Como era de esperarse, el recaudo de impuestos en América Latina cayó en el 2020, primer año de la pandemia, con el más duro cierre económico, pero esa caída fue mayor que la reducción de la producción.
Pero, también, como era previsible, en el 2021 el recaudo habría de rebotar al igual que lo hacía la actividad económica y en países como Colombia ese repunte tributario fue mayor que el del producto interno bruto (PIB).
Así lo muestra el informe Estadísticas tributarias en América Latina y el Caribe 2022, presentado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) durante la reciente 56ª Asamblea General del Centro Interamericano de istraciones Tributarias (CIAT).
Sebastián Nieto Parra, jefe para América Latina y el Caribe del Centro de Desarrollo de la Ocde, se refirió al informe y a cómo está Colombia:
Los latinoamericanos creen en general que pagan muchos impuestos, pero el documento en el cual usted participó reitera que esa impresión no necesariamente es válida. ¿Está de acuerdo?
Efectivamente hay una diferencia entre la percepción de la ciudadanía sobre lo que pagan de impuestos y lo que recaudan los gobiernos en América Latina.
De acuerdo con nuestro reciente informe Estadísticas Tributarias en América Latina y el Caribe 2022, en la región se recaudó menos del 22 por ciento del PIB en 2020, más de 10 puntos porcentuales por debajo de lo que se recauda en la Ocde (cerca del 34 por ciento del PIB).
En particular, el nivel de recaudo por parte de los impuestos a personas naturales es extremadamente bajo, el 2,2 por ciento del PIB, mientras que en el promedio de los países de la Ocde es 8 por ciento del PIB. Inclusive dentro del total de recaudación representa muy poco siendo menos del 10 por ciento del total de recaudación mientras que en los países de la Ocde se acerca a un cuarto del total de la recaudación.
Sin embargo, hay la percepción de que se pagan muchos impuestos y se vincula sobre todo a un motivo más amplio que el nivel de imposición y es la baja legitimidad fiscal o 'moral tributaria' que se tiene en la región. Tradicionalmente se dice que más de la mitad de los latinoamericanos están dispuestos a evadir de una u otra forma el pago de impuestos, muy por encima de lo que se tiene en la Ocde.
Esta falta de confianza es mutua. En la región, cerca del 40 por ciento de funcionarios de las istraciones tributarias no confía en la información que recibe de las grandes empresas, mientras que en los países de la Ocde esta desconfianza es de tan solo del 6 por ciento de los funcionarios encuestados.
Así, para cambiar esta percepción, ante todo se debe mejorar la confianza y la calidad de los servicios públicos, lo cual va más allá de la política tributaria y requiere mejoras en la gestión gasto, muchas veces mejor focalizado, pero también mayor pedagogía y comunicación en el diálogo con los ciudadanos de en qué se gasta, y facilitando los procedimientos y mejorando la comunicación sobre cómo y por qué pagar impuestos.
Claramente la pandemia influyó en una caída en los recaudos, pero no deja de llamar la atención que en el conjunto de la Ocde es muy distinto lo que le sucedió a la región latinoamericana. ¿Qué destacaría de esos resultados?
Con la crisis del covid -19, los ingresos tributarios de la región cayeron en 8 por ciento en términos nominales con respecto a 2019 y como proporción del PIB disminuyeron en 0,8 puntos porcentuales. Fue una caída drástica al comparar con los países de la Ocde. En promedio, la recaudación tributaria como proporción del PIB aumentó 0,1 puntos porcentuales en el promedio Ocde.
Como lo señalamos en nuestro informe bandera Perspectivas Económicas de América Latina, la caída del crecimiento del PIB en la región no solo fue histórica sino además fue la región del mundo más afectada por la pandemia debido a una caída sin precedentes de la demanda interna. En ese contexto, los ingresos procedentes del IVA y otros impuestos sobre el consumo como porcentaje del PIB sufrieron un fuerte descenso en la región mientras que permanecieron prácticamente igual en la Ocde.
Respecto a los sectores económicos, dado que el sector del turismo fue uno de los más afectados por la pandemia, algunas economías dependientes del turismo de América Central y del Caribe vieron sus ingresos tributarios desplomarse drásticamente.
En 2021 tuvo lugar un importante crecimiento económico, pero en materia de recaudos tributarios este no alcanzó a cerrar la brecha. ¿Qué conclusión saca a partir de los resultados?
A medida que los procesos de confinamiento fueron culminando, el nivel de recaudo aumentó fuertemente en la región. En promedio, los ingresos de la región aumentaron 21,3 por ciento acumulado entre enero y agosto de 2021 con respecto al mismo período de 2020 en términos reales.
Sin embargo, para tener una idea más clara de dónde estamos antes de la pandemia y saber el grado de recuperación de los ingresos tributarios, comparemos con 2019. La recaudación acumulada durante los primeros ocho meses de 2021 fue un 4,6 por ciento superior a la de los ocho primeros meses de 2019.
Es una noticia alentadora, aunque no es el caso para todos los países de la región. Por ejemplo, en el Caribe, la recaudación acumulada todavía está 4,7 por ciento por debajo de 2019.
