El objeto más sucio de la casa que hay que lavar continuamente: no está en el baño ni en la cocina

Un estudio liderado por la reconocida empresa especializada en artículos para el hogar Amerisleep, arrojó resultados sorprendentes sobre la cantidad de bacterias que pueden acumularse en un elemento cotidiano de su dormitorio: la almohada.

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​Según este estudio, una almohada sin lavar puede albergar hasta 3 millones de bacterias, superando por unas 17,000 veces el promedio de microorganismos encontrados en un inodoro.

Pero el problema no se limita solo a las almohadas. El análisis llevado a cabo también en colchones y sábanas reveló que estas últimas actúan como verdaderos reservorios de gérmenes, pudiendo desencadenar una serie de enfermedades potencialmente dañinas si no se les presta la debida atención en términos de limpieza y cambio frecuente.

Un dato preocupante es el encontrado en un estudio de 2020 que demostró la presencia significativa de contaminación viral, particularmente en sábanas, fundas de almohadas y fundas de edredones, después de que un paciente presintomático de COVID-19 utilizara una habitación de hotel.

Los objetos de tela o tapizados, como almohadones, sillas y cortinas, también son difíciles de limpiar adecuadamente, lo que significa que podrían ser portadores de gérmenes sin que usted se dé cuenta. Por tanto, es recomendable lavarse las manos después de manipularlos para reducir el riesgo de contagio.

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Los elementos de tela o tapizados, como almohadones, sillas y cortinas, pueden ser complicados de limpiar y es posible que no se desinfecten completamente más allá de eliminar manchas visibles. Por lo tanto, es recomendable lavarse las manos después de manipularlos como medida de precaución.

Según especialistas consultados por ‘Milenio’, existen diversas afecciones que pueden surgir como resultado de esta negligencia:

• Estrés y alteraciones del sueño: un ambiente de descanso limpio y fresco es clave para garantizar una buena calidad del sueño.
• Alergias: los ácaros del polvo, presentes en las sábanas sucias, pueden desencadenar reacciones alérgicas en algunas personas, manifestadas a través de síntomas como estornudos, picazón en la nariz o los ojos, congestión nasal, entre otros.
• Asma: la exposición a los ácaros del polvo puede desencadenar ataques o exacerbaciones en personas asmáticas.
• Rinitis alérgica: los ácaros de la cama son una de las principales causas de este tipo de alergia, caracterizada por congestión nasal, estornudos y picazón en nariz y ojos.
• Dermatitis atópica: en algunos individuos, los ácaros pueden empeorar los brotes de eczema, resultando en piel roja, inflamada y con picazón.

Según Lindsay Browning, neurocientífica y experta en sueño, lo ideal es cambiar las sábanas una vez a la semana o cada dos semanas, aunque esta frecuencia puede aumentar durante períodos de altas temperaturas o en caso de ola de calor.
 
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Además, si se padece ciertas condiciones médicas o alergias, puede ser necesario cambiarlas con mayor frecuencia, incluso cada tres o cuatro días, para reducir la acumulación de alérgenos y bacterias.