Desde que comenzó su carrera musical, la cantante, actriz, cineasta y empresaria Naty Botero se ha mantenido como una de las artistas colombianas más fieles a sí mismas.
Entre su primer éxito, Te quiero mucho (2006), hasta Despedida (2022), en colaboración con Andrés Cabas, y Tamarindo (2022), es notorio el proceso musical y personal. La evolución de su sonido pop-rock con mezclas de ritmos tropicales e incluso techno ha avanzado a la par de su filosofía, ahora más íntima, honesta y de profunda transformación espiritual.
Y es que desde hace 13 años, Naty Botero tomó una determinación radical: dejó todo lo que había construido en Bogotá y Ciudad de México, para escaparse a la Sierra Nevada de Santa Marta, donde se convirtió en alumna espiritual y aliada de la causa de los koguis, arhuacos y wiwas. Es ahora una ‘guardiana de la Sierra’, como se autodenomina, colaborando en obras sociales para los nativos de la zona, a través de su fundación Coraje, y llevando con su arte el mensaje místico, ecologista y pacífico de estas tribus.
Precisamente, el álbum que está por terminar, Corazón del mundo, fue realizado en la Sierra Nevada. Y después de lanzar cuatro sencillos, estrena el tema Feliz, en el que da cuenta del momento que vive. Hablamos con ella.
El título del sencillo, 'Feliz', ¿se refiere a este momento en particular?
Habla sobre estar bien, ser feliz, no en el sentido en el que lo toman hoy las redes sociales. La canción está basada en el poema Instantes, atribuido a Jorge Luis Borges, que me inspiró y que habla de utilizar la muerte como un antídoto contra la depresión. Se utiliza para que recuerdes que vas a morir y que, de alguna manera, tienes que disfrutar cada segundo.
Uno empieza a ver que en la vida no todo es color de rosa, pero que las enfermedades son maestras y nos ponen frente a un espejo
¿En qué sentido es un antídoto?
Quería escribir algo así como gocemos la vida, que no todo sea tristezas. Mi mamá en este momento sufre una enfermedad rara y cada que hablo con ella (vive fuera del país), la siento triste, y quería hacer una canción para dedicársela, y que vea también lo lindo, así sea difícil. Además, una hermana mía también está enferma. Y uno empieza a ver que en la vida no todo es color de rosa, pero que las enfermedades son maestras y nos ponen frente a un espejo.
El tema tiene un título simple...
Es una canción que aunque parece muy simple, habla de cosas muy profundas: de la existencia, de lo que es la felicidad, de las cosas simples que pensamos que no son necesarias, pero que es donde está la verdadera esencia de la vida, el lugar donde uno de verdad es feliz. No es que miremos solo lo bueno o solo lo malo, sino que aprendamos a convivir con las dos cosas. Filosóficamente, de ahí viene la canción.
Realizó el tema con Yera, el productor musical y creador del colectivo Trapical Minds, ¿cómo fue ese proceso?
Primero, escribí un poema y ya tenía algunas melodías. Llegó Yera, que es el compositor de la música también conmigo. La letra es mía, pero me gusta componer con personas que aportan diferentes sabores, tonos, ideas. Soy fan de una canción de Yera que se llama Borracha, y le dije, trae tu guitarra. Y así fue, trajo la guitarra, le leí el poema, le canté algunas cosas y le mostré lo que tenía. Empezamos a tocar la guitarra y comenzó a salir la canción.
¿Le gustó el resultado?
Pienso que fue una buena mezcla y la canción ha gustado. Quiero que se vuelva un mantra o una canción que la gente escuche para aprovechar la vida, para sentirse viva.
¿Cómo se entiende hablar de ser feliz desde el dolor de una enfermedad?
Me voy a las cosas sencillas de la vida, no es como “voy a hacer algo maravilloso con la vida”, sino que voy a disfrutar esas cositas que todavía puedo, y creo que es enfocarse mucho en ellas para no ver siempre lo negativo de tu vida.
Voy a disfrutar esas cositas que todavía puedo, y creo que es enfocarse mucho en ellas para no ver siempre lo negativo de tu vida
¿Cómo se logra eso?
