada vez menos las escenas sexuales son un tabú”, dice Aljure. Manrique opina que eso es relativo y depende de la sociedad en la que se exhiban. “Colombia es una sociedad pacata, que se esconde, que le da miedo, en la que tenemos líderes políticos y sociales que no creen en la libertad de los otros y gente que sigue a esos líderes, tampoco tenemos una división Iglesia - Estado suficientemente respetuosa, y esos poderes mayores terminan afectando a la sociedad donde cualquier tontería es tabú”.
Erotismo y cine

Erotismo y cine Foto:Archivo. EL TIEMPO

Hablando de tonterías, está el reciente escándalo que generó un beso cariñoso y una escena de sexo sin desnudos a la vista en la más reciente película de Marvel, Eternals. Phastos (Brian Tyree Henry) y su esposo –la primera pareja homosexual en una cinta de la casa de cómics– protagonizan uno de los besos más tiernos de la película, mientras que Ikaris y Sersi, dos de los nuevos superhéroes, tienen sexo en una playa. Son un par de minutos sin mayor carga de erotismo, pero los suficientes para desbarajustar el mundo de los superhéroes.

Erotismo colombiano

Sexo hay, pero no muy documentado. Lo que habría que preguntarse es de cuál: ¿del que refleja la violencia o los abusos o escenas eróticas memorables? El crítico de cine Manuel Kalmanovitz opina que “encuentro medio horrorizado que hay muchas más violaciones o intentos de violación que erotismo. Es como si esa visión del sexo como algo pecaminoso desembocara ahí. La lista es larga e incluye, entre otras, a La mujer del animal, La niña santa, Detective Marañón, Amigo de nadie, La sargento Matacho o Siete cabezas. Y sí me parece muy curioso que esa dimensión del deseo, de la intimidad consentida, no haya sido más explorada. Se me ocurre una excepción: el cine de Lina Rodríguez que en sus dos películas abrió espacio para mostrar cómo funciona el deseo femenino sin que se vea edulcorado o fantasiosa”.
Rosario Tijeras, la adaptación del libro homónimo de Jorge Franco con Flora Martínez, tiene una escena que revuelve el estómago y que refuerza la idea de Kalmanovitz: el padrastro de Rosario, que vive en una casucha en las comunas de Medellín, la violenta frecuentemente. Cuando ella se sienta a desayunar, el hombre clava su cochino dedo en la yema de un huevo en el plato. La mira y le sonríe. El gesto basta para desatar las náuseas y entender, sin decir una palabra, el espiral de abuso sexual al que está sometida la jovencita. Flora Martínez ofrece muchos matices eróticos en la película y deja una frase célebre: “Amar es más difícil que matar”.
Rosario Tijeras

Rosario Tijeras Foto:Archivo particular

“Yo dudo de la teoría de que ha habido más violaciones que escenas de sexo –dice el escritor y columnista Ricardo Silva-. Creo que las películas de (Carlos) Mayolo tienen mucho erotismo, La mansión de Araucaima o Carne de tu carne, que explora el tema del incesto”.
El cine colombiano tiene varias escenas eróticas de antología. Los actores Armando Gutiérrez y Marcela Agudelo bailando a Benny Moré bajo la lluvia, en Visa Usa (1983): Marcela no se aguanta y se orina ante el roce de Armando. El inolvidable desnudo de Amparo Grisales, en su mejor época, en La Virgen y el fotógrafo (1984). O el romance gay entre un escritor y un joven sicario de 16 años en La virgen de los sicarios (1999). Y hay un clásico: Erotikón (1984), una producción que se lanzó sin rodeos a abordar el lesbianismo y el horror del incesto (el padre viola a la protagonista: Nelly Moreno).
También hay momentos y protagonistas para recordar: una bellísima Martina García en Perder es cuestión de método, de Sergio Cabrera; la sensualidad de Verónica Orozco en Soñar no cuesta nada, de Rodrigo Triana; Katherine Porto en una agitada escena de cama en la comedia El jefe, de Jaime Escallón. El director de cine Jorge Navas, recuerda una de las primeras escenas de su película La sangre y la lluvia, donde hay droga y sexo desenfrenado en un motel, “recuerdo Carne de tu carne, de Mayolo; Soplo de vida, de Luis Ospina; la colombo brasileña El susurro del jaguar, que es LGTBI y es súper interesante (dirigida por Thais Guisasola, Simon Jaikiriuma Paetau); La mujer del animal, de Víctor Gaviria, es antierótica; La virgen de los sicarios tiene erotismo gay y, por supuesto, La virgen y el fotógrafo con Amparo Grisales”, dice Navas.
“La televisión también ha influido”, dice el escritor Ricardo Silva, “series como Los pecados de Inés de Hinojosa, o algunas de Netflix o Amazon han influido en que cada vez sea más comunes las escenas de desnudos; también creo que fue clave la influencia de revistas como SoHo o DONJUAN para que se desmitificaran en una sociedad mojigata como la colombiana”.

Esta es nuestra lista de películas de cine erótico:

*Soñadores (2003), de Bernardo Bertolucci
*Love (2015), de Gaspar Noé
*La doncella (2016), de Park Chan-Wook
*Secretaria (2002), de Steven Shainberg
*Ojos bien cerrados (1999), de Stanley Kubrick
*El imperio de los sentidos (1976), de Nagisha Oshima
*Lunas de hiel (1992), de Roman Polanslki
*La vida de Adèle (2013)
*El último tango en París (1972), de Bernardo Bertolucci
*Herida (1992), de Louis Malle
*Below Her Mouth (2016)
* El desconocido del lago (2013)
* Calígula (1979)
* Shortbus (2006)
* Y tu mamá también (2001)
* Ninfomanía (2013)
* Ellas (2011)
* Crash (1996)
* Topâzu (1992)
* 9 canciones (2004)
* Lucía y el sexo (2001)
*9 semanas y media (1986)
* Las edades de Lulú (1990)
SOFÍA GÓMEZ G.
CULTURA 
En Twitter: @s0f1c1ta

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