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Petronio Álvarez llegó a Cali y este año Brasil es el país invitado de honor, con una delegación que tiene la tradición de
Salvador de Bahía y la presencia de la Feira Preta, de São Paulo, Río de Janeiro y otras ciudades, la feria más grande de emprendimiento negro que hay en el país vecino, que ha tenido más de 200.000 asistentes cada año desde que nació, en 2002.
Los sonidos alegres de ese gigante llamado Brasil resaltan sus raíces africanas con la samba reggae, el axé music y las percusiones de instrumentos como atabaques, agogós y berimbaus.
Allá no hay marimba de chonta. Pero, como dice Beatriz Miranda, directora del Instituto de Cultura Brasil Colombia (Ibraco), a cargo con el Petronio de organizar la delegación, “entre el pueblo afro brasileño y el afro colombiano hay una comunión de alegría, magia, sincretismo religioso, gastronomía y musicalidad que están en el alma de todos los de aquí y los de allá, y que hacen parte de vida”.
Mientras, la chef Juracy Costa prepara platos típicos de Brasil, una cocina que tiene una gran mezcla de ingredientes de diferentes partes del mundo, gracias a la migración, pero que llegó con la sazón bahiana y se une a la sazón del Pacífico colombiano, cuyas cocineras tienen fama de hacer delicias con los frutos del mar, así como hierbas aromáticas y medicinales.
Y si los grupos que participan en el Petronio Álvarez tienen su sentir, la ginga (tumbao) brasilera llegó con el primer bloque afro del Carnaval de Bahía, Ilê aiyê, y la batucada Unidos do Uirapuru.
Entre charlas y juntanzas, brasileños y colombianos narrarán sus historias y tradiciones, adaptadas con la llegada de los africanos esclavizados a América. Estas, según sus reinos y sus orígenes, cambiaban, pero su esencia es cercana. Y tienen un punto en común. Miranda dice que cuando tocaron América para ser vendidos y separados de sus familias, lo único que les quedaba era la religión, representada por sus orishas.
El Quilombo del Petronio, en la Unidad Alberto Galindo, sede del festival, es para Miranda un nombre muy significativo. “Nos remite a los días de la esclavitud, pero también al momento en que se decidió avanzar. Hoy, ni un solo brasileño puede decir que no está conectado con África. Si la capoeira la trajimos de África, ahora es una marca Brasil en más de 150 países, con su fuerza de arte marcial, sus instrumentos y su integración social.
La Feira Preta de Brasil llegó con cinco expositores: Resisto OPM, que estampa íconos de la cultura popular en prendas; Makeda, con productos para el pelo afro; Ateliê MsVee, con la técnica del macramé en piezas inspiradas en África; Zkaya, que confecciona prendas con hasta ocho usos diferentes, y DaMinhaCor, gorros de baño para el pelo afro.
Eso sí, la marimba de chonta y los cantos de marimba, símbolos del festival (que empezó ayer e irá hasta el 15 de agosto), reinarán, porque son su esencia.
En total, 44 grupos llegaron a Cali escogidos en zonales realizados en la capital del Valle, Buenaventura, Guapi, Tumaco, Quibdó y Santander de Quilichao. Competirán en la máxima categoría: marimba y cantos tradicionales, violines caucanos, libre y chirimía.
Cali, con sabor a Petronio Álvarez, remodeló además la ciudadela donde se realiza el festival, que este año tiene representaciones de espacios del Pacífico colombiano, incluidas su naturaleza y sus casas. Los vendedores de alimentos, bebidas tradicionales, rios y productos para la belleza, entre otros, también están allí para hacer parte del festival.
El Petronio nació como un homenaje a Petronio Álvarez, nacido el 1.º de octubre de 1914 en Anchicayá (Buenaventura). Amante de la música tradicional del Pacífico colombiano, también fue poeta, folclorólogo y maquinista de tren.
Su nombre de nacimiento ya mostraba que sería grande: Romano Petronio Álvarez Quintero. Su legado musical es inmortal; 'Mi Buenaventura', la canción que compuso en 1931, es el himno indiscutible de esta ciudad del Pacífico.
En 1996 nació el festival, que cada año es más grande, con más asistentes y con más sabor a Pacífico. Al fallecido Germán Patiño se le debe su consolidación y su vocación incansable de buscar en los rincones del andén y las montañas de los cuatro departamentos de la región, a los grupos finalistas.
Batir los pañuelos en las distintas presentaciones es el símbolo de este encuentro, así como tomar viche, la bebida espiritual y medicinal de la zona, que ahora cuenta con denominación de origen.
Cada año más grupos participan con el fin de llegar a Cali a las finales y cada año, también, es mas alta la exigencia. El Petronio llegó. El encuentro feliz está de nuevo entre nosotros.
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