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Manuel Vega habla del título de rey vallenato que buscó más de 20 veces
Comienza el Festival Vallenato y finaliza el año de reinado de uno de sus más fieles competidores.
Manuel Vega, durante la noche en que recibió el título de Rey Vallenato, en el 2020. Foto: Cortesía Festival Vallenato
Esta es la historia de amor por la música de acordeón que llevó a un músico a competir 23 veces en el Festival Vallenato. Llegó 12 veces a la final, a la que solo accedían cinco acordeoneros, entre un mar de aspirantes al título de Rey Vallenato, y solo ganó cuando la competencia se hizo de forma virtual durante la pandemia. Por años fue segundo o fue tercero y, en ocasiones, el título cayó en algún joven de menos experiencia.
Es la leyenda personal del cartagenero Manuel Eduardo Vega Vásquez. Sus amigos se dividían entre los que le decían que no participara más, que no valía la pena, y los que lo empujaban a volver, asegurándole que sería rey algún día. Su historia de años viendo como el título se le escapaba por poco dio para una película documental –El viaje del acordéon (2014), de Andrew Tucker y Rey Sagbini– de la que fue un nostálgico protagonista. En escena, se veía su ilusión, la emoción de la competencia y perdía, como siempre... bueno, ya no.
Vega soñaba con ganar en una final en el Coliseo del Parque de la Leyenda, ante miles de espectadores, en cualquier abril de estos. Pero la providencia le destinó otro escenario.
Para la edición del 2020, Vega tenía todo listo: el cajero y guacharaquero con los que haría equipo y el repertorio cuando la pandemia obligó a aplazar el festival. Esperó meses y, finalmente, se presentó en la versión virtual del año pasado y obtuvo el título de Rey Vallenato más atípico de la historia, en octubre, en un foro a puerta cerrada, con un público que presenció su triunfo desde sus pantallas, vía redes sociales.
El acordeonero Manuel Vega Vásquez es un veterano de las finales del Festival Vallenato. Imagen de archivo de su presentación en la final del 2006. Foto:Carlos Capella. Archivo EL TIEMPO
Un año después, Vega se prepara para darle paso a su sucesor y a vivir el festival, que comienza este 13 de octubre, de otra manera, ya sin competir. Esta vez lo hará con la alegría de haberlo conseguido y de saber que los que vendrán sueñan con el título que ya consiguió y se inspirarán en su tenacidad y en la maestría de sus notas. Uno de ellos es su hijo, Manuel Vega Castro, que con sus consejos, compite este año. De esto habló con EL TIEMPO.
Para mí fue bueno, porque, a pesar de haber sido virtual, fue de los festivales más vistos, al que los amantes de la música vallenata le pusieron más cuidado
El año pasado hubo menos participantes, algunos por agenda, otros por que no querían coronarse en pandemia. ¿También usted tuvo dudas para concursar?
La decisión de participar estuvo siempre y la de presentarme bajo cualquier circunstancia. Estaba decidido a ir el año pasado, en abril y me desanimé cuando lo aplazaron. Al saber que lo harían en octubre, en forma virtual, me entusiasmé y retomé las prácticas y ensayos, incluso antes de saber que iban a escoger a los participantes por video. Y empezaron las rondas, con estrictos protocolos. Fue bonito ver a la gente a través de redes y pantallas.
Para mí fue bueno, porque, a pesar de haber sido virtual, fue de los festivales más vistos, al que los amantes de la música vallenata le pusieron más cuidado, desde la tranquilidad de sus casas pudieron analizar a cada participante.
Estaba la nostalgia de no tener a tanta gente acompañándonos con barras y con elogios. Pero fue una experiencia nueva, de más concentración y cuidado porque sabíamos que nos miraban con más detalle desde las redes sociales.
Fue grandioso haber obtenido el título de esta manera, sin apasionamientos, sin tanta bulla. La gente aceptó que hubiera ganado y quedé contento de ser el primer rey vallenato virtual, en una fecha atípica. Dios sabe cómo hace sus cosas y en qué momento le entrega sus bendiciones a uno.
Dios me entregó esta bendición en un momento en el que muchas personas sufrían, pero se alegraron, por un lado por el hecho de que fuera el nuevo rey de la leyenda vallenata, esa experiencia fue significativa, bonita, inolvidable.
Usted estaba listo para concursar en abril, ¿qué cambió en la preparación cuando se anunció el festival para octubre?
Al principio tenía otros compañeros de presentación: uno en Montería y otro en Valledupar. Al segundo le dio el virus y apenas se recuperaba en octubre, así que tuve que cambiar de músicos. Para mi fortuna, me acompañaron dos grandes: El ‘Ñeco’ Montenegro, que ganó muchos títulos antes, y en la caja, Aníbal Alfaro.
