En el último año el costo de vida de los colombianos ha subido 9,23 por ciento, la mayor variación registrada en los últimos 22 años en el país, según lo hizo saber el jueves en la noche Juan Daniel Oviedo, director del Departamento istrativo Nacional de Estadística (Dane).
Sin embargo, ese golpe al bolsillo no es igual para todas las personas ni en todos los productos que consumen los hogares.
A las familias pobres del país el costo de vida se les ha incrementado un 11,26 por ciento; a las vulnerables, el 11,07 por ciento; a las de clase media, 9,46 por ciento, mientras que para los estratos altos solamente el 7,46 por ciento, señaló el ente oficial.
Comer por fuera del hogar, pedir domicilios, así como los arriendos, están entre los rubros que más le están pegando al bolsillo de los hogares colombianos.
Estos representan casi el 60 por ciento de la inflación causada en abril del 9,23 por ciento anual, junto con los costos de la carne de res, la electricidad (servicio de luz) y la leche, según Oviedo.
Y la razón de esto es que dichos productos tienen una mayor exposición a esos mayores costos internacionales, que son un fenómeno, como la crisis logística, los elementos asociados a los retrasos y mayores costos del transporte internacional de los contenedores y, en el caso de los alimentos, la carestía de la alimentación de animales y los fertilizantes usados para los productos agrícolas.
Papa continúa costosa
Si bien la papa ya no es el alimento que más está subiendo en lo corrido del año, sigue en el escalafón de los 10 productos de la canasta familiar que más han incrementado sus precios.
Esta fuerte variación de los precios de los productos, en especial los alimentos, llevó a que este año, al corte de abril, el costo de vida supere el aumento del salario mínimo para los segmentos de la población de menores ingresos.
Pero la papa no es la única que se mantiene costosa. La cebolla, con un alza del 63,39 por ciento; la yuca para el consumo en el hogar (54,8 por ciento), los plátanos (40,53 por ciento), el tomate (35 por ciento), la naranja (30,5 por ciento), entre otros, están entre los productos de la canasta familiar que también registran incrementos significativos en sus precios.
Para el director del ente estadístico, sin duda, estos alimentos tienen inflaciones anuales elevadas, lo cual se traduce en los sobrecostos que se observan en la producción de estos bienes agrícolas.
“El índice de precios al productor nos da una señal muy clara de cómo estos costos han evolucionado. A diciembre del 2021, los precios de los abonos y plaguicidas tenían una variación del 10 por ciento, pero en abril del presenta año ya tiene un crecimiento anual del 30 por ciento, lo que significa que se han triplicado”, explica Oviedo.
El funcionario destaca, además, que si bien los productos que se utilizan para la alimentación del ganado ovino, porcino y las aves de corral han disminuido en su costo, pues pasaron del 26,4 en diciembre del año pasado al 21,06 por ciento anual en abril del 2022, estos continúan siendo elevados y se hacen más visibles por la temporada invernal actual.
Por su parte, productos como la arracacha, el ñame y otros tubérculos necesitan que se les controle más la humedad, por lo que requieren del uso más intensivo de productos químicos, los cuales se consiguen hoy a precios más elevados, lo que ha hecho que su valor al consumidor se haya elevado al rededor del 25,5 por ciento en el último año.
Pero que un producto haya tenido un crecimiento desbordado en sus precios en determinado periodo no significa que este golpee con mayor fuerza las finanzas de los hogares, ya que, según la metodología del Dane, cada producto tiene una ponderación de acuerdo con su impacto en la canasta familiar.
Al mirar la contribución porcentual de los productos a la variación de la inflación acumulada hasta abril, que va en 5,66 por ciento, estos son los grupos de gasto que más están haciendo subir la inflación este año.
En primer lugar está la comida en restaurantes, fuera del hogar o a domicilio, con el 0,51 por ciento. Le siguen la electricidad, con 0,26 por ciento; la papa, con 0,25 por ciento; los productos de limpieza y mantenimiento, con 0,22 por ciento; transporte urbano, con 0,22 por ciento, así como la leche y el arroz, con 0,21 y 0,2 por ciento, respectivamente.
Reducción de los aranceles, sin efectos todavía
Pese a que entre marzo y abril el Gobierno expidió dos decretos (307 y 504), a través de los cuales se redujo a cero arancel un listado de más de 200 insumos básicos para el sector agrícola, para que el costo de producción de los alimentos no continuara empujando la inflación al alza, este objetivo no se ha cumplido.
El costo de los abonos y plaguicidas se ha triplicado entre diciembre de 2021 y abril del presente año, mientras que las preparaciones usadas para alimentar a los animales suben a un ritmo superior al 21 por ciento, según reveló el Dane esta semana.
Por eso, empresarios del campo y del sector confecciones advierten que los efectos hasta ahora son nulos. Jorge Enrique Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores Colombianos (SAC), sostiene que en estos decretos las materias primas que se usan en la alimentación animal (maíz y soya) no tenían aranceles antes del decreto y ese es el grueso de los alimentos animales. Y advierte que en el caso de los fertilizantes, más del 94 por ciento de los que entran al país no tenían aranceles antes del decreto.
“Esto explica que el efecto en ese sentido para esos insumos prácticamente es nulo”, dice Camilo Rodríguez, presidente de la Cámara Colombiana de Confecciones y Afines (CCCA), también tiene reparos al respecto. Indicó que en el decreto había como 40 subpartidas de algodón, pero no se incluyeron los que más se demandan.
“Esta medida no tiene ningún efecto para controlar la inflación, pues las subpartidas a las que les bajaron los aranceles son hilos que no se necesitan, como los de seda”.
El problema es que un efecto real de esa medida sobre la inflación tardará hasta tanto los pequeños productores del campo participen en la generación de esos bienes agrícolas y asumiendo más riesgos.
Lo dice Juan Daniel Oviedo, director del Dane, quien no duda en señalar que “es evidente que en el caso de los abonos y plaguicidas los precios siguen creciendo”.
Sin embargo, el funcionario resalta que el encarecimiento de dichos insumos no es de ahora, sino que se viene consolidando desde inicios del 2021, se aceleró con el paro nacional (abril-mayo del 2021), afectando la inflación.
De ahí en adelante, dice, con la reactivación mundial se generaron sobrecostos importantes que llevaron a que los pequeños productores, como los de la papa, decidieran no cultivar porque no tenían recursos, al tiempo que el escenario internacional les generaba otros riesgos mayores.
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