He oído ya a varios gurús de la programación neurolingüística asegurar que el cerebro no entiende el “no”, por lo que no hay que decirle “no puedo”, “no soy capaz”, “no entiendo”, “no sé”... Eso está muy bien para que la gente aprenda a ser positiva. Y ese argumento se lee la primera vez como quien lee el cuento de 'Caperucita Roja y el Lobo Feroz', una fábula para que los niños aprendan que no es bueno salir de la casa solos a aventurar por caminos peligrosos, etc.
Sin embargo, cuando lo leí por segunda vez, me pareció que más allá de la fábula estaba la creencia de que la incapacidad del cerebro para copiar el “no” era una verdad científica. Lo vi más claro cuando lo leí por tercera, décima y centésima vez. Ya no era una fábula, sino un axioma, un dogma en el que había que creer, como dicen ahora, sí o sí.
Pues bien, llegó el momento de decirles a los programadores, 'coaches', profesores, sacerdotes, entrenadores personales, etc., que no sigan repitiendo semejante tontería. Es obvio que el cerebro capta el “no”, y lo capta con su verdadero sentido. No de otra manera se habría formado la conciencia de toda una civilización a la que se le enseñó “no matar”, “no fornicar”, “no hurtar”, “no levantar falso testimonio ni mentir”, “no desear la mujer del prójimo”, “no codiciar los bienes ajenos”. Nos lo enseñaron y nos lo aprendimos de memoria o, al menos, está en la mente de cada persona como principio axiológico, que se transmite a través de leyes, constituciones, reglamentos, guías, consejos y sugerencias. Si no fuera así, nuestros cerebros serían delincuentes, pues en la incapacidad de entender el “no” estarían guiándonos con mandamientos como: “matar”, “hurtar”, “mentir”, “desear la mujer del prójimo” y “codiciar los bienes ajenos” ¡La locura!
Si el cerebro no entiende el “no”, ¿por qué hay tanto letrero que dice “no pase”, “no entre”, “no siga”, “no apto para menores de edad”, “no hay servicio”? ¿Por qué en los establecimientos públicos se lee “no olvide sus objetos personales”? ¿Por qué Armando Manzanero cantaba “no, porque tus errores me tienen cansado”? ¿Por qué Rafael Guillén escribe el Poema del “no” (“Me decías que no serenamente / Era un no original, que ya existía”)? ¿Por qué Los Diablitos cantan a ritmo de vallenato “Y no estás aquí”? ¿Sobran todos esos noes? ¡Por supuesto que no!
Mejoras y ornato
“Marina Granziera confesó cómo inició en la televisión” (Semana).
Mejor: “... contó cómo se inició en la televisión”, pues lo que se suelen confesar son pecados, delitos, faltas, debilidades, que no aparecen por ningún lado en la noticia, que relata una historia de amor. Por otra parte, el verbo iniciar, en este caso, es pronominal, “cómo se inició”, distinto de, por ejemplo, “cómo inició su diario”, o “cómo inició su trabajo”.
“Es una de las canciones de reggaetón más sonadas”. Mejor: “… reguetón”, forma española para denominar el ritmo musical que cultiva Karol G. Es palabra adaptada del inglés jamaiquino, híbrido de raíces inglesa (reggae) y española (-ón), reggaetón. Apareció hace ya una docena de años en el Diccionario de americanismos, y ahora figura también en el Diccionario de la lengua española.
FERNANDO ÁVILA*
*Experto en redacción y creación literaria
1@fernandoav
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