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Volar cometa, tradición que aporta grandes beneficios a las familias

Este juego ofrece ventajas al desarrollo infantil como fomentar la actividad física.

Volar cometa en familia permite fortalecer lazos afectivos y hacer actividad física.

Volar cometa en familia permite fortalecer lazos afectivos y hacer actividad física. Foto: 123rf

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¿Cuándo fue la última vez que voló una cometa con sus hijos? Más allá de ser un juego tradicional que, generalmente, llega con los vientos de agosto, esta es una práctica que aporta grandes beneficios a los niños: desarrollo de habilidades motoras, aprendizaje colaborativo, tolerancia a la frustración y fortalecimiento de valores como la paciencia, la perseverancia y el trabajo en equipo.
No obstante, para algunos pedagogos y educadores, cada vez menos padres construyen y salen a volar cometa con sus hijos, especialmente en las grandes ciudades, perdiéndose las ventajas no solo físicas sino socioemocionales que ofrece.
“Es importante rescatar la tradición. Hoy, nuestros niños pasan más de dos horas frente a las pantallas, de modo que este juego se convierte en una excelente excusa para que las familias vayan a los parques, se unan, disfruten y compartan al aire libre”, señala Óscar Ruiz, licenciado en educación física y jefe de recreación del Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD).
En ello coincide Irma Salazar Montenegro, educadora, pedagoga y actual gerente técnica de la Corporación Juego y Niñez, al sostener que volar cometa requiere, en promedio, una dedicación de dos a tres horas al aire libre “lo que supera el tiempo de juego y actividad física recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que es de mínimo 60 minutos al día”.

No es solo un pasatiempo

De acuerdo con Salazar Montenegro, elevar cometa es uno de los pocos juegos en los que todos los participantes trabajan sin ningún grado de competitividad por un objetivo común que es ponerla en el cielo, lo que implica colaboración, esfuerzo conjunto y trabajo en equipo.
De hecho, los beneficios de esta actividad recreativa van más allá del mero goce y disfrute. Volar una cometa es un juego y a la vez un deporte. Para Adrián Artunduaga, licenciado en recreación y profesional universitario de Coldeportes, esta práctica exige a grandes y chicos correr, saltar, elevar los brazos y desarrollar una buena coordinación motora, lo que involucra un esfuerzo físico.
“Además de ser una excelente opción de aprovechamiento del tiempo libre, elevar cometa permite a las familias compartir. Entonces, el aprendizaje es de doble vía porque los padres enseñan a sus hijos a hacer nudos, a controlar la piola, a poner la cometa en dirección del viento, pero también aprenden de los niños, de sus habilidades, gustos y decisiones”, explica Artunduaga.
A su vez, se generan grandes beneficios socioafectivos cuando los padres se involucran activamente, pues se potencian sentimientos de afecto, apoyo, complicidad y motivación hacia los niños, lo que impacta positivamente en su desarrollo emocional y deja, según la pedagoga Salazar, una huella imborrable en su memoria.
De otro lado, Óscar Ruiz, del IDRD, resalta el fortalecimiento de la comunicación entre padres e hijos ya que la actividad impone un desafío para la familia que fomenta la confianza y el diálogo.
Ahora bien, entre valores que los pequeños pueden aprender al volar cometa están, por un lado, la paciencia, la constancia y la perseverancia, pues los niños deberán correr e intentar elevarla una y otra vez hasta lograrlo, mientras que, por otro lado, adquirirán tolerancia a la frustración al descubrir que no siempre será posible ponerla en el cielo porque hay factores que no dependen de ellos como las condiciones climáticas.
“Aquí la recomendación a los adultos es mantener el equilibrio entre motivar al niño a superar los errores, obstáculos y dificultades que implica la actividad, pero sin hacerle exigencias demasiado altas que lo presionen elevar la cometa sí o sí y lo lleven a perder el goce y el disfrute. Los padres deben tomarlo como lo que es: un juego”, advierte Salazar.

Mejor elaborada en casa

Si bien, hoy por hoy, el mercado ofrece una variedad de diseños de cometas desde las más sencillas hasta las más elaboradas, con figuras bastante atractivas, los especialistas consultados hacen el llamado a los padres de familia a recuperar la tradición de elaborarlas en casa con sus hijos.
“Esto ofrece grandes ventajas: al cortar, pegar y anudar, los pequeños fortalecen habilidades motoras finas; además, desarrollan la toma de decisión al elegir el diseño y los colores”, sostiene Artunduaga, quien destaca también el tiempo compartido y el vínculo afectivo que ese momento crea.
No obstante, es preciso reconocer que no todos los padres tienen las habilidades para elaborar una cometa casera o, a veces, esta no queda lo suficientemente estable como para ser elevada con éxito. En este sentido, la educadora Salazar señala que no hay inconveniente en comprarla, siempre y cuando el niño sea involucrado, pueda decidir y se sienta identificado con la compra.
LIZETH SALAMANCA GALVIS
ABC DEL BEBÉ

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