Junior vs. Medellín: el arquero y el artillero... (Meluk le cuenta)

Fue tremendo el primer capítulo de la final de la Liga. ¡Cinco goles en la victoria 3-2 del Junior sobre el DIM! El local pegó primero y tomó una ventaja mínima, ¡pero ventaja al fin y al cabo! Hoy vale.

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Un triunfo firmado por dos hombres: Carlos Bacca y Gustavo Mele. Se puede alterar el orden sin ningún problema y decir primero Gustavo Mele y, después, Carlos Bacca. Junior no ganó por ser más en las dos áreas: ¡Venció por ser superior en los dos arcos: en el propio y en el ajeno! Las porterías son el lugar donde mandan los cirujanos del fútbol, los especialistas del juego. Es la tierra de gigantes.

Bacca reafirmó su condición de animal del gol y máximo goleador de la Liga con los dos tantos que anotó. El primero, casi de camerino, a los 3 minutos, descontando a cinco rivales en tres metros del área rival. Con fuerza y enganches hizo que los defensas del DIM pisaran en puntas de pies para no estallar un penalti. Temor inútil: el bombazo del tanque Bacca abrió la cuenta.

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Luego, a los 25 minutos del segundo tiempo, cuando Medellín apretaba la soga en el cuello del arco de Mele, Bacca, otra vez Bacca, recibió de espalda un pase de la muerte, tirado desde el fondo del campo: aguantó con fuerza la marca con las nalgas y se giró como una patinadora sobre el hielo para reventarle el arco a Mosquera Marmolejo. Fue el 3-1 parcial.

Antes, Mele fue el héroe. El arquero atajó una media vuelta a quemarropa de Londoño achicando, y con el pie desvió el remate de gol, como lo hacía hace 40 años Juan Carlos Delménico, una leyenda del arco del Junior.

Y con la mano, volando, desvió sobre el techo de su arco un cabezazo frontal de Yairo Moreno.

Sé que he escrito en esta misma columna que en un fútbol en el que el trabajo de los técnicos y la adoración por sus tácticas y estrategias, los funcionamientos grupales, las sincronizaciones en conjunto son sinónimo de sapiencia y erudición, los solistas máximos de la cancha, el portero y el goleador, agarran los papeles del sobreanálisis, los arrugan entre sus manos y los mandan a la cesta de la basura. Ellos solos, sin estadísticas, sin la big data, sin flechas en la pantalla del director técnico, ganan o pierden los partidos, los títulos. Junior ganó 3-2 por su ‘1’ y por su ‘9’.

Un partido que, además, tuvo dos momentos bisagra: las pausas de hidratación a los 25 minutos de cada tiempo. Fueron como los tiempos fuera del baloncesto, en los que los técnicos les dan respiro a sus jugadores, les quitan ímpetu a los rivales y dan instrucciones para corregir cosas, motivar o calmar a los suyos.

En la del primer tiempo, cuando Junior ganaba 2-0 y se tragaba al DIM, el DT visitante, Alfredo Arias, apretó la tuerca en el medio campo e hizo que el equipo agarrara la bola para descontar a 2-1 antes del descanso. Tras él, y con el cambio de sus delanteros, sometió al Junior, al punto de que Mele lo salvaba hasta cuando llegó la segunda pausa, que fue un tiempo fuera para Junior. Inmediatamente Bacca anotó y abrió la diferencia para vencer al final 3-2.

En una final como la de esta Liga, a dos partidos, un error o un acierto son determinantes, el paso a la gloria o al infierno. De la mano al pie, del arquero al artillero. Así, Junior pegó primero. Pero aún falta todo un partido...

GABRIEL MELUK

Editor de DEPORTES

@MelukLeCuenta

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