De lo malo, sacar algo bueno. Los primeros días de la pandemia, cuando tuvimos que encerrarnos, muchos carros fueron guardados y un buen número de fábricas pararon su producción. El ambiente cambió, se limpió, fue como si el aura de las ciudades se hubiera decantado y se respiraba diferente.
Las especies retomaron sus espacios. Vimos videos de tigres saliendo por los parques naturales con tranquilidad a cualquier hora del día, grupos de focas recorriendo calles de ciudades costeras, osos tranquilos en completa propiedad de su hábitat, familias de leones tomándose las carreteras africanas.
El abuso del hombre devastando la Tierra, especialmente en los últimos tres siglos, llevó a que muchas especies desaparecieran, así como lagunas, lagos, ríos, montañas, planicies…
Pero la pandemia agudizó una crisis económica que preocupará al planeta por mucho tiempo, pues el cálculo es que la pérdida de empleos en el mundo es de más de 600 millones de puestos de trabajo en tan solo este año.
Y de eso hablará
Liliana Valiña, consultora internacional en derechos humanos, empresas y medio ambiente en el blog
Café Literario de este 6 de diciembre (http://blogs.eltiempo.com/cafeliterario).
“Muchos ven en el mercado la generación de oportunidades de empleo, crecimiento económico y perspectivas de prosperidad, asegurando que mejorando estos índices se mejora en el mediano plazo la suerte y oportunidades de las personas y de los países. Otros, plantean que mientras el crecimiento sea en detrimento de una reducción significativa de la desigualdad (siendo Latinoamérica la región más desigual del planeta) y de la disponibilidad y calidad de los recursos naturales y del medio ambiente, la economía seguirá siendo un ancla que dejará hipotecado el futuro próximo de mucha gente y del propio mercado, por lo que lo social y lo ambiental deben ser prioritarios”, asegura.
Su posición es válida. Si algo puso la pandemia del covid-19 sobre el tapete de la Tierra fue la desigualdad. La pobreza salió con más fuerza porque antes del virus, la gente sobrevivía a su manera, con trabajos informales, pero tenía algunos recursos.
Esta terrible pandemia dejó ver, con toda su luz, que la mayoría de las personas no tenían nada para sobrevivir, que la poca comida que había en su casa se acabó muy rápido y quedaron a merced de lo que alguien les pudiera dar.
Es hora de unir fuerzas para poder salir de la crisis y reducir, ahora sí, la pobreza del mundo. Y esto no solo incluye que haya más y reales oportunidades para los más desfavorecidos, sino relacionarnos mejor con el medioambiente, para que ese nuevo futuro sea verdad sostenible, como dice Liliana Valiña.