En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
El renacer de ‘El profeta’ en el siglo de la tecnología
La escritora colombiana Andrea Cote acaba de hacer una nueva traducción al español de este libro.
En la ciudad libanesa de Besharre –Becharre o Bisharri–, el 6 de enero de 1883, nació Gibrán Jalil Gibrán. Kamila Rahme, su madre, hija de un sacerdote maronita que vivió en Brasil, se casó tres veces, la última de las cuales fue con el padre del escritor, en Líbano. Foto: iStock
El profeta, obra publicada en 1923, que ha sido traducida a más de 50 idiomas y que solo en Estados Unidos ha vendido más de 9 millones de copias, convirtió a su autor en el tercer poeta más vendido de la historia, después del inglés William Shakespeare (1564-1616) y del milenario poeta chino Lao-Tse.
Es definido como un libro de espiritualidad, pero no presenta ningún tipo de tendencia religiosa y algunos lo han clasificado como un “texto filosófico”. Otros, más recientemente, en el género de “autoayuda”.
La poeta colombiana Andrea Cote Botero, que lo acaba de verter al español –ya había traducido a los premios Pulitzer de poesía Tracy K. Smith y Jericho Brown–, considera que la obra de Gibrán se sigue leyendo y traduciendo casi 100 años después y tiene lectores en plena era tecnológica, precisamente, porque “ofrece la posibilidad de un espiritualismo sin dogma”.
Y precisa: “La mística del ejercicio de lo cotidiano y el encuentro con una suerte de trascendencia de lo presente animan este elogio al perfeccionamiento de la vida diaria. En la era digital, las solitarias multitudes de los bulevares virtuales de la telepresencia volverán al abrigo de la naturaleza y del instante presente, que han sido siempre parajes de la poesía”.
La primera versión de El profeta en América Latina la hizo en 1933 el traductor y arabista sirio-libanés, naturalizado argentino, José Elías Guraieb.
“Desde entonces, la popularidad del libro se ha constatado también por la aparición periódica de nuevos esfuerzos de traducción, entre los que destaca la del peruano Carlos Alberto Seguín, en 1967. Las múltiples reediciones y traducciones de este texto parecen confirmar el deseo de actualizar, en un diálogo de formas, un libro cuyo contenido no envejece”, dice Cote.
La poeta barrameja Andrea Cote Botero tradujo de la edición inglesa la clásica obra del escritor libanés. Foto:Archivo
Antonia Pont, profesora titular de la Universidad de Deakin, en Australia, escribió recientemente que “El profeta ha funcionado como un bálsamo generalizado tan efectivo como puede ser cualquier cosa efímera y concisa. Es más barato que muchas de las pastillas de las grandes farmacéuticas y no incita al odio, ni a la violencia ni provoca tensiones entre las diferentes religiones. La obra nos cuenta el tipo de cosas que a veces nos gustaría que una persona de confianza nos dijera para calmarnos. En los tiempos tan locos que corren, quizás deberíamos apreciar sus bondades y dejar que sea el éxito de ventas que es”.
Algunos identifican a Gibrán como figura clave de la corriente de la nueva era (New Age, que vivió su auge a fines del siglo pasado), por la importancia que tuvo El profeta en encauzar a muchas personas en la vida espiritual, más allá de una religión organizada o la lectura de textos sagrados.
Su obra da consejos sobre aspectos de la vida como el significado de la existencia humana, el bien y el mal, los hijos, la amistad, el amor, el matrimonio, etc., en un estilo sencillo. Sobre los hijos, por ejemplo, afirma que se les puede dar amor, pero no los pensamientos, porque ellos tienen los suyos y que, aunque se les dé cobijo a sus cuerpos, no se les está dando a sus almas porque “habitan en la casa del mañana”.
Respecto del matrimonio, sugiere estar juntos pero no demasiado “porque los pilares del templo están aparte. Y ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble”.
Gibrán, que vivió desde los 12 años en los guetos del sur de Boston (Estados Unidos), publicó el texto original de El profeta en inglés y este ha transitado por varias generaciones: desde los que vivieron la Gran Depresión, de 1929 y toda la década del 30, pasando por los que se entregaron a las mieles del cambio y la búsqueda espiritual de los años 60 hasta los que hoy disfrutan de la tecnología.
La escritora colombiana que lo tradujo reconoce que hacerlo no fue un gran desafío porque El profeta también se ha considerado como un libro de autoayuda, pero el verdadero reto que enfrentó fue “verlo sin prejuicio y capturar la precisión simbólica y la sutileza del verso con que Gibrán construye un entramado de saberes, asentado en la fibra de algo que ha consolado a muchos”.
