En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Así fue el concierto de Joaquín Sabina en Bogotá: '¡Hasta siempre, Macondo!'
Tras cuatro años de ausencia, Sabina regresó a los escenarios en su gira 'Contra todo pronóstico'
Joaquín Sabina no necesita más que un verso para hacer del mundo un lugar por el que vale la pena atreverse a sentir. A sus 74 años, toma asiento, mira a los embelesados espectadores del Movistar Arena con los ojos empapados de nostalgia y les empieza a recitar: “Londres, París, Madrid, Montevideo, catedrales pagadas del deseo, donde alguna canción me llevará. Hospitalarias calles añoradas que perfuman la piel de mis palabras, Medellín, Cartagena, Bogotá”. La gente estaba fascinada.
Como dice Chavela, el escenario sí le tiñe las canas a Sabina. Camina despacio como quien se siente en familia con un micrófono sobre la tarima. Las luces resaltan su blazer, una camisa con diseño de estrellas, su anillo de calavera –regalo del icónico guitarrista Keith Richards– y el clásico bombín blanco, que también llevan muchos de sus fanáticos en el coliseo pues es su insignia.
El cantautor español, considerado uno de los más destacados artistas del folk-rock urbano español, ha vendido más de diez millones de discos en el mundo y sus fanáticos abarcan todas las generaciones. “Sabina significa mi infancia, mi adolescencia”, “Sabina es un hilo que conecta toda mi vida”, “Yo tengo 34 y lo sigo desde los 14, es mi juventud y mi vida”, “Sabina es el viejo sabio”, dicen algunos de sus seguidores.
Inaugura el concierto con el recuerdo de los días en que “mañana era nunca”: Cuando era más joven (Juez y parte 1985). En la pantalla, aparecen en secuencia de un revelado fotográfico retratos de un Sabina más joven que fumaba, que sonrería, que contemplaba al mundo y lo sentía.
Con Gabo, en sus últimos años en México, nos frecuentamos mucho. Desafortunadamente sabéis que se devolvió a Macondo
“Qué gozo volver aquí tan cerca de Macondo”, señala el cantautor al terminar la canción. “Hace casi cuatro años, entre la pandemia y mi caída del escenario en Madrid, que estuve sin subirme a un escenario. He subido por primera vez hace cuatro días en Costa Rica y esta es la segunda de esta gira, muchas gracias”, añade. En el 2020, Sabina cayó durante un concierto en el Wizink Center de Madrid dos metros en el espacio entre el escenario y el público a causa de una luz que lo deslumbró.
“Muchos creyeron que me habían amortizado, cuando viajé del Wizink Center en camilla al hospital, con los dedos del Serrat entrelazados, devolviéndome las ganas de cantar” Así suena uno de los versos de su última canción Sintiendolo mucho (2022), que el maestro escribió para el documental de su vida realizado por Fernando León de Aranoa –lanzado en Colombia durante el Hay Festival Cartagena–.
El tema es una reflexión sobre los últimos años de Sabina y cómo se enfrenta al envejecimiento –sin dignidad– y no cansarse de arriesgar. Su profunda letra conmovió a los fanáticos y los llevó a ponerse en pie y seguir a grito herido en el coro. Esta melodía recibió hace un mes el Premio Goya a mejor canción original.
Tras cuatro años de ausencia, el flaco de Úbeda regresó a los escenarios en su gira por Latinoamérica, España y EE.UU. ‘Contra todo pronóstico’. Bogotá lo recibió este miércoles 1 de marzo entre lágrimas y nostalgia por el que puede ser su último concierto en el país. Foto:@davidmicolta
Uno de los homenajes más sentidos que Sabina siempre dirige es hacia su gran ‘cuatacha’ o amiga, Chavela Vargas, a quien le dedica el Boulevard de los sueños rotos (Esta boca es mía 2003), una de las canciones más recordadas por sus fanáticos. El escenario se coloreó de México y aparecieron las fotografías de ‘La Vargas’ y José Alfredo Jiménez pues cuando ellos están, “las amarguras no son amargas”.
Los entremeses en las canciones despertaron también la pasión de los fanáticos. Uno de ellos fue su homenaje ‘al Gabo’, quien fue su acérrimo amigo en los últimos años de su vida, con quien cantaban con los mariachis, bailaban cumbia hasta que este “dejó de reconocerlo”. “Sus últimos años en México nos frecuentamos mucho. desafortunadamente sabéis que se devolvió a Macondo”, señaló Sabina, lo que produjo nostalgia en el público.
También aprovechó el homenaje para declarar su afecto a otro escritor colombiano. “Él era el mejor escritor del mundo del siglo XX. Pero hace cuatro años conocí también en Macondo a un escritor que tampoco está aquí porque tenía que hacer un viaje, pero que va a ser y ya lo está siendo, el más grande en lengua española, no solo de Macondo o Latinoamérica, también de España. Hablo de Juan Gabriel Vasquez.”. La banda empezó a tocar Cuando aprieta el frío (El hombre del traje gris, 1988) en dedicatoria a “Mariana, Martina, a Carlota, Juanita, y a Roberto, a la maravillosa Maria Emma, Joselin y a Dani y a Claudia”.
