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La historia que sostiene a Luis Marquínez como titular de la Selección Colombia
El arquero ha recibido críticas por su desempeño en el Sudamericano Sub-20, pero se mantiene firme.
Diez años después de haberse puesto bajo los tres palos por primera vez, Luis Miguel Marquínez Preciado, portero titular de la Selección Colombia Sub-20, recordó por qué en el fútbol el guardameta lleva el número uno en la espalda.
En la noche del martes, tras no asegurar un balón en el minuto 77 del partido entre Colombia y Uruguay, el arquero quedó a merced de la horda que no tolera el error.
Las críticas por no arrullar la pelota en su pecho, como seguramente tantas veces lo ha hecho, fueron la constante en unas redes sociales en las que abundan expertos sin experticia.
Y ante el ruido por el fallo que derivó en la primera derrota del equipo nacional en el torneo juvenil, resultaron elocuentes las palabras del escritor uruguayo Eduardo Galeano: “El arquero lleva a la espalda el número uno. ¿Primero en cobrar? Primero en pagar”.
Aquella lección que Galeano apuntaló en el siglo pasado, Marquínez la ha ido aprendiendo desde que era niño.
Detrás de los casi un metro y noventa centímetros que hoy ostenta, habita el espíritu del pequeño que un día, en Tumaco, por falta de voluntarios, se animó a tapar y luego permaneció un mes sin jugar al fútbol porque no quería ser arquero.
Detrás del rostro que se niega a terminar resignándose en el suelo, está la fortaleza del soñador de apenas 10 años al que un día le dijeron que no podía llorar cada que le hicieran gol.
Y detrás del apellido Marquínez, que se lee en su camiseta de la Sub-20, reside la madera de un arquero en proyección que trabaja día a día por cumplir el sueño de jugar en Europa y ser el ancla para que sus padres tengan una mejor vida.
Marquínez empezó en el fútbol con el mismo objetivo de tantos ídolos del deporte colombiano: eludir la condena de la pobreza.
Desplazado de Tablones Dulces, una de las zonas de Nariño más afectadas por la violencia, Luis Miguel llegó junto con su familia a Tumaco, la capital, cuando tenía cerca de ocho años.
Desde entonces, su intención fue la de hacerse amigo de la pelota. Y, por su contextura física, la posición ideal para arrancar fue la de defensor central. Sin embargo, dado que ninguno de sus compañeros del equipo Cali Mío se atrevía a desafiar a la soledad del arco, y a decir verdad él no contaba con las mayores cualidades técnicas, Marquínez fue a parar bajo los tres palos por primera vez. Y de no ser por su mamá pudo haber sido la última.
Renuente a ser el cancerbero de su equipo, a pesar de que la actuación estuvo lejos de ser caótica, Luis llegó a llorar a su casa en el barrio Nuevo Milenio.
Para un niño que había sido testigo de la alegría del gol parecía remoto querer ser el encargado de frustrar el éxtasis que le da sentido del juego. No por nada, decidió alejarse de las canchas durante cuatro semanas porque prefería no jugar a ser arquero. Pero María, su madre, fue quien le recordó que su sueño de sacar adelante a la familia requería de esfuerzos que quizá nunca se había contemplado. Y por él volvió a entrenar.
Pasados unos meses de aquella experiencia, con el objetivo de buscar mejores oportunidades deportivas, Marquínez se fue a probar en Antioquia y terminó en el municipio de Bello, jugando para el club Totono Grisales.
Allí, de nuevo ser arquero volvió a estar más cerca de la desazón que de la alegría. Cada que recibía un gol, rompía en llanto. La escena se repitió hasta que un día, en charla con uno de los profesores, comprendió que en su destino siempre le iban a anotar goles, y que no podía dejar que lo derrumbaran.
Luis Marquínez, jugador de Atlético Nacional. Foto:Cortesía Atlético Nacional
Tras un año en el Grisales, llegó al club Sol de Oriente, en Medellín. En la capital, el profesor Johnny Londoño, reconocido por su aporte formador a los futbolistas de la región, fue quien le dio la confianza.
“Él vio algo que los otros no vieron y, prácticamente, me terminó de criar, él ha sido como mi segundo papá. Yo le debo todo a él, lo que he construido es gracias a él”, le dijo Marquínez al periodista paisa Santiago Aristizábal en una entrevista reciente para su pódcast ‘Fútbol Sonoro’.
A partir de ahí, Marquínez comenzó a destacar en torneos juveniles y a llevar su nombre a equipos departamentales. Subcampeón nacional con Antioquia, pasó las pruebas en enero de 2019 para entrar a Atlético Nacional.
En el cuadro verdolaga realizó el proceso final de divisiones previas, fortaleció sus cualidades como líbero y el año pasado, ante Cortulua, debutó como profesional.
Hombre de Selección
Selección Colombia sub-20. Foto:Juan Pablo Rueda. EL TIEMPO
La primera participación de Marquínez en la Selección Colombia prometía ser la del Sudamericano Sub-20, en 2020. A pesar de ser de una categoría inferior, el arquero hacía parte del plantel llamado a participar en dicho torneo. Sin embargo, la pandemia del covid-19 aplazó su fecha de portar el escudo patrio. La hora de la verdad llegó este año, en dicho torneo, pero esta vez con sus coetáneos y como titular, tal cual lo ha sido durante los cinco partidos disputados hasta ahora.
De los equipos clasificados al hexagonal, Marquínez parece no contar con las mejores estadísticas, pues según cifras de SofaScore, es el que menos atajadas ha hecho y es el cuarto que más goles ha encajado. Aun así, cuenta con el apoyo de sus compañeros, pues como dijo el central Fernando Álvarez tras el partido ante Uruguay, “estamos seguros que se va a levantar y no hay dudas de sus capacidades”. Y no hay forma de pensar que no, pues la historia de vida de Marquínez no contempla ninguna rendición.