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'Me acosté con el mejor amigo de mi ex y terminé enamorada de los dos'

La historia amor y desamor de tres jóvenes que aún no termina. Nueva entrega de #MensajeDirecto.

Los dos tienen novia actualmente y aún así sé que los dos están dispuestos a estar conmigo.

Los dos tienen novia actualmente y aún así sé que los dos están dispuestos a estar conmigo. Foto: Imagen generada con Bing

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LÍDER EDITORIAL DE IAActualizado:

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Este es #MensajeDirecto, un formato con el que EL TIEMPO busca darles un espacio a sus lectores para contar aquellas historias de amor o vivencias personales que se consideran poco comunes. Aunque usted no lo crea, alguien se identificará con su relato. No olvide que, en medio de las diferencias, todos reímos y sufrimos en el mismo idioma. Conozca esta nueva historia.
Así es, me enamoré del mejor amigo de mi ex de la forma más tonta en la que uno se puede enamorar de alguien: teniendo sexo con él.
Todo comenzó en febrero del 2016, en un momento de despecho, llorando por el que creía que era el amor de mi vida, saliendo de la relación, que ahora entiendo, es la relación más tóxica que he tenido.
Fue tanta la conexión, que en su casa fui bien recibida
Iba en tercer semestre de universidad, tenía muchos amigos y era muy sociable. En varias ocasiones esos amigos me comentaban el parecido que tenía a un chico de apodo 'Crispi', alguien del mismo semestre y de la misma carrera que yo cursaba, pero con el que no había tenido la oportunidad de coincidir.
Nunca presté mucha atención a esos comentarios, no conocía a esa persona, pero sabía que el parecido estaba en nuestro amor por los planes ‘pesados’, que no es otra cosa que las fiestas y descontrol a un alto nivel.
Un día, en esos bajones emocionales tras la ruptura, fui a la casa de un amigo a desahogarme. Para hacer un mejor ambiente y distraerme permití que mi amigo invitara a más amigos a su casa, es ahí cuando conocí a Cristian.
Sin saber su nombre, ni que él era el tal ‘Crispi’ del que tanto hablaban, quedé flechada, lo vi a los ojos y vi la maldad en ellos. Tenía pinta de ser de esos hombres mujeriegos y sin sentimientos. Irónicamente, eso fue lo que me gustó. Era consciente de que si me permitía iniciar algo con él iba a terminar mal.
Escuché a lo lejos que alguien lo llamaba por su apodo. Me sorprendí al darme cuenta de que ese chico del que tanto me hablaban era el mismo que me había encantado, así que no desaproveché la oportunidad y, aún sabiendo los riesgos, sólo necesité un par de minutos para acercarme a él.
Tuvimos una conexión espectacular, esa misma noche dormimos juntos y me encantó. Me gustó tanto que terminé toda la semana en su casa, donde vivía con sus papás.
Fue tanta la conexión, que en su casa fui bien recibida. Claramente su mamá no sabía que era una mujer que su hijo acababa de conocer. Fueron casi 7 días en los que su familia me dio el desayuno al despertar, íbamos a la universidad, almorzábamos juntos, íbamos a mi casa por ropa, etc.
Compartimos en diferentes espacios porque teníamos varios amigos en común, y terminamos en su cama todas las noches.
Tras dos meses de constantes salidas y mucha diversión, él me pidió que le presentara a mis papás.
Yo vivía sola en Bogotá y mis papás vivían en un pueblo cercano, por esto tenía tanta libertad y tiempo para estar con él.
Sin pensarlo los llamé y les dije que llevaría a un amigo, porque sí, hasta ese momento lo seguía viendo solo como un amigo. No era consciente de mis sentimientos hacia él, para mí era una atracción física nada más. Aunque él sí me presentaba como su novia.
A pesar de eso, dejaba que me dijera ‘amor’, ‘vida’ y me tomara de la mano. No me molestaban estas actitudes, no teníamos nada serio, pero tampoco éramos un simple polvo, así que lo dejaba ser tierno conmigo siempre y cuando no lo hiciera delante de mis papás.

Solo cuando se alejó, descubrí lo que sentía

Él me miró a los ojos y me dijo que yo ya no le interesaba.

