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'Fui a recoger mi beca universitaria a pie porque no tenía dinero'
Reynaldo Hernández, pese a todas las dificultades económicas, logró estudiar y tener dos carreras.
La vida siempre me ha demostrado que para cumplir mis sueños debo ser fuerte y luchar contra las adversidades, eso es lo que he hecho durante 32 años, esforzarme y ser responsable con mi vida para salir adelante y ayudar a mi familia.
Empecé mi vida en Cartagena junto a mis papás, quienes se fueron muy jóvenes a vivir al 'corralito de piedra' luchando contra la pobreza y labrándonos un mejor futuro a mi hermana y a mí.
Cuando era pequeño les ayudaba en el trabajo, mi mamá quien es del Carmen de Bolívar, trabajaba como empleada doméstica, y mi papá que es de Ciénaga de Oro, siempre trabajó como vendedor ambulante, ¡trabajaban muy duro!, y aún así, vivíamos con lo necesario y básico para sobrevivir, nuestra calidad de vida era baja y dura.
Mi nombre es Reynaldo Hernández y acá les cuento la historia de cómo logré cumplir mis sueños, aunque algunas veces no tuve los recursos necesarios para hacerlo, con decirles que fui a recoger mi beca universitaria a pie porque no me alcanzaba el dinero.
Desde pequeño siempre hice grandes esfuerzos
Vivíamos en el barrio Nelson Mandela, en esa época era de invasión, nuestra primera casa era hecha de carpas, las condiciones en las que vivíamos eran infrahumanas.
Con el paso del tiempo mi papá adquirió un terreno y construimos nuestra casa con tablas de madera.
Todos estos esfuerzos hicieron que yo adquiriera un sentido de responsabilidad
A mis papas se les dificultaba solventar todas las necesidades en la casa, por esta razón tomé la decisión de empezar a vender productos a mis compañeros del colegio cuando yo estaba en bachillerato, vendía empanaditas y deditos que mis papás hacían. En las mañanas trabajaba en las calles con ellos y en las tardes me iba a estudiar, y así, cansado, me tocaba irme caminando de mi casa al colegio, quedaban bastante retirados.
Todos estos esfuerzos hicieron que yo adquiriera un sentido de responsabilidad, si quería cumplir todos mis sueños, la lucha y el sacrificio eran palabras que no faltaban día a día. Valoraba cada una de las cosas que lograba porque sabía que las había obtenido con el sudor de mi frente, ¡literal!.
Mis papás siempre me inculcaron el amor por el trabajo y la educación, esa era la única forma en la que podíamos salir adelante como familia.
Las pocas posibilidades de acceder a la educación superior
Cuando estaba a punto de terminar mi bachillerato empezó la preocupación con algunos de mis compañeros que sabíamos que no podíamos pagar una universidad.
La trabajadora social del colegio empezó a investigar de qué manera podíamos acceder a la educación de forma gratuita, y encontró la beca que ofrecía la Universidad Tecnológica de Bolívar (UTB) llamada el Premio a la Excelencia y Talento Caribe, una oportunidad única.
Recuerdo que presentamos diferentes exámenes para poder participar en la beca, por fortuna yo me destacaba académicamente, logre sobresalir en materias como química, física y matemáticas. Después de ver mis resultados y evaluar las condiciones en las que vivía, me llamaron de bienestar universitario a avisarme que tenía entrevista con la psicóloga de la empresa Esenttia.
Le demostré las ganas que tenía de estudiar, de progresar y de salir adelante, mi vida hasta ese momento no había sido nada fácil
Llegó el día de la cita y mi mamá me acompañó, me presente junto con dos de mis compañeros, para mí fue una sorpresa, pero eso no afectó el desempeño que yo iba a tener.
La charla con la psicóloga fue muy amena, le demostré las ganas que tenía de estudiar, de progresar y de salir adelante, mi vida hasta ese momento no había sido nada fácil, las condiciones en las que yo había crecido y en las que vivía en esa época me ayudaron a que esta empresa me diera una oportunidad.
Días después me notificaron que había sido elegido como uno de los afortunados en ganarme la beca, para mí fue una sorpresa que me patrocinaran el 100 % de esta, fue un orgullo y un capítulo de mi vida que en mi familia nunca van a olvidar.
Así aproveché la confianza que depositaron en mí
Inicié mi primer semestre en la UTB estudiando ingeniería eléctrica, que diferencia en comparación con el colegio, tuve que adaptarme a un ritmo totalmente diferente, y mientras eso, obtuve notas normales y regulares, algo a lo que no estaba acostumbrado a demostrar académicamente, ¡no podía fallarle a las personas que habían confiado en mí!
