¿Por qué los árbitros no tienen tatuajes ni barba? No hay una ley escrita, pero sí un acuerdo tácito en el mundo

Los árbitros de fútbol siempre son centro de atención, pero en esta ocasión no, porque lo que se trata de aclarar es por qué no tienen tatuajes ni barba. 

Los encargados de impartir justicia rara vez lucen tatuajes visibles o barba. Se dice que no es una norma oficial impuesta por la Fifa o la Uefa, pero sí una de esas leyes no escritas que marcan la diferencia en la élite del arbitraje.

“El árbitro no solo debe ser imparcial, también debe parecerlo”. Esta máxima, repetida en escuelas arbitrales de todo el mundo, resume bien la filosofía que rige la imagen de los colegiados profesionales, dice el diario Marca de España.

“A diferencia de los jugadores, cuyo carisma y estilo muchas veces se traducen en identidad de marca, los árbitros aspiran precisamente a lo contrario: ser invisibles. Pasar desapercibidos. Que su presencia no condicione el relato del partido, ni siquiera desde lo visual”, indica el rotativo.

No hay una norma oficial escrita que los prohíba, la recomendación implícita en los entornos arbitrales de más alto nivel es clara: mantener una imagen pulcra, neutra, sin elementos que puedan ser considerados provocativos, llamativos o interpretables.

Los tatuajes son, posiblemente, uno de los elementos más discretamente censurados. Aunque algunos árbitros los tienen, casi nunca se muestran. De hecho, quienes los llevan en brazos o piernas suelen cubrirlos con vendajes o prendas de manga larga, incluso en climas extremos. ¿El motivo? Se considera que los tatuajes, aunque para muchos representan una expresión personal o cultural, pueden dar lugar a interpretaciones o juicios innecesarios, precisa Marca.

El diario dice que lo de la barba, aunque parezca un capricho estético, tiene detrás una explicación mucho más pragmática: la seguridad. La mayoría de árbitros se afeita para evitar hacerlo en caso de sufrir lesiones faciales o heridas con el silbato.

Hay quienes incluso lo llevan al terreno psicológico. Una cara bien afeitada transmite más autoridad, más limpieza visual, y menos distracción. En definitiva, más seriedad. No en vano, en muchas academias arbitrales europeas se enseña a los jóvenes colegiados a cuidar hasta el último detalle de su presencia física, incluyendo uñas, peinado, y por supuesto, el afeitado.

La Uefa, por su parte, no tiene ninguna norma específica que prohíba tatuajes o barbas en sus reglamentos arbitrales. Todo queda a criterio de los comités nacionales y, en última instancia, de la propia imagen que cada árbitro quiera o se atreva a proyectar, sentencia Marca.