Mucho se sabe sobre la salud de Hitler y un tema recurrente es, por ejemplo, su adicción a las anfetaminas. Sin embargo, poco se habla de uno de sus mayores temores: perder su voz, la misma con la que movilizaba a las masas.
Al parecer, Adolfo Hitler era un hipocondríaco y tenía un miedo constante a padecer de cáncer de garganta, como lo había hecho el Kaiser Friedrich III, y perder la voz. Carl Otto von Eicken fue el hombre que se la devolvió, como se pudo conocer en las cartas que Robert Doepgen, un descendiente suizo de este otorrinolaringólogo, dio a conocer al periódico 'NZZ am Sonntag'.
El primer examen de las cuerdas vocales de Hitler por parte de von Eicken tuvo lugar el 15 de mayo de 1935. Según informa el medio alemán: "El Führer estaba obviamente convencido de que estaba gravemente enfermo".
"Si hay algo mal, tengo que saberlo absolutamente'", le decía a von Eicken. El médico también relató un diálogo con Hitler, que muestra cuánto el Führer se inclinó ante el consejo de von Eicken, quien permanecería con él durante los próximos diez años a partir de ese momento", reporta 'NZZ am Sonntag'.
A la primera operación exitosa de las cuerdas vocales de Hitler, siguieron decenas de consultas y reuniones con el médico hasta que falleció y terminó la guerra. El tataranieto de von Eicken encontró las cartas que prueban esta larga relación cuando investigaba archivos familiares para un proyecto escolar. Von Eicken murió en 1960.
La autenticidad de estos documentos fue comprobada por el investigador británico Richard J. Evan, quien mencionó en entrevista con 'NZZ am Sonntag' que las dos cirugías por sobreesfuerzo de las cuerdas vocales mencionadas en las cartas son hechos ampliamente conocidos y que las cartas confirman el miedo que Hitler tenía a padecer cáncer de garganta. Aunque resalta el hecho de que von Eicken no mencionara el Parkinson que el Führer padecía en la mano izquierda.
El experto resaltó además la importancia que tuvo la voz en el ascenso de Hitler. "Cuanto más tiempo estuvo Hitler en el poder, menos habló. En 1944, ya casi no hablaba en público. Pero su voz fue crucial para su ascenso al poder. Por lo general, comenzaba sus discursos con mucha tranquilidad, con el fin de aumentar gradualmente la intensidad emocional. Y al final de sus grandes discursos, como en el Congreso del Partido en 1934, solo gritaba y aullaba. Hitler tuvo un gran impacto emocional en sus oyentes", le dijo Evan a 'NZZ am Sonntag'.
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