Julieta Venegas está sentada frente al espejo de un gran camarín. Varios focos de luces blancas iluminan su rostro pálido, sus ojos negros, sus cejas espesas y las pocas marcas de expresión en su cara que hacen casi imposible creer que este 2020 cumplirá 50 años.
Es un viernes de enero al mediodía, Julieta está en Santiago, específicamente en un camerino del Centro Cultural Gabriela Mistral, invitada por el Festival Santiago a Mil para presentar el proyecto al que se ha dedicado el último tiempo, la obra de teatro musical y unipersonal ‘La enamorada’. A su alrededor hay varios espejos y sillas vacías, contemplados para un equipo, un elenco o una banda. Pero Julieta está sentada ahí, sola.
Mirándose al espejo, toma un bolsito con cosméticos, saca una base líquida, vierte un poco sobre sus dedos y comienza a esparcirla por sus pómulos, mientras dice: “La verdad es que cada vez me aburre más el que te rodee un montón de gente, tener personas que hablen por ti y que digan tal cosa, que te suban al auto, que te lleven para acá, que te hacen esto otro. No tengo ganas de la pasividad que requiere eso, tengo ganas de ser partícipe de todas mis decisiones, de ser yo la que decide, y de hecho en eso estoy ahorita”.
Durante toda la preparación previa a la función no se asoma ni un maquillador, estilista, vestuarista o peluquero. Julieta Venegas, quien ha vendido más de 10 millones de discos en el mundo, se maquilla, se viste y se peina sola.
“Después de un montón de años tocando con bandas, con ‘shows’ gigantes, después de la última gira, la verdad es que pensé en que no sé si quiero volver a grabar un disco para hacer otra vez esta gira, que había durado tres años y había sido muy agotadora. Entonces dije: Creo que quiero una pausa. No fue consciente, pero veía que pasaban los meses y yo no me sentía lista para enfrentar nada. Luego salió la oportunidad de hacer teatro y ahí me fui por otro lado”, señala.
Desde 2015 que la cantante no ha sacado un nuevo disco personal (grabó solamente un álbum con la música de ‘La enamorada’). Ya no está grabando con Sony Music. Dejó de tener mánager. Tomó la decisión de cambiarse de ciudad y vivir en Buenos Aires. Y no volvió a hacer giras internacionales masivas. Pero en la tranquilidad de su casa no dejó de componer, y ahora de manera independiente está grabando un nuevo disco. “Estoy por sacar una canción el mes que viene, y como la he hecho es totalmente diferente a como he hecho las cosas antes”.
Antes de Julieta Venegas, en su familia no había referentes ni cercanos relacionados con la música. Julieta es hija de una pareja de fotógrafos de Tijuana, tiene cuatro hermanos, entre ellos una gemela, Yvonne, que al igual que sus padres, siguió el camino detrás de la cámara (de hecho, la foto principal de este artículo la tomó ella). Julieta, en cambio, desde muy chica declaró que quería estar en el escenario. Cuenta que a los 8 años inició sus estudios de piano clásico y que a los 10 decidió que quería ser directora de orquesta.
Escribió su primera canción cuando tenía 17 y la guardó en un cajón. Luego entró a una banda de música ‘reggae’, hasta que tomó la decisión de partir a Ciudad de México para buscar oportunidades. Era inicios de los años 90.
“En ese momento no había redes sociales, me acuerdo que pegué volantes donde me presentaba como pianista y compositora. Armé una banda, la banda después se deshizo y ahí saqué mis canciones del cajón y dije: ‘Ya está, voy a tocar mis canciones’, y empecé a hacer ‘shows’ sola”, dice.
Contaste una vez que cuando partiste a la capital, tu papá te decía que no creía que se podía vivir de la música, que eras la hija perdida que se iba por este camino...
Julieta: Mi papá estaba muy preocupado, él era como el cliché del mexicano conservador que quería que su hija se casara. Pensaba que iba a terminar en las drogas, todos los clichés de los músicos. Lo digo en pasado porque ya cambió, con el tiempo se dio cuenta de que era una cosa de vocación.
En 1997 lanzó su primer disco como solista, que recibió buena crítica. Tenía 26 años y había logrado posicionarse dentro de la escena mexicana del rock.
En esa época estuviste casada con el vocalista de Los Tres, Álvaro Henríquez, quien en 2018 estuvo muy mal de salud y tuvo que recibir un trasplante de hígado. ¿Has mantenido o con él?
Julieta: Estuve en o con la familia, por suerte todo bien, pero fue muy preocupante, la verdad. Todos los amigos estábamos muy preocupados, por suerte pasó.
En ese momento él habló de los abusos con el alcohol, lo que puso en riesgo su salud... “No, no me metas en ese tema”, responde.
