Los campesinos Brayan, Yonier y Julián hacen parte de ‘Los Escachaitos’.
El mundo digital les abrió las puertas y hace pocos meses comenzaron a compartir sus costumbres y conocimientos del campo por medio de TikTok.
La familia vive en la vereda Foraquira del municipio de Jenesano, Boyacá, una tierra productora de ciruela, manzana, durazno, pera y, por supuesto, papa. Al borde de la vía reposa su casa. Este hogar recibió la visita de EL TIEMPO.
Sus vidas han transcurrido entre la labranza de la tierra y el cuidado del ganado. Y en sus perfiles digitales cultivan otro tipo de actividad: poseen 3.7 mil seguidores en Instagram, 7 mil en Facebook y más de 180 mil en TikTok.
‘Los Escachaitos’ se convirtieron en un furor reciente para los internautas.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
‘¡Que viva el campo, que viva!’
Mucha gente de la ciudad no sabe y no entiende cómo llegan los alimentos
“(Las redes son) una oportunidad para mostrar cómo se ordeña y cómo se cultiva. Mucha gente de la ciudad no sabe y no entiende cómo llegan los alimentos. Todo eso tiene una historia y un proceso muy bonito”, comentó Yonier Sánchez Galindo, de 19 años.
Las temáticas de sus clips son tan variadas como fascinantes: sembrar arvejas, desgranar maíz y hasta cosechar arracacha o papa.
‘¡Que viva el campo, que viva!’, es, por decirlo de algún modo, su gran eslogan. Es, también, la frase que late en sus corazones.
La entonación insigne con la cual le ponen punto final a sus videos.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
Vale decir que el camino no ha sido fácil para llegar a donde están. Su madre, quien tuvo nueve hijos en total, afrontó la crudeza de la violencia intrafamiliar.
La casa con nueve hijos
Los nueve hermanos se criaron en una casa de apenas dos habitaciones. El espacio, por fortuna, no fue impedimento para que durmieran en juncos.
“Como éramos bastantes, nos dábamos calor”, recordó Brayan, de 22 años. De esta manera conciliaban el sueño en las frías noches.
No les dejé tierra, pero les di la vida y los saqué adelante
Pero el descanso se veía afectado por su padre, quien, sin importar la hora, tocaba la puerta del hogar con actitud impertinente bajo los efectos del exceso de alcohol.
“El susto era pensar a qué hora llegaba a darnos nuestra muenda. En una época dormíamos debajo de las matas de las vecindades porque el señor no nos dejaba entrar. A las cuatro de la mañana nos levantábamos a trabajar”, mencionó doña María Belén Galindo, madre de ‘Los Escachaitos’.
Su esposo poco o nada ayudó con la crianza y manutención de los hijos. Ella, sacando energías extra, posiblemente de aquel rinconcito incierto y poderoso del ‘amor de madre’, se encargaba de ordeñar vacas y cuidar gallinas para ganar unos pesos y alimentar a la familia.
“No les dejé tierra, pero les di la vida y los saqué adelante”, sostuvo orgullosa, con ahora 59 años.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
En la actualidad solo viven cuatro hijos en la casa de Jenesano. Los demás emprendieron camino en Bucaramanga y Bogotá. Ahorraron y sacaron un préstamo para ampliar las habitaciones y mejorarle poco a poco la vivienda a la casi sexagenaria.
Trabajo o estudio: un dilema a veces recurrente
‘Los Escachaitos’ no terminaron sus estudios de bachillerato.
“Nosotros pensamos: ‘Vamos a trabajar, ganamos nuestra plata, ayudamos a mi mamá económicamente’. Uno piensa que es fácil, pero fue una gran equivocación”, reveló Yonier, quien solo estuvo en el colegio hasta sexto grado.
Nadie los detuvo cuando desertaron. Son parte de los 8 millones de colombianos que trabajan en lo que haya sin contar con algún tipo de estudio o solo con la educación básica primaria, a partir de datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH).
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
El colegio no es obligatorio, pero prestar servicio militar sí lo es
“El colegio no es obligatorio, pero prestar servicio militar sí lo es. Mi mamá ha dicho que ella no va a permitir que ninguno de sus hijos se vaya para el Ejército, así le toque vender las vacas que sea”, aseguró.
Ya lo referenciaba la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en 2018: “Colombia es uno de los pocos países en donde la matrícula en educación básica no es universal”.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
‘Tenemos para ganar mucho y para perder poco’
Brayan vivió unos años en Bucaramanga y se dedicó a oficios varios. En 2018 conoció al mentor de ‘Los Escachaitos’: Joe McGlawn, trabajador estadounidense de una aerolínea. Él se enamoró de Colombia y encontró en la familia Sánchez Galindo el mejor puente para conocer el país.
“Le comentamos que no teníamos trabajo y él fue el de la idea de hacer videos. Dijimos ‘Tenemos para ganar mucho y para perder poco’”, sostuvo.
Los obstáculos para aventurarse en el mundo digital eran la timidez e inseguridad, sin embargo, estaban decididos a mostrar el campo: sus paisajes, cultivos y gastronomía.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
El ápodo del papá y la familia
Tenían que adquirir un nombre y ‘Los Escachaitos’ resultó el ideal, pues así los apodan sus amigos, vecinos y conocidos. La particular palabra viene de la vaca que no tiene cachos (descachada).
