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Los terroríficos campos de concentración de Rojas Pinilla, en clave literaria
Daniel Ángel habla sobre 'Sepultar tu nombre', novela que revisita la violencia del silgo XX.
Ángel (Bogotá, 1985) es docente de literatura de Idartes para el área de creación literaria. Foto: cortesía Óscar Naranajo/ Ed. Planeta
“Yo siempre escribo sobre aquello que me afecta”. Una imagen o un relato son, por lo general, los detonantes de sus libros, comenta Daniel Ángel. Y fue, justamente, la impactante imagen de los campos de concentración que se dieron durante el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla una de las motivaciones que llevaron al autor bogotano a escribir su nueva novela, 'Sepultar tu nombre I (Sangre en la boca)'.
“En este libro se van a encontrar con el campo de concentración de Cunday (Tolima), que levantaron en 1954, que me pareció de locos, donde se torturó y fusiló a la gente y donde había muchos niños, que luego fueron repartidos indiscriminadamente por todo el país”, explica el autor, al compararlos con los campos de concentración nazis de Hitler. “Tenían ciertos visos de eso”, anota.
Es como si muchas personas en Colombia tuvieran que negarse a sí mismas para continuar viviendo
A esta imagen se unió otra que Ángel encontró en los archivos de este diario: la primera página que registra la terrible masacre el 9 de junio de 1954, en el centro de Bogotá, de unos estudiantes, a manos de las fuerzas militares de Rojas Pinilla. “Allí les disparan y asesinan a dos chicos y quedan más de 50 heridos. Esa imagen me consternó”, explica el autor.
Así surge la historia del joven Erasmo Soler, el protagonista de la novela, quien luego del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en 1948 decide abandonar sus estudios en Bogotá para regresar a su natal Villarrica, en el Tolima.
Allí toma la decisión de cambiarse el nombre por el del teniente ‘Sombralarga’, para unirse a las guerrillas liberales. Sin embargo, su vida cambia cuando el horror de la violencia le arrebata a su esposa, Azucena, y a su hijo, Carlos León. Entonces, el protagonista se renombra, nuevamente, como el poeta León Villa Paz, para seguir su nueva vida, aunque una carta que recibe, le cambiará la vida.
Uno de los elementos centrales del libro es la fuerza simbólica de los nombres, desde el mismo título (Sepultar tu nombre). Esto ocurre como un proceso de reflexión sobre todas esas personas que han luchado en Colombia y han tenido que cambiar no solo sus identidades, sino sus vidas, para sobrevivir.
“Es como si muchas personas en Colombia tuvieran que negarse a sí mismas para continuar viviendo. Por otro lado, debemos reconocer que nuestro país es uno que ha estado alfombrado de muertos por la violencia. Miles y miles de colombianos y colombianas permanecen insepultos en los campos del país y en los ríos, navegando como si se tratara de personas que jamás tuvieron un nombre. También es un homenaje a todos esos asesinados y caídos que jamás tuvieron una sepultura”, explica el autor.
La novela de Ángel es publicada por Seix Barral. Foto:archivo particular
Además de narrador, Ángel (1985) es poeta y docente en escrituras narrativas. Y tal vez esa sensibilidad poética, que lo llevó también a escribir 'Silva', la novela sobre el día en el que se suicidó el poeta José Asunción Silva, le haya permitido también sentir, de manera profunda, nuestra violencia. Un tema que le interesa y al que ha dedicado muchas horas de investigación a lo largo de su carrera. Así dan cuenta otras de sus novelas anteriores como 'Montes de María' (2003) y 'Rifles bajo la lluvia' (2017).
La poesía trabaja con el poder de cada palabra. Para el autor, los nombres tienen una poderosa carga simbólica, como lo testimonian los personajes del libro, que se conectan de paso con protagonistas de nuestra historia.
“Erasmo Soler, por ejemplo, sale del dirigente liberal Erasmo Valencia, político caldense. El teniente ‘Sombralarga’, sale del famoso verso del Nocturno, de Silva. Carlitos, el niño huérfano al que un soldado bautiza como ‘Primo Villarrica’ hace referencia al italiano Primo Levy, que escribió la famosa trilogía de Auschwitz”, explica su creador.
En este punto, Ángel reflexiona sobre esa necesidad que tienen los escritores de encontrarles explicación a ciertas situaciones existenciales de la humanidad. Y al hablar sobre el género de la novela histórica, anota que fue sin duda una solución para explicar lo que sucedía, antes del surgimiento formal las denominadas ciencias sociales.
Los autores de entonces supieron contar la historia hasta mejor que los propios historiadores, a juzgar por el éxito que alcanzaron sus libros.
No escribo literatura histórica por los vencidos ni por los que murieron. Yo escribo por los que vienen. Uno escribe historia por el futuro
“El realismo literario fue un grupo de escritores que empezaron a publicar esos libros por entregas en Francia, Inglaterra y Rusia. Dostoyevski, Balzac, y todos ellos lo que hicieron fue reflejar sus sociedades. George Steiner solía decir: ‘¿Acaso ustedes sienten más o creen más las guerras como las han relatado los historiadores?’. O son más verosímiles como las narra Dostoyevski en 'Guerra y paz'. Yo creo que la literatura en Colombia ha sabido relatar mejor nuestra realidad”, anota Ángel.
Este proyecto literario consta de tres libros, por la “necesidad propia del relatos”, como él lo explica. La siguiente novela, que se titula Los pájaros de colores, aborda la historia de Carlitos, un niño que en su adultez será un temido bandolero de los años setenta.
“Pero cuando terminé esa parte sentí que al proyecto le faltaba un cierre de orden moral. Tanto sufrimiento no puede ser en vano. Tenía que pasar algo. Y así es como aparece el hijo del poeta León Villa Paz, en 2018, que cerrará esta historia en el tercer libro”, explica su creador.
Como escritor, Ángel tiene claro que no escribe solo por el goce de narrar y divertir a sus lectores, sino con una clara misión personal, de compromiso moral.
“Yo creo que la palabra queda y no se borra. No escribo literatura histórica por los vencidos ni por los que murieron, pues yo no soy nadie para tomar la voz de las víctimas, me parece irrespetuoso. Yo escribo por los que vienen. Para que al leer este tipo de relatos, los lectores los sientan y no se repitan estos acontecimientos. Uno escribe historia por el futuro”. Con esas palabras cierra el autor, quien guarda la esperanza de que Colombia comience por fin a transitar por un nuevo camino, y nunca más se repitan estos horrores del pasado, en estos momentos de la denominada ‘paz total’.