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Así sufrí, pero sobreviví, a la relación con un alcohólico

¿Qué puede suceder cuando la persona que amas tiene un problema con el licor? #MensajeDirecto.

"Me estresaba pensar que alguien lo invitara a tomar porque ya me veía preocupada, llamándolo desesperada por no saber su paradero".

"Me estresaba pensar que alguien lo invitara a tomar porque ya me veía preocupada, llamándolo desesperada por no saber su paradero". Foto: EL TIEMPO

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Conocí a César en mi época de universidad. Era toda una historia de amor. Ha sido el único novio que he presentado en casa y que llevé a reuniones familiares. Me sentía comprometida y feliz, pensaba que era la persona ideal para mí y vivía casi en un cuento de hadas. Hasta que la fiesta y el alcohol se cruzaban por el camino.
Él toma desde los 14 años. Primero en las fiestas de su colegio, con amigos de su barrio, en una tribu urbana y luego con personas de la universidad. Fue un patrón que vio y vivió en su casa con su papá y su abuelo y que se complicaba porque el tema del alcohol es totalmente aceptado en la sociedad: "si tomas eres buen parche".
Quizás ese era su problema. Era demasiado ‘buen parche’. No tenía límites para salir corriendo cuando le pintaban cualquier programa. Se perdía los fines de semana, gastaba un montón de plata y luego aparecía, con actitud lastimera, a decirme que era un problema que no sabía ni podía manejar.
Era normal que un viernes saliendo de su trabajo dejará de contestar y apareciera hasta el otro día casi a la hora del almuerzo. Me escribía algún mensaje para vernos luego. Siempre, con tono de víctima arrepentida, enviaba algún mensaje de amor y quedaba listo para llegar a mi casa con el hedor a alcohol y cara de haber dormido en algún sillón incómodo.
Me gustaba pensar que yo era su lugar seguro y que por eso aparecía siempre aparecía conmigo primero. Pero ahora me doy cuenta de que realmente yo era débil y que él sentía que era fácil que me conmoviera por lo que sentía por él.
No quiero juzgarlo ni hacerlo ver como el malo de la película. La adicción al alcohol es una enfermedad que hace que la voluntad de las personas desaparezca y que busquen de cualquier forma cumplir su cometido: salir a las fiestas, embriagarse y luego aparecer como si nada hubiera pasado.
El problema es que el alcoholismo afecta a los que viven cerca del alcohólico. Uno simplemente ve como la vida se estanca. No avanza.
Muy tarde me di cuenta de que detuve todo mis planes para vivir los de él. Andaba con temor de hacer lo que me gustaba, de salir con mis amigos o de simplemente ir a mi casa sin César porque sabía que se iría a tomar y solo hasta el día siguiente sabría de su paradero.
Y aunque odiaba el plan de andar en un parque con su grupo viéndolos tomar, lo acompañaba porque me afanaba que no se controlara y terminara amaneciendo en un lugar desconocido.
Durante tres años luché. Quería salvarlo de un destino que él mismo escogía todos los días. Dejé de lado mis sueños, mis proyectos y la visión de mi vida por dedicarme a cuidarlo. No fue algo que me pidiera, y por eso no lo puedo culpar. Esas son las dinámicas generadas por esa enfermedad. Un victimario, un salvador. Un héroe, un antagonista.
Lo terrible, por lo menos para mí, era que la otra parte de la relación fluía con normalidad: hacíamos planes de novios, visitábamos a nuestras familias y sentíamos como todo en nuestra vida de pareja funcionaba bien. Pero los fines de semana se volvieron un tormento.
Me estresaba pensar que alguien lo invitara a tomar porque ya me veía preocupada, llamándolo desesperada por no saber su paradero y esperando que una vez más llegara a decirme lo duro de su vida, lo complicado que era controlarse frente al trago y lo mucho que odiaba pensar en repetir la historia de su papá.
El problema es que el alcoholismo afecta a los que viven cerca del alcohólico. Uno simplemente ve como la vida se estanca. No avanza
Luego de sus episodios de desaparición llegaban los de culpabilidad. Lloraba desconsoladamente, hablaba de sí mismo como si fuera el peor ser de la historia. Me decía que lamentaba hacer las cosas mal, que sentía que su vida estaba ligada a la forma en como su papá hacía y hace las cosas. Y que por eso mismo no merecía nada bueno para él. Todo lo que me decía me dolía profundamente y yo solo buscaba poder arreglarle el corazón.
Creo que también seguí con fe en su cambio porque ya había dejado otros hábitos dañinos como el consumo de drogas, el uso de violencia para defender sus causas personales. Pero al parecer el alcohol solo fue el reemplazo de todo eso. Ese era el efecto placebo para borrar sus adicciones.
Llevo más de dos meses de haber terminado con él. Pero solo fue hasta hace una semana que lo bloqueé completamente de mis redes sociales. Lo hice, en especial, para no volver a saber de sus mentiras y manipulaciones. Esto, luego haber de quemado todos los cartuchos posibles. Pedí ayuda a su familia, a sus amigos, conocidos e incluso le conseguí el o de una psicóloga que no le iba a cobrar la primera consulta. Y sinceramente aún guardo la esperanza de que él consiga cambiar, pero definitivamente no a mi lado.
Recuerdo haber ado a su abuela, haber comentado el problema con su mamá y su hermana. También haberles escrito a algunos de sus amigos. Todos me decían que lo sentían, que veían la inmadurez que él tenía, que les parecía terrible lo que hacía, pero hasta ahí llegaba el tema. Sin importar las evidencias que les mostraba acerca de que no se trataba únicamente de algo de madurez, no hicieron nada.
A todos los que leen y están pasando por este problema, que saben o conocen alguien que está atravesando por esta situación, quiero dejarles un mensaje: lo más difícil es aceptar que no es un simple problema de tragos.
Es una enfermedad que va rompiendo, de forma silenciosa y desde adentro, la esperanza de que algo bueno pueda suceder. Mi historia no terminó, por ahora, en que César ahora tiene una vida nueva. No lo sé. Pero me fui por mi propia salud mental.
Estaba en una ruleta de sensaciones, con esperanza por días, cansada en otros, egoísta, frustrada.
A todos los que leen y están pasando por este problema, que conocen alguien que está atravesando por eso, quiero dejarles un mensaje: lo más difícil es aceptar que no es un simple problema de tragos 
Pero nadie puede estar cargando la maleta del otro ni haciéndose responsable por las decisiones de los demás. Cada uno debe encargarse de su vida, esta es una enfermedad que con cada trago se va volviendo más grande y más dañina para cualquier tipo de relación.
Repito, si alguien está leyendo esto y sufre de alcoholismo, por favor busque ayuda, esto le puede costar la vida. Si por el contrario, usted es la pareja o familiar de un alcohólico pida una mano, no se guarde todo, porque también está en riesgo.
María Camila
¿Tiene una historia de amor curiosa o poco común? Nos interesa conocerla y publicarla en #MensajeDirecto. Escríbala y envíela a los correos [email protected] y [email protected] y lo aremos. Debe tener un mínimo de extensión de dos hojas y un máximo de cuatro hojas.

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