Carolina Cruz a sus 43 años ha desempeñado una carrera como ninguna otra en la televisión colombiana, lo que le ha otorgado respeto en la industria. Ha sido reina, modelo, presentadora, pero sin duda la labor de la que más se enorgullece es la de ser madre.
Junto a su ex pareja Lincoln Palomeque tuvo a dos hijos: Matías y Salvador, y con el nacimiento del segundo vinieron incontables lecciones de vida.
Cuando estaba recién nacido a Salvador tuvieron que practicarle dos cirugías. Lo anterior, tras habérsele diagnosticado con macrocefalia, una condición que hizo que su cabeza fuese más grande que el promedio.
En palabras de Cruz: “La primera fue el 29 de agosto, tenía seis meses, y la otra fue el 9 de noviembre. Todavía no había cumplido los nueve meses”.
“Fue muy loco, porque me acuerdo que cuando yo veía en la calle a un niño con algún tema de salud, siempre decía: ‘Dios mío, que a mí nunca me vaya a tocar una cosa de estas’, porque creía que no sería capaz de salir adelante, y cuando te pasa, uno no se alcanza a dar cuenta de lo fuerte y de lo capaz que es. Solo te das cuenta hasta que lo vives”, recuerda la presentadora.
Los signos de alarma
Lo curioso es que este no fue un problema de salud que pudieron prever. Por el contrario, lo notaron en las citas con el pediatra una vez nació: “Cuando tienes un bebé, tienes que llevarlo al pediatra cada mes, y entre un mes y otro, la cabeza de un bebé crece en promedio tres centímetros, máximo cuatro, la cabeza de Salvador creció 7 centímetros, el doble”.
Al parecer, su hijo no eliminaba el líquido cefalorraquídeo a través de la orina, como suele suceder, sino que este se almacenó en su cabeza, ocasionando el mayor tamaño.
Yo lloré tanto que creo que ya no tengo más lágrimas, no te puedo decir cuántos rosarios recé
Y como si de un milagro se tratase, justo antes de ingresar al quirófano para una tercera cirugía, mejoró: “Salvador es un milagrito de Dios”, dice con seguridad su madre.
De ahí surgió su deseo de crear una fundación para, de esta manera, ayudar a muchas más familias que pasan por una situación similar en la que una enfermedad neurológica toca a la puerta.
“Al verlo bien, sano en el hospital, me llegaron a la mente todas las mamás que no tienen lo que uno tiene, la red de apoyo, la prepagada como la que tengo para que mi hijo esté sano hoy en día. En ese momento, le escribí a Tatiana Zuluaga (su mánager), la persona a la que le cuento todo y le dije: ‘Necesito hacer una fundación. Se va a llamar Salvador de sueños’”.
Pero ahí no queda la historia, pues también trabaja en que haya una ley para que los niños sean atendidos sin importar su estrato social, con las mismas garantías de vida, salud y buen trato.
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Margarita Contreras
Redacción TENDENCIAS