Más allá de que el desempeño de la economía colombiana estuvo por encima del promedio, el recaudo de impuestos difiere del promedio regional y de la Ocde. ¿Dónde están las principales diferencias?
Los ingresos en Colombia aumentaron considerablemente en 2021 gracias al mayor dinamismo de la economía y los mayores esfuerzos para luchar contra la evasión. Fue un aumento de cerca del 19 por ciento anual en términos nominales lo cual es sustancial.
Sin embargo, estructuralmente el nivel de recaudación total con respecto al PIB se ha mantenido por debajo del 20 por ciento del PIB (vs. 22 por ciento en la región) y se debe ante todo al bajo recaudo del impuesto directo a individuos y los aportes a la seguridad social.
¿Sigue siendo válida la apreciación de que las empresas pagan proporcionalmente más en Colombia que en otros lugares? ¿De cuánto es esa brecha?
Bajo ambos criterios, con respecto al PIB y como proporción del total de recaudación, las empresas en Colombia pagan más que en el promedio de los países de la Ocde y de la región. Con respecto al PIB, en Colombia las empresas pagan cerca del 5 por ciento del PIB, frente a 3,4 por ciento en la región y 3 por ciento del PIB en la Ocde.
Respecto al total de recaudo, cerca de un cuarto del total de los ingresos tributarios en Colombia son pagados por las empresas mientras que en el total de los países de la región es del 16 por ciento y en la Ocde no llega al 10 por ciento del total del recaudo.
Sin duda, mejorar la estructura tributaria para favorecer la creación del empleo formal y revisar algunos gastos tributarios ineficientes son elementos clave en la política tributaria del país.
Y en cuanto a los individuos, ¿cómo se compara el país con la región y la Ocde?
A diferencia de las empresas, el recaudo de los impuestos a los individuos es muy bajo en Colombia. Solo se recauda el 1,3 por ciento del PIB. En cambio, en el total de los países de la Ocde y de la región representan 8 y 2.2 por ciento, respectivamente.
Los impuestos a personas naturales en Colombia son solo el 7 por ciento del total de ingresos tributarios mientras que en la región es del 10 por ciento y, sobre todo, en la Ocde alcanza cerca del 25 por ciento.
Son muy pocos los individuos que pagan impuestos en Colombia, sólo alrededor del 5 por ciento de los asalariados pagan impuestos sobre la renta personal, debido a una reducida base tributaria y la existencia de exenciones tributarias. Esto deja inclusive a personas con ingresos elevados por fuera o con reducidos pagos de impuestos lo cual disminuye la progresividad impositiva.
Similar a otros países de la región, el efecto distributivo de los impuestos y transferencias tan solo reduce el índice Gini de desigualdad en menos de 3 puntos, mientras que en los países de la Unión Europea por ejemplo supera los 15 puntos.
¿Qué se puede decir con respecto al IVA?
El IVA es la principal fuente de recaudo y, proporcionalmente, tiene un peso mayor que en el total de la Ocde y de la región. De acuerdo con nuestro reporte Estadísticas Tributarias en América Latina y el Caribe 2022, cerca del 30 por ciento de los impuestos provienen de este rubro, lo cual representa 5,4 por ciento del PIB. En el total de los países de la Ocde y de la región, el IVA representa 20 y 27,5 por ciento del total del recaudo respectivamente.
Las medidas iniciadas en la pandemia respecto a la devolución del IVA a las familias más vulnerables son bienvenidas y ayudan a focalizar de mejor manera las políticas hacia los más pobres con respecto a las exenciones del IVA de algunos bienes y servicios que benefician inclusive a los más ricos.
Tras los mayores desequilibrios fiscales ocasionados por mayores gastos y menores ingresos, ¿cuál debería ser la manera apropiada de cerrar la brecha?
En general en América Latina, al igual que en Colombia, estamos frente a una situación en la que no se puede caer en la austeridad total y tampoco en un gasto excesivo que lleve a crisis de deuda soberana. En este sentido se necesita una visión integral de la política fiscal y avanzar en pactos fiscales que incluyan mejoras en el gasto, los ingresos y la gestión de la deuda.
Por el lado del gasto, seguir realizando esfuerzos en la focalización del gasto corriente y un mejor balance para promover la inversión, la cual sigue siendo muy reducida en la región. Respecto a los ingresos, fortalecer la capacidad y comunicación de las istraciones tributarias, continuar reforzando las políticas antievasión y repensar una estructura tributaria en pro del emprendimiento, la formalización laboral y la progresividad.
Finalmente, debe seguir impulsándose medidas contracíclicas para favorecer la estabilidad y fomentar un mayor gasto de capital en momentos difíciles.
Más que nunca mejorar el proceso y la secuencia de las acciones fiscales a realizar para generar consensos es fundamental. En nuestro informe Perspectivas Económicas de América Latina insistimos en las 4 C: Conciliar entre diferentes actores, Contextualizar para entender lo que se puede hacer ahora o no, Compensar a los más vulnerables y Comunicar basado en evidencia empírica y de forma inclusiva.