Vivimos con la mente a mil, como en las redes sociales, andas ahí metido y como que no estás en el presente. ¿Qué cosas te aterrizan en el presente? Estar pendiente de las pequeñas cosas. Eso es lo que quería destacar en la canción.
¿Por qué escogió a Yera?
Trabajé con Yera en este disco porque vivo en Santa Marta y quería trabajar con gente nueva, joven, de la zona, y hace años quería trabajar con él y no habíamos podido. Sentí que necesitaba llevarlo a este sitio que tengo hace 10 años, que se llama Casa Coraje, un hotel en la Sierra Nevada de Santa Marta. Y lo llevé y allí salieron dos canciones, esta y Tamarindo, que serán parte del nuevo álbum que se llama Corazón del mundo, que se refiere precisamente a la Sierra Nevada.
Tamarindo habla de lo amargo y lo dulce de la vida...
Así es, y saborearlo. También, de las dificultades, de lo duro, pero también al final de la sensación de que lo lograste y lograste pasar las dificultades, ahí está el sabor más rico. Probaste lo amargo, pero después viene ese sabor dulce de la vida.
También trabajó con ZeZe, otro artista emergente.
ZeZe es espectacular, es un chico también de Santa Marta que trabaja con Yera, y el tema lo escribimos entre los tres, pero Yera es el que nos dirige. Es el nuevo talento de Trapical Minds.
La Sierra es un sitio místico para usted...
Todas las canciones fueron creadas ahí, en ese ‘corazón del mundo’, y hablan de la sanación, de mejorarte, de encontrar tu pasión, de ser mejor persona, de afrontar las dificultades, es todo lo que me ha dado la Sierra, porque siento que es un lugar de sanación y que me ha mantenido muy cuerda. A pesar de que he tenido problemas de depresión, con mi familia con muchas enfermedades, siento que la Sierra ha sido como una limpieza para mí, estar en la naturaleza, descalza, en o con las plantas, aprendiendo de los indígenas. Ellos todo lo agradecen, porque al agradecer están haciendo lo que ellos llaman ‘pagamento’, pagarle a la Tierra.
Me cansé de la vida tan competitiva, del estrés, la ciudad, quería estar descalza, estar en o con la naturaleza, ver las estrellas
¿Qué tan duro fue tomar la decisión de irse para la Sierra Nevada?
Fue muy duro, ir poco a poco dejando el mundo ‘occidental’, pero ahora quiero volver a tener un poquito de ese mundo y he vuelto a viajar, a hacer cosas. La pandemia me agarró acá y acá tuve a mis hijas, mis mellizas, que nacieron un año antes de pandemia, tienen ya cuatro años. Me cansé de la vida tan competitiva, del estrés, la ciudad, quería estar descalza, estar en o con la naturaleza, ver las estrellas.
¿Siente que fue lo mejor?
Tomé la decisión y ha sido espectacular. Me sentía sanada, conectada. Cuando llego a la Sierra, veo que hay cosas diferentes a mi ego, a mi música, a mi carrera y a darme cuenta de que está la naturaleza, tener un lugar donde lleguen mis amigos, donde hacer yoga, meditación, comida vegetariana, y donde estaba conectándolos a todos con eso que me dio la Sierra, que es volver a ser salvaje, y eso ha sido sanación total. Me volví como una guardiana de la sierra.
¿Toda su música está ahora influenciada por lo que está viviendo?
Sí, por lo que estoy viviendo, lo que estoy aprendiendo día a día, las dificultades que estoy pasando. De alguna manera siento como que me salvó y me sanó. Aquí voy, cantando, mejorando y luchando para estar bien, porque este mundo está muy loco, uno se deprime o cree que no es suficiente. Por eso esta canción, Feliz, es tan importante para mí, porque estoy feliz de ser yo, de amarme, de quererme, y de entender que las decisiones que tomé eran las mejores.
¿Para cuándo estará disponible el álbum?
El álbum casi está listo, quiero lanzarlo para mi cumpleaños, el 10 de febrero del próximo año, quiero que lo acompañe una parte visual —prepara un documental con el mismo título del álbum—, que sea un proceso de Corazón del mundo, con la parte visual y el concierto en Bogotá, en Gaira.
ORLANDO RESTREPO ESCOBAR
EDITOR DE EL TIEMPO
@oleonn84