Ibi Roncaioli se creyó afortunada por ganar cinco millones de dólares canadienses (más de 15 billones de pesos colombianos), junto con un amigo en la lotería, pero no sabía que este triunfo le traería la muerte a manos de su amado.
La pareja vivió en paz hasta cuando llegó la desorbitante cantidad de efectivo y decidieron comprar una mansión en Thornhill, vecindario ubicado en Ontario (Canadá).
Desde ese momento comenzaron a distanciarse, hasta que ya no compartían y prácticamente tenían vidas separadas en la misma casa, lo que conllevó a la tragedia.
Esta es su historia.
Así se gastó el dinero de la discordia
La mujer originaria de Hungría, quien trabajaba en un salón de belleza al momento de ganar el dinero, al parecer, comenzó a llevar una vida secreta con la llegada de la fortuna.
Este cambio se debió al distanciamiento con su esposo, Joseph Roncaioli, que ejercía como ginecólogo en la zona.
Ella vivía en el alcoholismo, el abuso de drogas y apostaba en casinos todo su dinero.
Además, según información recopilada por el medio local 'Toronto Star', la fallecida llegó a regalar 800.000 dólares canadienses (más de dos billones de pesos colombianos) a un hijo que tuvo con su esposo, la misma cantidad, a uno que había tenido con otro hombre y otros dos millones (más de seis billones en pesos colombianos) a un hombre que resultó ser un descendiente que tenía en secreto.
La tragedia llegó en julio de 2003, cuando Ibi fue encontrada muerta con misteriosas marcas de inyección en las piernas y en los pies. Lo que llevó a las autoridades a iniciar una investigación que develó la macabra verdad, había sido asesinada por su pareja.
Después de seis meses, el hombre confesó haber inyectado a su mujer con analgésicos en dos ocasiones ese mismo día.
El homicidio ¿involuntario?
El médico declaró en la corte de Newmarket, pueblo canadiense, que había sido un accidente.
Ibi tenía seis onzas de alcohol en su sistema, los cuales causaron su muerte en conjunto con los analgésicos. Entonces, la defensa sostuvo el caso un supuesto homicidio involuntario.
Joseph testificó que la inyectó en un intento de adormecerla para poder extraerle sangre y hacer exámenes médicos, ya que sentía que su salud había ido en decadencia rápidamente.
Por su parte, el ente acusador argumentó que el hombre estaba enojado porque su pareja no dejó suficiente dinero para su jubilación, además de descubrir que en la caja fuerte no quedaba dinero y que ella lo había suplantado para pasar varios bienes a su nombre.
Además, según la Fiscalía, los vecinos y un agente de bienes raíces, quien encontró a la mujer desplomada en la mansión y llamó a emergencias, vieron muy nervioso a Roncaioli, quien se ó con su contador, en vez de ayudar a su esposa.
"El doctor Roncaioli inyectó imprudentemente o deliberadamente a su esposa un cóctel de drogas que causó su muerte", dijo el fiscal Martin Dionne en una de las audiencia.
Al finalizar el juicio, en 2008, la juez Jane Ferguson llegó a la conclusión de que la muerte de Ibi se parecía "más a un asesinato que a un homicidio accidental (...) Fue intencional, no espontáneo".
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