Así van las obras en la Isla Gorgona y el debate por la puesta en marcha de un radar

La región del Pacífico colombiano (que cubre las aguas del océano del mismo nombre) cuenta con una extensión de 83.170 km², que comprende las costas de Cauca, Chocó, Nariño, Valle y dos municipios de Antioquia, en los que se encuentran siete parques naturales protegidos, ricos en corales, fauna y flora propios de la selva tropical.

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Entre estos parques se encuentra la isla Gorgona, cuyo nombre está en el imaginario de los ciudadanos porque allí funcionó –entre 1960 y 1984– una cárcel de máxima seguridad que fue cerrada por los abusos y violaciones de los derechos humanos que sufrieron en su momento los privados de la libertad. 

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Gorgona ha tomado hoy nuevamente protagonismo porque se adelanta un proyecto, calificado por el Gobierno como de seguridad nacional y por los ambientalistas como de destrucción del ecosistema.

Un equipo de periodistas de EL TIEMPO estuvo la semana pasada en la isla para conocer de primera mano cuáles obras se están adelantando, los beneficios que plantea el desarrollo de estas y el impacto en el medioambiente.

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En esa línea, en Gorgona se busca ejecutar tres actividades que son coordinadas por la Armada Nacional y funcionarios de Parques Nacionales. 

La primera, que va adelantada, son las mejoras de las casas que habitan los 28 uniformados que hacen parte de la subestación de Guardacostas de la Armada, quienes hacen presencia en la isla desde 2014 (tras un ataque de las Farc a los policías que prestaban seguridad y que dejó dos muertos y 6 heridos) y viven en las casas que se construyeron en 1959 para el personal de la guardia de la cárcel. 

“El daño ambiental es mínimo porque se está construyendo y reformando sobre las mismas casas, son 613 metros cuadrados, donde funcionará algo muy básico: un dormitorio, una cocina y una pequeña área istrativa”, aseguró el capitán de navío Javier Augusto Bermúdez Echavarría, comandante de Guardacostas de la Armada de Colombia, quien ha estado al frente del proyecto y quien añadió que las casas tienen una tipología especial avalada por Parques Nacionales porque van a ser palafíticas, lo que permitirá que la fauna pase por debajo sin que se afecte su tránsito, por mencionar un ejemplo de las medidas adoptadas para no afectar el ecosistema.

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De hecho, en las instalaciones no se usan ventiladores y el manejo de la energía es muy mesurado, a la par se están usando es solares

La otra fase, indicó el oficial, es la torre de comunicaciones, en la que se planteó la puesta en funcionamiento de un radar, ubicado en el cerro La Trinidad, al cual se llega tras caminar dos kilómetros por un terreno escarpado e inclinado durante casi dos horas en medio de la selva, donde los árboles, por su frondosidad y altura, generan un techo natural que impide el ingreso de los rayos del sol, pero donde la humedad alcanza el 87 por ciento, con lo cual cada paso que se da es más sofocante que los 32 grados centígrados que reporta el termómetro, si bien la sensación térmica es de 40 o más.

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Esa subida se hace en medio de una imponente vegetación, lodo y culebras como la taya equis –en Gorgona se han registrado 41 especies de reptiles, de las cuales 12 son serpientes en su habitad natural–. 

El premio puede ser que en medio del recorrido se encuentre con un lagarto azul, único en su especie.

En este proceso de construcción de la torre para el radar, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla) ha estado muy atenta a verificar que se cumplan todos los protocolos. Por eso, cerca de 30 toneladas de elementos fueron subidos por las personas, por lo que la construcción duró año y medio, “y lleva como tal dos años arriba y está lista para recibir la parte sensórica, pero no esta en funcionamiento porque la Anla, en su última resolución, la 189, nos obliga a hacer un proceso de transición energética”, explicó el capitán de navío Bermúdez, quien señaló que se prohíbe el uso de AM para hacer funcionar el sistema y están buscando una solución para encenderlo utilizando energías limpias.

El radar y el proyecto como tal fueron financiados años atrás por el Gobierno de Estados Unidos, lo que generó varias suspicacias. De hecho, se llegó a afirmar que habría una base militar de ese país y que el radar sería manejado por tropas norteamericanas. 

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Ante esto, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, aclaró, en febrero de este año, que nada de eso es verdad y explicó: “Hemos acordado con la embajada de Estados Unidos que los 12 millones de dólares de cooperación internacional serán destinados a mejorar las condiciones de alojamiento y las instalaciones en el puesto de guardacostas”.