Luego del primer disco de Julieta Venegas vinieron siete más. Tuvo 19 nominaciones a los Latin Grammy y fue ganadora seis veces. A los Grammy fue nominada en cuatro ocasiones y ganó en 2007 con su disco ‘Limón y sal’ como Mejor Álbum de Pop Latino. Además, a lo largo de su carrera hizo varias giras internacionales que duraban entre uno y tres años recorriendo el mundo. Pero en la última gira –insiste– algo cambió.
En la obra que Julieta Venegas presenta en el GAM ella es la única actriz. En el escenario dice sus líneas, canta y toca un cuatro venezolano (un instrumento de cuerdas). Ese mismo formato fue el que le hizo sentido para volver como cantante a los escenarios.
“Necesitaba reencontrarme desde otro lado con mis canciones, con la manera de hacer música, regresar al proceso, ¿por qué no podemos volver a cero?”, se preguntaba a sí misma en el camarín, saliendo de un probador interior donde se cambió de ropa, se sacó el vestido negro y largo que llevaba, y aparece con una blusa rosada, parte del vestuario, y unas calzas cortas color piel. Entonces vuelve a sentarse frente al espejo.
Dice que en esa búsqueda de comenzar de nuevo nació la idea de hacer una gira diferente, donde, al igual que en la obra, ella sería la única protagonista. Se trata de una presentación acústica donde Julieta toca todos los instrumentos: el piano, el acordeón, una guitarra y un cuatro venezolano. También decidió que todas las sesiones sean en salas pequeñas, íntimas. Para este año tiene programada la gira que llamó ‘Julieta Venegas Íntimo’, en México, durante febrero y en mayo y junio en Chile, donde tocará canciones antiguas y nuevas. Pero para volver a la música antes tuvo que parar. “Lo que pasó fue que en un momento todo se convirtió en el resultado: en haz el disco y sal de gira, y el ‘show’. Entonces, como que dije: bueno, denme un segundito”, dice.
¿Algo te hizo ruido o dejó de hacerte sentido?
Julieta: Sí, como que no me sentía feliz. No me daba cuenta tampoco. No estaba infeliz, no estaba como ‘qué horrible esto’, yo me subía al escenario y me encantaba, pero a la vez sentía que no estaba encaminándolo bien. Hay una idea que tenemos, y lo digo en general, de que todo tiene que seguir creciendo siempre, y de repente dije: ¿Por qué? Entonces desarmé la banda, desarmé todo y me puse a hacer teatro en Buenos Aires.
En 2018 Julieta se instaló en la capital argentina. Allí vive como una ciudadana más, se mueve en transporte público, llega en las tardes a tocar piano a su casa y pasa tiempo con su hija de 9 años. Además del país trasandino es el padre de su hija, el músico Rodrigo García Prieto, con quien pasó por un proceso legal por la de la custodia de la niña. Pero sobre eso no quiere hablar.
Lo que pasó fue que en un momento todo se convirtió en el resultado: en haz el disco y sal de gira, y el 'show'. Entonces, dije: bueno, denme un segundito
¿Qué buscabas con este cambio de vida?
Julieta: No me gusta sentir que pierdo el o con el mundo real. Supongo que estoy buscando la manera en que a mí me gusta hacer las cosas y no volver a ese punto de crisis en que digo: ¿Qué sentido tiene todo? Creo que es un momento para participar y estar presente, y con eso también digo estar presente en la vida de mi hija.
El año pasado, cantantes como Mon Laferte y Anita Tijoux declararon haber sufrido depresión, que sus carreras les pasaron cuenta. ¿Te identificas con ellas?
Julieta: Para mí hay que encontrar un punto de equilibrio, cada quien tiene su punto (...). Yo hablé con Ana, tenemos mucha confianza y entiendo el proceso, la situación, la búsqueda, las preguntas que surgen, la tristeza, el sentirte como inestable, y yo la verdad es que la entiendo perfecto. Yo no creo haber llegado a una depresión, pero sí llegué a una necesidad de cambiar todo, y también, bueno, me mudé de país y tomé mis decisiones drásticas. Yo en un minuto dije: Ya no quiero música. Pero me di cuenta de que no podía dejar de hacer música, es como quitar una parte de mi personalidad o una parte de mi cuerpo. Entonces estoy aprendiendo a que sea parte de mi vida, pero que no se convierta en todo. También quiero vivir mi vida, quiero ir a los cumpleaños de mis amigas y amigos, quiero vivir mi relación con mi pareja, quiero estar. No quiero verlo todo desde el WhatsApp, eso me parece deprimente.
Al hacer este cambio dejas de lado las grandes giras, la mayor fuente de ingresos hoy para un cantante. ¿Cómo manejas eso?
Julieta: Sí, pero qué tantas giras necesitas hacer... Bueno, ganas menos... pero es una cosa que yo también busco, una cierta normalidad. Soy de una familia de clase media, muy normal, no quiero vivir en la mansión. No quiero y no necesito nada de eso, ¿para qué?