Él me miró a los ojos y me dijo que yo ya no le interesaba. Foto:Imagen generada con Bing

Cuando él volvió a Bogotá comenzó con un comportamiento raro y en menos de una semana me ‘ghosteo’ (término que se refiere a la acción de ignorar repentinamente a alguien con quien se estaba saliendo o manteniendo una conversación). Fue ahí cuando me di cuenta de que lo que yo sentía por él no era algo solamente sexual.
Que me dejara de hablar fue un golpe duro en el corazón, me estrellé con la realidad: me había enamorado de ese hombre, pero hasta ese momento no lo había querido reconocer.
No entendía por qué ese cambio repentino si él se había esforzado tanto en conocer a mi familia y en involucrarse en mi vida. Así que, cuando volví a Bogotá, le hablé con la excusa de devolverle una chaqueta que había dejado en casa de mis papás por lo que nos pusimos una cita en la universidad.
- Camila, quiero decirte que volví con Giselle. Fue lo primero que me dijo al verme.
Me miró a los ojos y me dijo que había vuelto con su ex, esa misma chica que lo había dejado por ir detrás de otra mujer.
Cuando lo escuché sentí que algo dentro de mí se rompía. Y terminó de romperse cuando me dijo que conmigo no sentía ninguna afinidad más allá de la sexual, que yo no lo complementaba en ningún aspecto de su vida.
Yo no entendía nada, ¿qué significaron esos meses juntos? Él me trataba como su novia, me presentó a sus amigos, a su familia, se interesó en conocer cada detalle de mi vida y luego desapareció.
Fue la primera vez en mi vida que dudé de mi forma de ser y del ritmo de vida que llevaba. Ese día mi estado de ánimo llegó al piso, lloré como nunca, pero al poco tiempo, decidí que me iba a vengar y recordé que su mejor amigo, durante todo el tiempo que estuvimos saliendo, me coqueteó.

Quería venganza

Pensé: tengo que vengarme, pero tengo que hacerlo bien. Así fue como comencé un plan, en donde Pablo, su mejor amigo, iba a ser una ficha clave.
Yo le correspondía a su coqueteo, pero por WhatsApp. Cuando nos encontrábamos en las clases o coincidíamos en eventos sociales era amable con él, pero distante.
Así pasaron cuatro meses hasta que un día, para mis cumpleaños, él llegó con chocolates y rosas y me pidió que saliera con él. Me sorprendió un poco, pero eso significaba que él estaba muy interesado y que era el momento de comenzar con la venganza.
Me sorprendió un poco, pero eso significaba que él estaba muy interesado.

Me sorprendió un poco, pero eso significaba que él estaba muy interesado. Foto:Imagen generada con Bing

Lo disfruté como nunca y no me importó que Pablo estuviera en el mismo lugar
Acepté su salida ese mismo día. Él esperó a que mi última clase acabara, cerca de las 10 de la noche. Fuimos a el chorro de Quevedo a tomarnos algo y luego terminamos en un motel.
Físicamente, Pablo no me gustaba para nada. Sin embargo, esa noche dormimos juntos. Mi intención era enamorarlo.
Al otro día fui a mi casa, me arreglé, fui a clase y no le volví a hablar como una estrategia para confundirlo y que buscara una explicación. Y así fue: volvió y yo continué con mi plan; le daba algo de felicidad y luego se la quitaba.
Pablo comenzó a involucrarse aún más en todas mis actividades, conocía a mis amigas y los lugares que frecuentaba.
Un día, en medio de una borrachera, él me ayudó, me llevó a su casa, me cambió de ropa, me preparó algo de comer y dormí allí sin que tuviéramos ningún encuentro sexual. En ese momento cambió mi forma de pensar, me di cuenta de que era muy detallista conmigo y me cuidaba mucho. Estaba logrando mi objetivo.
Comencé a verlo aún más, porque, aunque no me gustaba físicamente, me gustaba la atención que me daba. Además, Cristian comenzaba a sospechar y ese era mi principal objetivo.
Siempre que terminábamos nuestros encuentros, yo me ponía mi ropa y me iba. Él me pedía que me quedara y me hablaba de tener algo serio, de formalizar la relación.
Un día, después de acostarnos, me miró a los ojos y de forma seria me dijo que no me fuera y que si lo hacia las cosas se iban a acabar, que él no estaba dispuesto a continuar en esa incertidumbre.
Yo decidí ignorarlo, no le respondí nada y entré al baño sin imaginarme que en cuestión de segundos él se pondría su ropa y se iría.
¿Cómo me sentí? Quedé en 'shock'. No sé si fue un golpe en el ego o me di cuenta, de nuevo, de que estaba enamorada. Solo sé que verlo irse me dolió.
Al otro día lo busqué, le pedí perdón y le dije que estaba dispuesta a estar con él. Éramos dos personas jóvenes, solteras, con una conexión increíble ¿por qué no darnos una oportunidad?
Le abrí mi corazón y lo que recibí de vuelta fueron engaños y mentiras.