Para hacer este proceso más fácil, creamos un grupo de becados y hacíamos todos los trabajos juntos, ahora sí obteníamos las mejores notas. Nuestros resultados fueron tan llamativos, que hasta los estudiantes no becados querían hacer los trabajos con nosotros, mi etapa de pregrado fue una de las mejores experiencias que he tenido en la vida.
Durante este proceso había cursado algunas materias para obtener mi segundo título, pero esto se detuvo cuando me tocó realizar las prácticas de mi primera carrera.
Yo quería hacerlas en la empresa que me había dado la oportunidad de estudiar, al comienzo me frustró que este lugar no recibía practicantes, pero el valor y la voz de mi mamá que conversó con la persona encargada de las prácticas en mi universidad y quien después se comunicó con la empresa y le comento el caso, logré hacerlas en el lugar que yo tanto deseaba.
Por el buen desempeño y lo rápido que aprendí en la empresa, me felicitaron y me premiaron contratándome como ingeniero auxiliar, por lo que aún no me había graduado, ¡la vida seguía sonriéndome!, tiempo después fui creciendo laboralmente hasta llegar a ser coordinador de mantenimiento.
Más adelante retorné nuevamente a la universidad para completar mis estudios y me gradué de mi segundo título como ingeniero electricista. Mientras trabajaba en esta empresa a la que tanto le agradezco, realicé dos especializaciones, obviamente en mi alma mater la UTB.
Ahora soy la persona que tanto soñé ser de niño
Actualmente estoy realizando una maestría en istración de empresas en la Universidad del Norte, sigo trabajando en la empresa Esenttia y me desempeño como jefe del departamento de mantenimiento de instrumentación. Aún me patrocinan el 70 % de la maestría.
Vivo con mi esposa y mis dos hijos, de tres y seis años, a quienes les enseño día a día que deben luchar por sus sueños, los motivo para que salgan adelante por sus propios medios, la vida me ha demostrado que no es para nada fácil, y aunque ellos han tenido un estilo de vida diferente al mío, los sueños se cumplen con sacrificios y lucha, así como lo ha hecho mi hermana a quien también le ayudo a pagar sus estudios.
Siempre me motivó, me animó y estuvo pendiente de cada logro o cada falla que yo tenía a lo largo de mi proceso
Le agradezco a mi mamá por siempre motivarme, fue un pilar fundamental en mi vida para llegar a donde estoy. Siempre me animó y estuvo pendiente de cada logro o falla que yo tenía a lo largo de mi proceso.
Mis papás siempre nos mostraron a mi hermana y a mí la manera correcta en la que nos teníamos que comportar, esto fue necesario para que no nos desviáramos del camino, nos motivaban emocional y mentalmente.
Algo que siempre recuerdo es la manera en la que nos mostraban ejemplos tanto positivos, como negativos, lo que no teníamos que hacer, pero sí lo que teníamos que aprender para sacarnos como familia de los momentos tan malos que vivimos en muchos años.
A pesar de todas las situaciones que viví, considero que mi vida ha sido muy feliz y afortunada. Momentos felices como el nacimiento de mis hijos, el obtener la beca, darles la primera casa a mis padres, casarme y seguir creciendo como profesional, son algunos de los momentos que más han marcado mi vida.
Foto:Archivo particular
Con mi relato quiero dejar dos mensajes, el primero va para las empresas, apoyen a todos los jóvenes que tienen los deseos de estudiar y no tienen los recursos para hacerlo, todas las acciones buenas que uno tiene en la vida se devuelven duplicadas, de esta manera ayudarán a construir una sociedad mejor, en mi caso, una oportunidad como esta, cambió mi vida del cielo a la tierra y aún lo agradezco profundamente.
Ahora me dirijo a los estudiantes, valoren cada oportunidad que les otorgue la vida, ya que muchas veces pocos pueden acceder a estas, no defrauden a sus familias y a las personas que desde un comienzo los han apoyado.
Sean visionarios de su futuro, las condiciones adversas y difíciles hacen decaer a las personas muchas veces, pero así mismo fortalecen y endurecen el alma. El esfuerzo y la disciplina son actitudes que nunca pueden faltar si se quiere salir adelante.
*Este escrito contó con la investigación y edición de Karol Johanna Galindo Rincón, periodista de ELTIEMPO.COM