Mientras enrolla su pelo corto y negro en sus dedos para tomárselo detrás de las orejas, Julieta cuenta que a principios de marzo publicará la primera canción de su disco. La letra, dice, es feminista.
Julieta: Es sobre el tema de las mujeres y sus muertes, y lo frustrante que me parece que no se vea el significado que tiene que las mujeres salgan a marchar y sean partícipes políticamente. La verdad es que yo estoy muy interesada en el tema de la mujer, y varias de las canciones de mi nuevo disco se relacionan con eso. Sé lo que es sentir el miedo mexicano, me toca muy profundamente ver cómo las mujeres dicen: ¡¡Ah!! en México. La mujer argentina tiene más carácter, y eso a mí me ha influenciado mucho a expresar las cosas, incluso peleando en la calle, yo nunca he peleado en la calle, pero en la Argentina son muy peleoneros, entonces ahora salgo y peleo. Tienen una expresividad muy extrovertida y eso como que me parece que nos está contagiando mucho a las mujeres de Latinoamérica.
¿Es más complejo ser mujer en México?
Julieta: Yo creo que toda Latinoamérica es machista, no diría que son solamente los mexicanos, aunque sabemos que hay una cosa performativa del machismo, ‘el macho mexicano’. Creo que quienes estamos cambiando somos las mujeres, no el mundo, estamos cambiando nosotras, pero soy de la idea de que los hombres tienen que ser partícipes. Un cambio real tiene que atravesar todo.
Siguiendo los temas de género, algunos artistas han cambiado letras de antiguas canciones. ¿Qué opinas?
Julieta: Yo creo que estamos revisando todo, no solo las canciones. Yo tengo un conflicto con cómo usar el lenguaje. El lenguaje inclusivo es incómodo, porque no es estético para mí, que me gusta mucho leer, pero a la vez ya no puedo volver al lenguaje tradicional. Es un conflicto, en los conciertos me noto que ya no sé cómo dirigirme a las personas, les digo ustedes personas, gente linda. Estamos en un momento en el que hay que salirnos de la zona de confort, digo, lo que está pasando en Chile es una muestra de que hay que sacudir las cosas, si algo están haciendo es sacudir, sacudir la idea de que todo es la normalidad”.
El 21 octubre Julieta posteó en su Instagram una imagen de fondo negro con una estrella blanca, aludiendo al estallido social que hace tres meses comenzaba en Chile.
Julieta: Lo viví con mucha angustia. A Chile en particular lo siento muy cercano, es un lugar donde he vivido un montón de cosas y le tengo un cariño muy especial. No posteé la foto por hacerme la solidaria, porque no estoy todo el día posteando, y tampoco soy tan de redes sociales y de dar mi opinión así, pero sentía la necesidad de correr la voz de la realidad de Chile, eso me parecía importante... Y es muy conmovedor también decir: la gente está expresando su ira y expresando cómo las cosas tienen que cambiar.
En los recientes Latin Grammy, Mon Laferte hizo una manifestación con el torso desnudo aludiendo a la situación en Chile, y Miguel Bosé en redes sociales ha hecho videos emplazando a Michelle Bachelet. ¿Cómo ves que los artistas tomen esas posiciones?
Julieta: Me parece importante tomar una postura, pero me parece que también la cosa tiene que venir de los medios de comunicación. Tienen que realmente decir la realidad de lo que pasa. Por ejemplo, me gusta mucho ver cómo los artistas están acá haciendo canciones expresando lo que está pasando, me parece que eso es muy importante, porque también habla.
Y en México, ¿cómo ves la situación considerando que el año pasado hubo récord de homicidios?
Julieta: La situación está completamente desbordada. Es una locura lo que está pasando, no parece detenerse y tampoco hacia las mujeres. A mí lo que me frustra es que López Obrador salga y diga que a él no le quita el sueño la violencia, me parece una locura.
Tengo entendido que en elecciones anteriores tú votaste por él...
Julieta: Es que nadie sabía muy bien qué onda él, y depositamos muchas cosas en él, y las demás opciones tampoco eran muy esperanzadoras. No sé... tampoco le he perdido la fe.
Un golpeteo en la puerta interrumpe a Julieta. Un joven entra y anuncia que en 15 minutos comienza la función. El joven le cuelga un micrófono en un bolsillo de las calzas cortas, y ella lo sube por dentro de su blusa hasta su oreja. Una vez lista, va al probador y termina de ponerse el vestuario, una falda larga rosada, del mismo género que la blusa. Julieta ya está lista. Sale del camerino, sube unas escaleras y entra al escenario. Afuera se escucha a la gente que hace fila para entrar. Unas cuantas pruebas de sonido y abren las puertas. Mientras el público comienza a llenar las butacas, Julieta espera detrás de la escenografía. Sola.
ANTONIA DOMEYKO
EL MERCURIO (Chile) - GDA