Los crudos testimonios de la corrupción en las cárceles

La captura, el 30 de enero, del director de la cárcel La Modelo de Bogotá, César Augusto Ceballos, quien antes había dirigido La Picota, es la segunda detención de jefes de centros de reclusión por corrupción en cuatro meses.

Y si bien la detención de Ceballos y la del mayor Luis Perdomo, director de La Picota, el 27 de septiembre, indican que se está investigando la corrupción en las cárceles, esas detenciones, y las de otras 120 personas del Instituto Nacional penitenciario y carcelario (Inpec) entre el 2017 y el 2018 son mínimas frente al generalizado negocio de sobornos y extorsiones que protagonizan presos y funcionarios del Inpec.

Hay millonarios pagos de reclusos a guardias y directores para tener todo lo que está prohibido en una prisión. Al director de La Modelo, de hecho, le imputaron el miércoles enriquecimiento ilícito.

La corrupción más recurrente y conocida en las prisiones tiene que ver con sobornos de los presos para tener objetos como celulares y armas –pagan hasta 5 millones de pesos por la más sofisticada en Bellavista, por ejemplo–, pero también hay extorsiones de funcionarios del Inpec a los presos.

Les piden dinero para incluirlos en las codiciadas listas de quienes pueden redimir pena con trabajo y estudio. Y lo más grave es que quienes tienen dinero para pagar no necesariamente cumplen con las tareas para rebajar pena.

Una de las extorsiones más escandalosas de funcionarios del Inpec es para cambiar de patio a un recluso: hasta 300 millones de pesos le pedía Ceballos a un extraditable, según le relató él a este diario.

La Redacción Justicia de EL TIEMPO documentó con presos de distintas cárceles el nivel de corrupción que hay en los centros de reclusión.

El hacinamiento, un problema denunciado muchas veces, termina siendo uno de los incentivos para sobornar o extorsionar.

“La designación de directores de los centros de reclusión será mucho más rigurosa. Castigaremos con dureza cualquier tipo de corrupción, crearemos nuevos mecanismos de denuncia. Bajo ninguna circunstancia se itirá la corrupción en las cárceles”.

“Vamos a retomar la poligrafía, y se aplicará al director y a cada miembro del Inpec sobre el que haya denuncias. Quiero trabajar en la prevención de la corrupción y en el mejoramiento del sistema para que alguien privado de la libertad o su familiar no tengan que pagar”.

“Se debe crear una entidad que se encargue específicamente de la istración de las cárceles. Debe ser distinta a la institución que se encarga de la vigilancia y la resocialización de los internos. La nueva entidad debe encaminarse al manejo presupuestal y a la veeduría de cada centro carcelario. Esto, sumado a una reingeniería del Inpec que conduzca a un manejo claro y profesional de la guardia”.

“No se debe descartar la privatización de los penales, eso no es descabellado, si se acepta que el Estado ha sido incapaz de manejarlos. Tampoco se puede seguir incrementando el número de presos. El proceso penal moderno supone que la privación de la libertad antes de la sentencia es la excepción y no la regla”.

“Se debe incorporar la tecnología de punta para mejorar los controles, ese es un punto vital para enfrenar la corrupción y adoptar los correctivos disciplinarios y penales cuando haya lugar. El problema del Inpec no es institucional. Es de quienes trabajan en él. Por eso debe haber un exhaustivo control al escoger y contratar el personal”.