Estaban en Valledupar, y aunque para mí era más fácil desplazarme desde Cartagena y pudimos ensayar, nos tocó organizar la competencia desde la distancia, a través de WhatsApp.
Manuel Vega Vásquez, rey vallenato 2020 (en el centro), junto con los músicos que lo acompañaron esta vez en la competencia. Foto:Néstor de Ávila. Festival de la Leyenda Vallenata
¿Temió que su reinado fuera más corto si el Festival que comienza ahora se hubiera hecho en abril?
No me mortificaba el que mi reinado fuera corto o largo, porque se es rey vallenato para toda la vida, se lleva en el corazón. Se es rey para siempre.
Pero no tuvo la misma oportunidad de lucirse en escenarios...
Ante las circunstancias, había que aceptarlo. Mucha gente quiso compartir conmigo y no pudo. Pero habrá otras oportunidades. Esa es la esperanza. Lo más importante es tener vida y salud. Para mí fue emocionante que me llamaran de todas partes del país, significaba que aunque no hubiera podido salir a mostrarme, la gente seguía pendiente.
Pienso que hay que dar un paso al costado y darles la oportunidad a los nuevos
¿Cómo mantuvo la fe para competir tantas veces?
Muchas veces no quedaba contento con los fallos, pero siempre tuve la sensación del deber cumplido, de que merecí más en algunos casos. Me desmoralizaba, pero ya en Cartagena, con la cabeza fría, solo con mi almohada, decía: “No he perdido nada. Dios me tiene con vida, ¿por qué no volver?”.
Había amigos que decían: “No te presentes más, no vuelvas a eso”, pero otros insistían: “Tú tienes que ser rey vallenato” y me daban ánimo.
A veces me decía: “Han tenido la fortuna de ser reyes vallenatos personas que no tienen tanto conocimiento del folclor, entonces, ¿por qué no yo?”. Así fue como se convirtió, año tras año, en una lucha. No era obsesión, solo sentía que tenía las condiciones.
Este año no competirá, ¿siente algún vacío?
Seguramente sucederá algo parecido a eso. Yo estaba acostumbrado a todo lo que trae la competencia. Siempre me decía: “Cuando sea rey vallenato, dejaré de concursar”. Pero ya empieza esa nostalgia. Otros reyes siguen compitiendo, pero pienso que hay que dar un paso al costado y darles la oportunidad a los nuevos.
¿Cómo surgió este sueño de ser rey vallenato?
Fui rey aficionado en el 93, entre 73 participantes. En esa época había gente que decía que el concurso de aficionado era más reñido, que había más calidad que en el de profesionales. Eso se me quedó en la cabeza. Me iba a ver tocar a los profesionales y decía: “Esos no tocan más”. Entonces, desde el 98 empecé a trabajar en esto y siempre estuve cerca, nunca bajé de los semifinalistas. Cuatro veces fui el segundo puesto y cuatro veces, el tercero. Estuve en 12 finales. Y el haber participado tantas veces no desdibuja o no desmerece al rey vallenato. Siempre estuve entre los mejores, siempre cerca. Y cuando la gente me decía: "Merecías más", me daba más fuerza.
¿Le pusieron apodos por sus intentos?
Me decían 'El rey del pueblo'. Un señor que ya murió me llamaba: 'Mi segundo lugar'. Otro, que vive en Bogotá, me llamó una vez a decirme que escribía un libro sobre todos los acordeoneros que no ganaron en el Festival. Y le dije: “Oiga, pero si yo no me he muerto. Todavía estoy concursando”. Me han felicitado de todas partes, pero creo que ese señor no quería que ganara, porque no me ha llamado. Como que al ganar le dañé el libro.
Fue un amor de niño. Oía la música cada vez que dormía porque mi papá llevaba muchos músicos vallenatos a la casa
El documental también habría dado otro tono de haber ganado en el año que se grabó...
Fue una película muy emotiva, con momentos de alegría y nostalgia. Habla del sentimiento que uno tiene por algo y no lo consigue, insiste y no se da. En el momento, el director me dijo que el hecho de no haber ganado esa vez fue parte del triunfo de la película y yo sonreí. Me animaba más. El año pasado, cuando gané, fue de los primeros que llamaron. Desde Holanda me decía que iraba que no hubiera desfallecido. Eso fue gratificante.
¿Qué motivó este gran amor suyo por el vallenato?
Fue un amor de niño. Oía la música cada vez que dormía porque mi papá llevaba muchos músicos vallenatos a la casa, escuchaba esta música tan bonita de madrugada, tocaban cerca a mi puerta y a veces me pasaba en vela oyendo. Ahí empezó mi descubrimiento del folclor y mi aprendizaje que fue creciendo hasta hoy. Me hice primero cajero a los 11 o 12 años y me fue gustando más el acordéon, así que empecé con él a los 17 y hasta el sol de hoy.