De esa manera también llamaban a su tormentoso padre.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
“Había escuchado una vez el cuento sobre una vaca descachada que pastaba en un potrero grande. Cuando la soltaban bebía demasiada agua. La gente comentaba que mi papá cada vez que tomaba cerveza lo hacía, como la vaca, sin parar”, relató Brayan.
El sobrenombre no lo pueden borrar de la familia, pero ellos aclaran que no siguieron el ejemplo de su padre ni beben ‘sin parar’.
“Nosotros no tomamos cerveza; solo agua o jugo, por ejemplo, de mora. Cuando queremos algo más fuerte tomamos juego de lulo”, dijo Yonier dejando escapar unas cuantas risas.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
En abril de 2021, y luego de meditarlo (y de tener el nombre y el empuje), decidieron crear el perfil para la familia en Instagram, Facebook y TikTok.
A esta última red le vieron un potencial valioso para hacerse virales.
Y así ocurrió.
Sin miedo al qué dirán
La gente de por acá dice '¿No les dará vergüenza?'
El pasado mes de mayo, subieron el primer clip a TikTok. ¿De qué trató? Ellos aparecían recolectando moras de uno de los árboles cercanos a su casa. 46 segundos de metraje. No más. No menos.
Ese breve lapso alcanzó casi 20 mil reproducciones. Sumaron casi dos mil ‘me gusta’ en la plataforma.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
Las palabras les salían con algo de temor frente y detrás de la cámara, pero tomaron confianza al recibir comentarios positivos. “Qué video tan hermoso”, “muchos éxitos”, “bendiciones para su campo”, fueron algunos de los espaldarazos de los internautas.
Además de mostrar cómo cosechan, se han dejado de llevar de las tendencias de la red. Con ruana puesta han seguido los pasos de bailes virales.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
“Nos apoya más la gente de las redes sociales, personas que ni nos conocen en persona, que nuestros vecinos. La gente de por acá dice ‘¿No les dará vergüenza?’. No creen en nada, solo sirven para criticar”, sostuvo Brayan.
La señal y el internet deficiente
La familia no fue ajena a los problemas de conectividad que se padecen en las áreas rurales del país, donde aproximadamente 1 de cada 5 hogares cuenta con a internet, según cifras del Gobierno Nacional.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
Acudían a la contraseña del Wi-Fi de una vecina a varios metros de su hogar. No era la mejor, pues un video para Facebook de dos minutos tardaba hasta 5 horas en cargarse en la red.
Toda una odisea digital.
La solución era dejar el computador en el potrero y esperar hasta entrada la noche para volver y constatar que estuviera subido el contenido.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
“Un día contábamos con 8 mil personas conectadas en una transmisión en vivo, pero se cayó el internet”, recordó Brayan mientras sostenía un nuevo celular que Joe, aquel impulsor de la idea, les obsequió para capturar mejores videos y fotografías.
Ellos ahorraron e instalaron una red por la que pagan 55 mil pesos mensuales. El módem está encima del televisor y, quién lo diría, parece un santo al que adoran.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
‘Consejos que valen más que el dinero’
El contenido de ‘Los Escachaitos’ no está monetizado en redes sociales.
A pesar de eso, los cinco meses que llevan en las plataformas han sido gratificantes por los mensajes y algunos obsequios. Por ejemplo, una seguidora les envió camisetas de la Selección Colombia y otro internauta les donó mercado.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
“La gente nos da consejos y nos ayuda a hacer mejor contenido. Son consejos que valen más que el dinero; entre esos estudiar”, señaló Brayan.
Precisamente, él se sinceró en un video de TikTok y aseguró que, junto con Yonier, están buscando oportunidades para retomar el colegio.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
Estamos agradecidos porque a nuestros seguidores les gusta como somos
Han mirado algunas opciones y creen que terminar su bachillerato de forma virtual sería pertinente.
¿Qué más desean? Yonier busca tutoriales de inglés en YouTube y piensa estudiar idiomas o biología. Brayan ve una oportunidad en el mundo de la gastronomía. En cambio, al pequeño Julián, de 14 años, le gustaría ser futbolista.
“Queremos enfocar el contenido a enseñar, a compartir nuestra vida y mostrar cosas que tienen mucho valor para nosotros los campesinos. Estamos agradecidos porque a nuestros seguidores les gusta como somos”, puntualizó Yonier.
“Espero que, con ayuda de Dios y la Virgen, nos vaya bien. Hasta el momento hemos tenido varios seguidores”, comentó doña María Belén.
(¿Nos lee desde la app? Vea la publicación
aquí).
Entre los 180 mil seguidores que poseen en TikTok está la empresaria Dainedy Barrera, conocida como ‘Epa Colombia’, y otra serie de personalidades digitales.
“Sabemos que no podemos compararnos con los demás. Si queremos llegar a ser buenas personas, debemos ser nosotros mismos y no intentar cambiar o parecernos a otros. Ser como somos: humildes”, concluyen ‘Los Escachaitos’
Mediante las redes sociales esta familia campesina vio un espacio para decir ‘aquí estamos y así somos’.
Más noticias
SEBASTIÁN GARCÍA C.
Tendencias EL TIEMPO