Hace dos años y 9 meses, uno de los principales líderes del sistema de Naciones Unidas hacía desde Bogotá el lanzamiento mundial del Informe de Desarrollo Humano.
El 9 de diciembre del 2019, en el centro Ágora, Achim Steiner, que hoy sigue siendo el del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), le explicaba al presidente Iván Duque que habían escogido a Colombia para el lanzamiento porque representaba una historia sobresaliente de progreso en Desarrollo Humano, con gran avance en el escalafón de países, con mejoras en expectativa de vida, médicos por habitante, escolaridad y también alivio en un problema histórico, la desigualdad. Así mismo, por su papel protagónico en la agenda Río + 20 y por ser precursor en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Tres semanas y un día después, al otro lado del mundo, se supo del primer caso de una persona contagiada en Wuhan (China) con un virus que luego habría de ser conocido como Sars-CoV-2.
El jueves pasado, Steiner presentó el nuevo Informe de Desarrollo Humano, esta vez en Nueva York, dos años y medio después de la declaración de la pandemia, y el tono fue muy distinto.
El nuevo informe advierte que la humanidad está quedando atrapada en un ciclo de crisis, indecisión y estancamiento. Tras la llegada de la pandemia, el Índice de Desarrollo Humano presenta un retroceso de dos años seguidos por primera vez en los 32 años en los que se ha medido, con descensos en 9 de cada 10 países del mundo. Tras los momentos más duros de la pandemia, el retroceso llevó el índice a niveles de cinco años atrás.
“Es la primera vez que en el 90 por ciento de los países bajamos estos indicadores”, dice Sara Ferrer Olivella, representante residente del Pnud en Colombia.
“La pregunta que se hace este informe –agrega– es qué nos está pasando, hacia dónde estamos transitando, pero también plantea esta incertidumbre, esta transformación, como una oportunidad: qué otras cosas uno podría hacer; cómo podríamos repensar este sistema para abordar estos nuevos desafíos que ya no entienden de fronteras, ni son puramente económicos, porque una crisis en Ucrania tiene un impacto en el Chocó, por la subida de alimentos”
Dentro del panorama mostrado por el informe, como era de esperarse, con la muerte por covid de al menos 5,5 millones de personas en el mundo hasta el fin del 2021, la expectativa de vida al nacer se redujo en todo el planeta en más de año y medio, de 73 a 71,4 años. Hay, también, retroceso en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En una escala entre 0 y 1, el índice “mide el logro promedio en tres dimensiones básicas del desarrollo humano: una vida larga y saludable, conocimiento y un nivel de vida digno”, explica el Pnud.
Colombia ocupó el puesto 88 dentro de los 191 países observados, el mismo lugar que tenía en la medición anterior. Su índice registra una ligera reducción de 0,759 a 0,752. Suiza, el primer lugar, tiene un índice de 0,962. Y Sudán del Sur, el último lugar, 0,385.
Al covid-19 (la enfermedad que causa el Sars-CoV-2), del que no se termina de salir, el informe le suma la guerra; desabastecimientos alimentarios y crisis energética relacionados con ella; la inflación, relacionada con los desabastecimientos; la polarización (un fenómeno global), la desconfianza hasta con el vecino, y la crisis de salud mental en numerosas sociedades.
Sobre la polarización, Ferrer dice: “Llegué a Colombia a finales de septiembre, justo después de las protestas y el estallido social y luego toda la recta de preparación de campaña, la polarización social enorme, pero no solo le pasa a Colombia”.
De acuerdo con Ferrer, “cuando las personas se ven en estas situaciones de desesperanza se ponen en los extremos y las opciones de medio ya no sirven para solucionar nuestros problemas. Entonces lo que busca este informe es, de alguna manera, generar una conciencia global, poner sobre la mesa estas inquietudes”.
El predominio de opciones extremas, dice Ferrer, es parte del panorama negativo, “porque no hay puntos de encuentro para buscar y trabajar, juntos. Esta polarización está alimentada por una desinformación que no permite a la gente en su actuar tener más criterio”.
De acuerdo con el informe, Colombia mantuvo sus niveles relacionados con conocimiento y un nivel de vida digno, y las siete milésimas que baja obedecen a la disminución de la expectativa de vida por los 130.000 fallecimientos por covid hasta el cierre de 2021.
Ferrer señala que “lo que vive Colombia hoy día es un reflejo de lo que se está viviendo también en muchas partes del mundo”.
Oportunidades y recomendaciones
Si bien el Pnud subraya que la multicrisis global puede traducirse en oportunidades, hay que ver en qué consistirían estas. El informe plantea recomendaciones que la representante en Colombia, Sara Ferrer Olivella, traduce en dos frentes: “por qué no invertir mucho más en aseguramiento, pero también bienes públicos, plazas donde la gente se pueda encontrar, pero también en la gobernanza de las instituciones: más transparencia, más rendición de cuentas al ciudadano. Cómo la institución resuelve las necesidades del ciudadano. Invertir en las personas, y no solo en educación sino en el a los servicios”.
Así mismo, dice que se debe invertir en ser más resilientes. “Si no estábamos preparados para la pandemia, pues hemos hecho la inversión social y digital, en términos de conectividad. Si pasa algo más, para que estemos mejor preparados, ¿qué pasa con los planes de respuesta?”.
De acuerdo con Ferrer, muchos países han hablado sobre tener bases de transferencias para los más vulnerables, con el fin de evitar que caigan en extrema pobreza. Esto, en lugar de hablar de subsidios generales que todavía se están entregando en electricidad, en gasolina, en gas, que, de acuerdo con la representante, alivian temporalmente. Lo que al final tampoco rinde si se tiene en cuenta los niveles altos de inflación actual.
Dentro de las recomendaciones, Ferrer también se refiere a la inversión en innovación, con la idea de que, además de las empresas, los países se involucren más institucionalmente. Se refiere a apuestas en otras tecnologías, ya sean de energías renovables, de interacción humana, de conectividad o movilidad, “con base en lo que hemos venido aprendiendo”.
“Realmente –concluye– los países tienen esto de la innovación aparcado solo en las empresas, en las startups. El Estado tiene un papel muy importante en promover la innovación, para dar respuestas a las necesidades”.
MAURICIO GALINDO
Editor de Economía
En Twitter: @galmau