Hasta hace cinco años, Max Dow era solo uno más de los muchos gatos callejeros que deambulaban por las calles de Fair Haven, en el estado de Vermont, Estados Unidos. Sin embargo, su vida dio un giro inesperado cuando una familia local lo adoptó, ofreciéndole un hogar y, sin saberlo, el cariño de una institución académica cercana.
Con el tiempo, Max se convirtió en una figura carismática y querida en la Universidad Estatal de Vermont, ubicada en el barrio de Castleton. Su presencia se hizo tan habitual y su influencia tan positiva entre la comunidad estudiantil y docente, que la institución decidió otorgarle un doctorado honoris causa en literatura, aunque con un juego de palabras muy particular: "litter-ature", haciendo referencia a su naturaleza felina.
Desde la universidad, destacaron que Max ha sido “un miembro afectuoso de la familia del campus durante años”. La decisión de concederle este honor fue celebrada con un rotundo ronroneo de aprobación por parte de la facultad y la junta directiva de Vermont State, quienes enfatizaron que el título venía acompañado de todos los beneficios de la hierba gatera, los privilegios de un rascador y las responsabilidades propias de la caja de arena.
Ashley Dow, dueña de Max, compartió con el sitio web de noticias local 'Vermont Public' que la ceremonia de titulación se llevó a cabo tras la graduación de los estudiantes de últimos cursos. Explicó también que el gatito empezó a visitar el campus hace cuatro años, y desde entonces, ha sido fuente de alegría y apoyo emocional para muchos estudiantes, quienes disfrutan llevándolo en sus mochilas, tomando selfies con él y encontrando consuelo en su compañía.
Sin embargo, la vida de Max no ha estado exenta de desafíos. Ha tenido encuentros hostiles con otros gatos salvajes del área, lo que llevó a la comunidad universitaria a protegerlo activamente. Ashley incluso ha distribuido carteles por el campus solicitando que, si alguien ve al animal después de las cinco de la tarde, lo lleven de vuelta a casa.
“Los estudiantes realmente lo han traído a casa en numerosas ocasiones”, dijo Ashley Dow a Vermont Public. “O tienen mi número y recibo mensajes de texto de estudiantes al azar que me dicen: ‘Max está bien, está junto al invernadero’ y todo eso”.
La preocupación por su bienestar ha sido tan grande que, tras una ausencia prolongada en una ocasión, los estudiantes llegaron a erigir un santuario en su memoria, creyendo que algo malo le había sucedido. “Tenía velas y todo, y la foto de Max que habían impreso y enmarcado”, recordó Ashley a 'Vermont Public'.
Más noticias en EL TIEMPO
*Este contenido fue reescrito con la asistencia de una inteligencia artificial, basado en la información publicada por La Nación (GDA), y contó con la revisión de la periodista y un editor.