Autora de los poemarios Puerto calcinado (2003), Cosas frágiles (2008), La ruina que nombro (2015), En las praderas del fin del mundo (2019) y del libro objeto Chinatown a toda hora, Andrea Cote también ha publicado obras en prosa como: Una fotógrafa al desnudo: biografía de Tina Modotti (2005) y Blanca Varela o la escritura de la soledad (2004). Igualmente, la antología de mujeres poetas colombianas Pájaros de sombra (2019), entre otras obras.
Cote es doctora en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Pensilvania y ha obtenido premios como el Nacional de Poesía de la Universidad Externado de Colombia en 2003, el Internacional de Poesía Puentes de Struga (2005); el Internazionale Cittá di Castrovillari (2010), otorgado a Porto in cenere, versión italiana de Puerto calcinado, y el International Latino Book Award 2020, a la mejor antología poética.
Actualmente es profesora de la maestría bilingüe en Escritura Creativa de la Universidad de Texas en El Paso.
Leer a Gibrán en nuestro tiempo también es reconocer la importancia del profeta, un extranjero que recibe la oportunidad de tender un puente espiritual hacia otras culturas y lenguas.
Cuando leyó por primera vez el libro, ¿qué impresión le causó? ¿Qué aprendió y qué fue lo que más la impresionó?
Yo tenía la impresión, por mi lectura de adolescencia, de que El profeta era una especie de libro preceptivo o una didáctica amorosa, que a menudo vi catalogado en librerías en la sección de autoayuda. En 2019, Christopher Tibble Lloreda me invitó a traducirlo para Planeta, y al leerlo de nuevo entendí mejor los motivos de su alcance. Más allá de las reflexiones sobre aspectos básicos de la vida, el libro en conjunto insiste en el arte de la comunidad.
Dice Gibrán: “Una hoja no se vuelve amarilla ella sola, sino con el conocimiento silencioso del árbol todo”, y este verso es una propuesta ética. En el relato del encuentro imaginario entre el pueblo de Orfalese y el profeta Almustafá hay un modelo fabuloso sobre la vida que puede construirse a partir de la sabiduría que se alcanza en comunidad.
¿Qué es para usted El profeta?
Dice Mir Bahadur Mutasin, traductor de Gibrán al árabe, que “su manera de escribir es viento”. Sin duda lo es. Para mí este libro es un elogio a la poesía de lo simple que alcanza la soltura propia de quien escribe para acercarse a la médula del mundo.
¿Cuál es la importancia del libro para esta época?
Leer a Gibrán en nuestro tiempo no es solo redescubrir la sabiduría de estas páginas, sino también reconocer la importancia del profeta, un extranjero, un inmigrante, peregrino en busca de la luz que, como el mismo Gibrán, recibe la oportunidad de tender un puente espiritual hacia otras culturas y lenguas.
Con solo 26 poemas en prosa, el libro del poeta libanés Gibrán Jalil Gibrán, que está en vísperas de cumplir 100 años de su publicación, sigue conquistando lectores. La nueva traducción al español de la colombiana, con Editorial Planeta. Foto:Archivo
¿De qué idioma lo tradujo y cuánto tiempo le tomó hacerlo?
Traduje El profeta del inglés, idioma en el que fue escrito, pero que no era la lengua nativa de su autor. Lo traduje en los Estados Unidos, y pensaba en Gibrán el inmigrante y en tantos otros poetas que intentan desde el exilio abrirle camino a su voz entre tierras y lenguas ajenas.
Visto así, este libro es también una poderosa meditación sobre el exilio y el reconocimiento del otro.
¿En qué se diferencia de las anteriores su traducción y la nueva edición del libro?
Esta nueva traducción se preocupa sobre todo por acercarse al ritmo y la cadencia del texto original, manteniendo para eso la forma del versículo, que concibió originalmente el poeta para el texto. El versículo es un tipo de verso libre escrito sin rima y sin métrica, asentado a medio camino entre el verso y la prosa, pero internamente regulado por su musicalidad.
Por otra parte, quise también minimizar para esta versión los usos retóricos arcaizantes y propios del español antiguo, que caracterizan algunas traducciones previas del libro. Esto con el fin de subrayar la vigencia indiscutible de su contenido y su relación natural con el habla y el sentir del habitante americano.
Esta nueva traducción de El profeta ya ha sido empleada en tres ediciones diferentes, la de la Editorial Planeta en Colombia (2019), la de Editorial Diana en España (2020) y la más reciente de Libros Zorro Rojo en España (2022), preciosamente ilustrada por Rachid Koraichi. Luego de casi 100 años de su primera aparición, uno de los libros más celebrados de la historia sigue siendo un clásico para todas las edades.