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Biólogo de Harvard explica que evitar el ejercicio no lo hace perezoso, solo es un rasgo evolutivo: 'Simplemente están siendo normales'
El investigador Daniel Lieberman aseguró que hay evidencia antropológica de que los humanos no están diseñados para hacer mucha actividad física.
El experto desmitificó “que evolucionamos para estar perpetuamente activos, correr maratones y ser tan musculosos".
El biólogo evolutivo de la Universidad de Harvard, Daniel E. Lieberman. Foto: The Harvard Crimson / iStock
Hacer ejercicio es uno de los pilares fundamentales para una vida saludable. Sin embargo, no es extraño que muchas personas tengan dificultades para encontrar la motivación necesaria para comenzar o mantener una rutina física.
Según el biólogo evolutivo Daniel E. Lieberman, de la Universidad de Harvard, esta aparente "pereza" no debería ser vista como un defecto personal, sino como una característica arraigada en nuestra evolución.
Lieberman investigó la historia humana para entender la importancia de la actividad física. Foto:Harvard
Lieberman, quien es presidente del Departamento de Biología Evolutiva Humana y miembro del Instituto Edwin M. Lerner II de Ciencias Biológicas, sostiene que los humanos evolucionaron precisamente para evitar esfuerzos físicos innecesarios. En su libro Ejercitados: por qué algo para lo que no evolucionamos es saludable y gratificante, el científico presenta una visión respaldada por evidencia antropológica que cambia el paradigma sobre el ejercicio en la vida moderna.
“Vivimos en un mundo donde todos saben que el ejercicio es bueno para la salud y, sin embargo, la gran mayoría de las personas tiene dificultades para hacerlo. Solo alrededor de una cuarta parte de los estadounidenses realmente hacen ejercicio en su tiempo libre”, explicó el académico en una entrevista con The Harvard Gazette. “Está claro que le estamos pidiendo a las personas que elijan hacer algo que es inherentemente anormal, en el sentido de que evolucionamos para no hacerlo”.
La actividad física, una necesidad reciente
A lo largo de la historia evolutiva, los seres humanos se mantuvieron físicamente activos por necesidad: para cazar, recolectar, migrar o cultivar. No existía el concepto de ejercitarse por el simple hecho de mantenerse en forma. Por eso, actividades como correr cinco kilómetros por la mañana o levantar pesas en un gimnasio resultan ajenas al comportamiento ancestral.
“Hasta hace poco, nadie hacía eso. De hecho, sería una especie de locura hacerlo, porque si eres un cazador-recolector muy activo, o un agricultor de subsistencia, no tendría sentido gastar energía extra corriendo innecesariamente cinco millas por la mañana”, indicó Lieberman. “Los humanos tenemos estos instintos profundamente arraigados para evitar la actividad física innecesaria, porque hasta hace poco era beneficioso evitarla. Ahora, juzgamos a las personas como perezosas si no hacen ejercicio. Pero no son perezosas, simplemente están siendo normales”, agregó.
Es muy común que la gente incorpore actividades como salir a correr o ir al gimnasio. Foto:iStock
Consejos para vencer la resistencia inicial
Con esta perspectiva, el biólogo busca ofrecer herramientas para enfrentar la falta de motivación. En primer lugar, sugiere a las personas no culparse ni sentirse mal por no tener ganas de ejercitarse.
“No te enojes, no te sientas mal por no querer hacer ejercicio. Debes ser compasivo contigo mismo”, aconseja Lieberman, quien también subraya la importancia de superar la frustración inicial, especialmente en condiciones adversas como el clima frío.
Además, propone dos estrategias claves para integrar el ejercicio en la vida diaria: hacerlo necesario y hacerlo social. La evolución humana muestra que las personas se activaban físicamente por necesidad o por interacción social.
“Si queremos ayudarnos a hacer ejercicio, hazlo divertido pero también necesario. Una de las maneras de hacerlo necesario es hacerlo social, como ser parte de un grupo de corredores. La obligación lo vuelve divertido, social y necesario”, indicó.
Lieberman brindó consejos para las personas a las que les cuesta la actividad física. Foto:iStock
Un enfoque realista y alcanzable
Lejos de promover una visión extrema del ejercicio, Lieberman desmonta la idea de que la salud física requiere de esfuerzos sobrehumanos o rutinas extenuantes. “La verdad está muy lejos de eso. La ciencia muestra que solo 150 minutos de ejercicio a la semana —apenas 21 minutos al día— reducen las tasas de mortalidad en alrededor del 50 por ciento”, concluyó.
Así, el mensaje del experto de Harvard es claro: no se trata de combatir una supuesta pereza, sino de comprender nuestras raíces biológicas y adaptar el ejercicio a nuestras necesidades actuales de forma compasiva y sostenible.
*Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en la información de La Nación (GDA), y contó con la revisión de la periodista y un editor.