Todos buscan ganar, pero son conscientes de que hay que apostar duro y que quien apuesta duro debe estar listo para perder o para hacer sacrificios en aras del objetivo mayor. Veamos.
Miguel Uribe. Tiene a su favor el respaldo de partidos tradicionales. Algunos con más nombre que votos, pero tradicionales al fin y al cabo. Ahí están los conservadores, sin candidatos desde hace décadas y poca representación en el Concejo; los liberales, con algo de fuerza, y dos movimientos esos sí fuertes: el Centro Democrático, hoy por hoy la segunda fuerza electoral de la ciudad, y los cristianos, que mal contados suman 500.000, según sus propias cuentas.
Tiene también en su haber el conocimiento de la ciudad. Sobre Miguel podrá decirse de todo, menos que desconoce la ciudad de hoy, por eso maneja fácil y con cifras un discurso convincente.
La juventud le juega una mala pasada porque lo tildan de “demasiado joven”, pero su verdadero karma es la falta de reconocimiento. Que más del 50 por ciento de la gente no lo conozca es crítico.
Y también gravita sobre él ser la voz cantante del peñalosismo, que, al igual que el tema de la juventud, gusta a algunos y espanta a otros. La parte difícil ya la hizo: convencer a todos los partidos, la difícil viene ahora: radicalizar el discurso, imponer temas propios y ganar imagen.
Carlos Fernando Galán. Cuenta con una aureola de “buena persona” –como dirían las señoras–, carisma y sensatez. Ha sido inteligente con aquello del centro, intentando pescar al electorado cansado de una década de polarización, escándalos y lucha de clases mientras agobian problemas como la seguridad y la movilidad, que demandan tiempo y dinero.
La convergencia de esa ciudadanía que busca refugio en la sensatez le ha funcionado. Al alejarse de las alianzas y apostar por una candidatura fruto de las entrañas de la gente, con visión de futuro, optimista y planteando de entrada la seguridad ciudadana como eje de trabajo, ha logrado seducir.
Si el discurso entre izquierda y derecha se radicaliza –y parece que así será–, Galán y su estrategia contarán con una oportunidad de oro. Y si a ello se le suma que es quien mejor ha logrado transmitir el mensaje de que hay que continuar con un modelo de ciudad haciendo ajustes necesarios, su nombre puede jugar en serio como opción para ser el nuevo alcalde.
¿Qué tiene en contra? Tal vez se le quiera achacar su falta de experiencia a la hora de gobernar, la falta de apoyos políticos concretos y fuerza en el discurso de calle.
Claudia López. No solo es figura local, sino nacional, fruto, en buena medida, de sus últimos años dedicados a poner en evidencia el fenómeno corruptor del país.
Transmite dos cosas esenciales que el ciudadano de a pie le reconoce en la calle: espontaneidad y discurso popular; la capacidad de enfrentar las cosas y llamarlas por su nombre, sin rodeos.
Algunos dicen que es populismo, que sus ideas no se sustentan en cifras sino en frases efectistas para seducir electores. Ella conserva una figura de independencia que falta ver cómo queda tras los apoyos recibidos.
Es la voz cantante de la centroizquierda, tiene empatía con los jóvenes que de tiempo atrás vienen abriéndose espacio en la política local. El partido verde, ese sí el oficial de ella, obtuvo la mayor votación para Congreso y Presidencia. A Claudia le sobra energía, vive hiperrevolucionada y lee bien lo que piensa la gente.
Dicho eso, sus puntos débiles pueden estar en esa imposibilidad de controlar su temperamento explosivo al menor reclamo. “Ella me gusta, pero me da miedito…”, me dijo una universitaria hace poco.
También es un misterio cuál será el comportamiento del electorado de una ciudad que jamás ha elegido alcaldesa, lo mismo que su falta de experiencia, pese a que hace varios años hizo parte del gobierno distrital. Y, finalmente, está el factor Petro, que al final de la semana terminó convirtiéndose no en un aliado, sino en su principal verdugo.
Hollman Morris. Cae bien en las bases del petrismo. Fue uno de los escuderos principales de Petro y trabajó en su gobierno al frente de Canal Capital. En el Concejo se caracterizó por sus férreos debates al actual gobierno, y el tema del metro y el nuevo esquema de salud fueron sus obsesiones.
Morris, sin embargo, cayó en desgracia luego de acusaciones de maltrato a su expareja. Fue “frenado en seco” por Claudia López, quien públicamente le notificó que en su partido no tendría cabida. Y esta semana lo propio hicieron las mujeres de la Colombia Humana, movimiento petrista, ante la posibilidad de que tanto Petro como varios de sus áulicos lo fueran a postular como candidato.
¿Es mi impresión o... con Egan y Nairo se nos fueron todas las frustraciones que nos ha dejado la Selección de fútbol este año?
ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor jefe EL TIEMPO