 Asimismo, destacó que se concertó “que la financiación del radar la hará el Gobierno colombiano, para fortalecer las capacidades en el Pacífico, preservar la vida humana, contrarrestar la pesca ilegal y tener control frente a posibles delitos transnacionales”.

Precisamente, el jefe de Guardacostas de la Armada afirmó que “hay intereses oscuros detrás de la puesta en marcha del radar”, al indicar que este es un corredor marítimo gigantesco que es utilizado por grupos criminales como las disidencias, ‘clan del Golfo’ y el Eln, entre otros, que se benefician del tráfico de cocaína, “pero hay otros factores muy importantes, no solo el narcotráfico, tenemos delitos ambientales muy graves como la pesca ilegal, o la tala de los árboles que tumban en Santianga y trasladan sus troncos por el mar, todo esto en 30 millas náuticas alrededor de Gorgona”.

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De esa lucha contra el crimen organizado transnacional, aseguran las autoridades, nace la importancia de dar vía libre al radar, calificado como multipropósito, y en esa línea se pronunció el contralor encargado, Carlos Mario Zuluaga, quien estuvo en Gorgona el martes pasado, donde reiteró que prima conservar la isla, la biodiversidad del medioambiente, pero también garantizar la soberanía y la presencia de la institucionalidad colombiana, lo que convierte a Gorgona en “punto estratégico para que el país pueda tener control de monitoreo tanto del territorio marítimo como terrestre en esta zona del país”.

Por ello, una comisión de la Contraloría, encabezada por Luis Eduardo Parra Rodríguez, contralor delegado para el sector de Defensa y Seguridad, desarrolló una auditoría por tres días en Gorgona. Al respecto, el funcionario aseguró: “Tiene como objetivo verificar el cumplimiento de un proyecto que tiene cooperación internacional por parte de la sección de Asuntos Antinarcóticos y Aplicación de la Ley (INL, por su sigla en inglés) de la embajada de los Estados Unidos”.

Sobre el radar, Parra indicó que la torre se construyó en el mismo lugar donde ya funcionaba la antena de comunicaciones de Parques Nacionales, por más de 20 años, “es decir, allí no hubo ninguna intervención humana significativa ya que se cambió una torre de comunicación”.

La nueva torre, de 65 metros, está en una primera plataforma, aproximadamente, a 50 metros, donde “sigue funcionando la antena de comunicaciones de Parques Nacionales, y a 15 o 20 metros más alto, en la segunda plataforma, se estaría instalado el radar multipropósito”, señaló el funcionario.

El contralor para el sector de Defensa expuso que el radar en Gorgona permitirá en tiempo real cubrir un espacio –un punto gris– que queda en el Pacífico y que no es captado por el radar ubicado en “Tumaco en la parte sur, o el radar que existe en la zona de Bahía Málaga”.

El capitán de navío Bermúdez Echavarría afirmó que la autoridad naval cuenta con 13 radares instalados en parques naturales para apoyar todo tipo de actividades, que incluyen la atención de emergencias como búsqueda de personas en alta mar.

La tercera actividad en Gorgona es la construcción de un muelle que, aseguró el oficial, se hará sin ninguna afectación al arrecife de coral, “eso lo garantizamos”, puntualizó, al afirmar que se hizo un completo estudio del punto donde iría el muelle: “Hay cerca de 2.000 zarpes y atraques que se hacen al año con 7.500 turistas en promedio, que hacen más daño al medioambiente con los emplayamientos”, y destacó que el muelle originará vida marina y habrá mayor seguridad para las visitas, “ahora tienen que saltar de cada embarcación”.

Se espera que estos tres proyectos estén en operación en junio de 2025.

Varias organizaciones medioambientalistas como el Comité Salvemos a Gorgona han rechazado cualquier intervención en la isla. Incluso, en un comunicado de prensa afirmaron: “No aceptamos el ‘lavado verde’ del proyecto militar financiado por Estados Unidos en Gorgona, la única decisión coherente y aceptable por parte del presidente Petro es su cancelación”.

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Gremios y científicos aseguran que la intervención en Gorgona puede incidir en la presencia de las ballenas jorobadas (junio-julio) y los delfines moteados –estos últimos habitan permanentemente en la zona–, y otras especies que califican en vías de extinción.

Enviada especial a la Isla Gorgona

En X: @JusticiaET