El poeta no perdió la ocasión de presentar como es usual a toda su banda mientras sonaba Llueve sobre mojado (Enemigos íntimos, 1998): “soy el peor que canta en todo el grupo”, comentó. La corista Mara Barros trabaja junto a Sabina desde 2009 y tomó gran protagonismo en canciones como Yo quiero ser una chica Almodovar (Física y Química 1992) y Y sin embargo te quiero (19 días y 500 noches 1999).
Por otro lado, en reemplazo de su clásico guitarrista Pancho Varona a raíz de disputas internas en el grupo, presentó a Borja Montenegro. Presentó a su baterista Pedro Barceló, de quien dice ser ‘el motor’ del grupo; la bajista argentina Laura Gómez, y Jaime Asúa, también guitarrista. En el clarinete, saxofón y flautas, el músico Josemi produjo gran impacto pues llevaba una falda escocesa que llamó la atención del público, y por último, los aplausos fueron dirigidos al permanente y reconocido director de la banda Antonio García, quien sorprendió con su interpretación en solitario de La canción más hermosa del mundo (Dímelo en la calle 2002).
El repertorio musical fue un panorama de los principales mitos e historias de la trayectoria musical del Flaco de Úbeda. "Niega todo" lo que se ha contado de su vida con la canción –y álbum– que lleva por título este mismo nombre (2017); en Lágrimas de mármol –del mismo álbum– se autoproclama como un ‘superviviente’; en Lluvia sobre mojado (Enemigos íntimos, 1998), en conjunto con Fito Paez, sus fans pudieron recordar la pelea que tuvo con el argentino hasta 2021 cuando la entrega de los Premios Grammy Latino los volvió a conectar.
Otros temas muy atesorados por el público fueron “Tan joven y tan viejo”, ”A la orilla de la chimenea”, “Canción de la Magdalena”, 'Peces de ciudad" y "Princesa”. Algunas, incluso, recuerdan las historias fugaces de amor que rodearon la vida del español.
Joaquin Sabina Foto:@davidmicolta
“Lo nuestro duró”. La primera frase de la icónica canción 19 días y 500 noches –del álbum homónimo (1999)– fueron suficientes para que el coliseo entero se pusiera de pie para corear, bailar y gritar la letra de esta canción esperada en el repertorio. Después de este disco, Sabina tuvo un infarto cerebral y su vida cambió completamente. Por eso, en algunas entrevistas ha dicho que este lo hizo “en el último verano de mi juventud, con esa intensidad casi suicida”. De hecho, el álbum recibió cuatro galardones en los Premios de la Música en las categorías de mejor autor pop, mejor artista pop, mejor disco del año y mejor canción del año y recibió el Premio Ondas a la mejor canción.
La banda de repente se despidió y de inmediato el público los ovacionó cariñosamente con un grito de ‘Joaquin’ en estribillo. No habían presentado algunos de sus temas más icónicos. Tras unos minutos, la banda regresó y tocaron El caso de la rubia platino (19 días y 500 noches 1999) y la favorita Contigo (Yo, mi, me, contigo 1996 ) donde Sabina cambió uno de los versos: “Yo no quiero París con aguacero y ni Colombia sin ti” en vez de "Venecia sin ti".
El concierto terminó con una mezcla entre dos de los temas más queridos y un emotivo cierre: Noche de Bodas (19 días y 500 noches, 1999) –un duo con Chavela Vargas– junto a la célebre Y nos dieron las diez ( Física y Química 1992), Ambas fueron cantadas con gran euforia así como Pastillas para no soñar (mismo álbum). Cuando las luces se encendieron, el maestro abrazó a su banda, levantó su sombrero y miró con intensidad al público que lo aplaudía. “Hasta siempre, Macondo”, fueron sus últimas palabras.
Uno de los fanáticos aprovechó para lanzarle un sombrero vueltiao antes de que saliera del escenario. El sombrero de No. 19 por el número de palmas de caña flecha que lleva las trenzas, "es el mismo número en días que nos demoramos en aprender a olvidar un amor los Sabineros", le dijo a EL TIEMPO el seguidor de Sabina Jesús Salgado. "Las 500 noches quedan pendientes para bailarlas en fandango". El obsequio estaba marcado con su nombre, "es un regalo de Macondo para él", señaló el fanático. Lo mandó traer de Tuchín, municipio del departamento de Córdoba, donde su población es descendiente de la etnia Zenú. "Ese sombrero trae la magia de las tierras del Sinú. Por allá, donde José Arcadio se puso los niños en cruz. La corista Mara Barros le confirmó que el músico ya tenía el regalo en sus manos.
Las canciones de Sabina seguirán sonando para siempre. La escritora Almudena Grandes, gran amiga del cantautor fallecida en 2021, lo dijo bien: “En la banda sonora de nuestra vida estarán tus canciones porque nos has pintado por dentro, nos has regalado nuestro propio autorretrato, y aún creemos que lo hemos dibujado nosotros solos”.