Le abrí mi corazón y lo que recibí de vuelta fueron engaños y mentiras. Foto:iStock

Él me miró a los ojos y me dijo que yo ya no le interesaba. Otra bala justo al corazón. Yo no entendía nada, pensé que lo tenía en mis manos, pero no, él simplemente dejó de hablarme, tal y como lo hizo Cristian.
Pasaron un par de años y en 2019, Pablo y yo comenzamos a hablar de nuevo. Me invitó a una finca con todos sus amigos y yo decidí aceptar porque una de mis mejores amigas iba a estar allí.
Cuando llegamos al lugar yo ya estaba algo tomada y la primera persona que vi al llegar fue a Cristian. Mi reacción fue decirle a Pablo que me llevara a dormir a una habitación. Necesitaba descansar y si seguía tomando, la iba a embarrar.
Pablo me llevó a dormir y dejó la puerta de la habitación con llave porque yo no quería que nadie entrara a molestar. Tenía miedo, sabía que Pablo me interesaba y ver a Cristian me confirmó que no lo había olvidado. 
En la madrugada sentí que alguien tocó a mi puerta. Era Cristian, diciendo que necesitaba hablar conmigo y sin pensarlo le abrí. Comenzamos a discutir por el pasado, esa fue la primera vez que él me reclamó por acostarme con Pablo.
"Dime a la cara que no quieres estar conmigo y yo me voy", me dijo Cristian.
Me repetía una y otra vez esa frase y nunca pude decirle que no. Así que esa noche dormimos junto. Lo disfruté como nunca y no me importó que Pablo estuviera en el mismo lugar, aunque tuve que verlo llorar por lo que estaba pasando.

Una historia que aún no acaba

Cuando volvimos a Bogotá los dos dejaron de hablarme, de nuevo. Luego comenzó la pandemia y yo me devolví al pueblo de mis papás. Comencé a trabajar remoto y a hacer nuevos amigos en la zona.
En el 2023 decidí ir al Estéreo Picnic con mis amigas de la universidad, por lo tanto las posibilidades de ver a Pablo y a Cristian eran altas.
Cuando Pablo se enteró, lo usó como excusa para hablarme de nuevo. Teníamos conversaciones muy casuales y vagas, pero cuando llegó el día del evento volvió a pasar lo de años atrás.
Durante los días del Estero Picnic hubo muchas miradas, pero pocas palabras. Pasaron unos días y las conversaciones con Pablo continuaron, hasta que un día decidió visitarme en mi pueblo.
Lo recibí en mi apartamento, pasamos un fin de semana espectacular, hablamos hasta altas horas de la noche, reímos y cenamos. Fue un fin de semana que yo creí inolvidable.
Él me prometió el cielo y las estrellas, me dijo que las cosas esta vez iban a ser diferentes, incluso me dijo que me amaba, pero nuevamente nos alejamos.
Ahí me di cuenta que estaba en un círculo vicioso y decidí soltar a Cristian. Ahora, los dos tienen novia, pero aún así sé que los dos están dispuestos a estar conmigo.
Actualmente, aunque no dejamos de hablar con Pablo, tenemos constantes peleas porque no deja de aparecer y desaparecer. Aunque ya le propuse que intentáramos formalizar la relación, él dice que es imposible. Tiene miedo de lo que nuestro círculo social pueda pensar, tiene miedo de lo que diga Cristian y tampoco quiere dejar a su novia.
Yo ya me resigné, sigo trabajando en mi relación de tres años con un hombre que me ama, me respeta, me apoya en mis proyectos y que podría ser el amor de mi vida, pero en el fondo sigo esperando la próxima visita de Pablo o su rechazo definitivo para ir a buscar a Cristian.
¿Tiene una historia de amor curiosa o poco común? Nos interesa conocerla y publicarla en #MensajeDirecto. Escríbala y envíela a los correos [email protected] y [email protected] y lo aremos. Debe tener un mínimo de extensión de dos hojas y un máximo de cuatro hojas.

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