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Calamaro: 'El humor soporta acorralado una censura caprichosa pero ignorante'
El irreverente artista argentino nos contó de su 'Tour 22' que llega a cinco ciudades del país.
Andrés Calamaro vuelve a Colombia con su Tour 22 Foto: Páramo Presenta
“Una polémica que dura un día no es una polémica ni es nada”. “Las explosiones digitales no me constan del todo ciertas, son espacios que se manipulan”. “Estos tiempos atentan contra el sentido del humor, que soporta acorralado una censura caprichosa pero ignorante”.
A Calamaro no le tiembla la voz para decirlo o la mano para escribir sus verdades en las respuestas que le envía de vuelta a EL TIEMPO. Siempre ha sido así: honesto, frentero. Por nadar contra la corriente y hacer lo que le da la gana, al argentino, de alma española, le dicen el Salmón, como su canción favorita.
Es roquero por convicción, pero siempre está abierto a las experimentaciones y los sonidos nuevos. Vive entre Madrid y Buenos Aires. Su paso por Los Abuelos de la Nada, en los 80, y Los Rodríguez, en los 90, marcó la música en español con clásicos como 'Mil horas' o 'Sin documentos'; su carrera en solitario lo ha llevado a marcar hitos con sencillos como 'Flaca', 'Loco' y 'Crímenes perfectos'; en su momento, ostentó tener el disco más largo de la historia argentina –'Honestidad brutal', de 1998, con 38 cortes– o ser el telonero de la gira española que Bob Dylan realizó en 1999 por la edición de su doble álbum en directo 'The Bootleg Series', Vol. 4: Live 1966. The Royal Albert Hall Concert.
El año pasado, Calamaro presentó el álbum 17 de su larga trayectoria: 'Dios los cría' es un homenaje a sus grandes himnos en la voz de amigos como Julieta Venegas, Alejandro Sanz, Carlos Vives, Juanes y Mon Laferte, entre otros. Como todos los artistas, Calamaro tuvo que posponer fechas de sus conciertos por la pandemia.
“Me alegra un poco no haber terminado la gira del año pasado, porque puedo hacerla mejor cuando volvamos. O intentarlo. Never Ending Tour”, comentó en una charla con 'El Comercio' emulando la gira ininterrumpida que Bob Dylan empezó en 1987 y acabó en el 2016.
El Salmón está de regreso en vivo. Hoy se presenta en Manizales, en la plaza de toros; el sábado 22 de octubre, en la plaza de toros La Macarena, de Medellín; el 27 llegará al Centro de Eventos del Pacífico, en Cali; el 29 de octubre estará en la Hacienda Las Pavas, de Bucaramanga, y cerrará con un show el 3 de noviembre en el Movistar Arena de Bogotá.
Vuelve el cantautor argentino al país Foto:Archivo particular
Usted conoce Colombia, conoce bien a su audiencia, pero este nuevo ‘Tour 22’ viene con cierto halo de sorpresa y novedad...
Percibo emoción y expectativa, ilusión por escuchar los recitales y la banda musical; confío en colmar los afanes y presentar un repertorio que guste. Somos los ‘últimos mohicanos’, nos presentamos sin ‘pistas’ ni más complemento que nosotros tocando y cantando en los escenarios. Volvemos a Colombia con humildad y gratitud. “Halo de sorpresa y novedad”, gracias por el cumplido. Vamos a dar todo lo que tenemos.
Después de la pandemia, ¿cree que ha trascendido la comunión con el público en el escenario?
Sí, es posible; encontramos al público-pueblo con deseo, enfocados en la música y las emociones, algo que se agradece. Una audiencia profunda que se ofrece a escuchar, cantar y aplaudir. Incluso han menguado los fla-shes de los teléfonos, lo cual es una buena noticia.
¿Qué tanto reflexiona acerca del poder de transformar con una canción la vida de otros?
Me consta la importancia de estas canciones para muchas personas. Tampoco he reflexionado mucho al respecto, respondo con humildad y agradecido con el afecto que las gentes me profesan y el sitio que me otorgan en el rock y la música popular. Hice estas canciones para que me gustaran a mí, tampoco para conformar a la crítica dura ni a los especialistas; soy una persona más del pueblo y la ciudad, quizás por eso más gentes se encuentren identificadas con estas canciones, porque no esperaba ganar nada con ellas, ninguna clase de recompensa; ni fortuna ni posteridad alguna.
Se habla del muerte del rock... ¿Ha pensado en su legado para las nuevas generaciones?
No he pensado en eso. Hace muchos años que se anuncia el deceso del rock, pero advierto el formidable respeto y entusiasmo que generan las bandas clásicas, las de siempre. Como roquero me encuentro apreciado por nuevas generaciones de artistas, entretenedores y público. Permítete dudar que “todos estén hablando de eso”, a lo sumo el rock estaba de parranda o durmiendo con un ojo abierto.
¿Cómo es su o con ese público más joven?
Lo que apreciamos, en los conciertos, es una audiencia atenta a los detalles musicales y al magisterio de mis compañeros; no obstante lo cual es muy agradecido verles –y escucharles– cantar canciones enteras, y celebrando la música con amplias sonrisas. Estamos benditos por el favor del público, afortunadamente. Me asombra un poco, claro que sí.
Usted es un tipo que dice las cosas que siente, pero en estos tiempos de velocidad extrema y alta indignación, ¿cómo convive con eso?
Una polémica que dura un día no es una polémica ni es nada. Las explosiones digitales no me constan del todo ciertas, son espacios que se manipulan y se llaman redes (más explícito imposible, diría cualquier enredado marina). Como los periódicos y la televisión, aprendimos a no creer en esta clase de manifestaciones aparentes. No me extrañaría si el mundo olvida el sarcasmo y la ironía, estos tiempos atentan contra el sentido del humor, que soporta acorralado una censura caprichosa pero ignorante. No entiendo a qué viene tanto disgusto y reproche, hemos vivido tiempos complicados en América Latina, dejamos el patio mejor que como lo encontramos.
¿En este momento qué es lo que más adora y le aterra de tocar en vivo?
Los días anteriores a una gira que empieza (o recomienza, como es este el caso) son complicados y puede aquejarme el mal físico; luego celebro encontrarme con mis compañeros y el pueblo americano, compartir estas cosas. Parece fácil, pero el nuestro es un servicio de alta exigencia, somos como toreros con otra clase de toros, cargamos la suerte.