Baluartes que permanecen firmes

“El vallenato es un género musical tradicional surgido de la fusión de expresiones culturales del norte de Colombia: canciones de los vaqueros del Magdalena Grande, cantos de los esclavos africanos y ritmos de las danzas tradicionales de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta”.

La afirmación la hizo en diciembre de 2015 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) al incluir al vallenato en la Lista del

Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad que requiere medidas urgentes de salvaguardia. 

Este género musical es la esencia de un símbolo de la cultura de la costa Caribe colombiana: el Festival de la Leyenda Vallenata, que cada año se lleva a cabo en Valledupar (Cesar). En esta ocasión, el evento que llegó a su edición 56 y tuvo lugar a finales de abril pasado, se ratificó como uno de los mayores factores de impulso del turismo en el país, según la Cámara de Comercio de Valledupar para el Valle del Río

Cesar (CCV).

El papel preponderante que tiene la buena acogida de las expresiones culturales locales en su preservación como símbolo del lugar al que pertenecen se evidenció en las cifras positivas que dejó el certamen de 2023.

La CCV reportó que el motivo de viaje del 96 por ciento de las personas que llegaron a Valledupar en esas fechas fue el Festival; que la permanencia de estos visitantes osciló entre cuatro y cinco días; y que, en promedio, cada turista gastó alrededor de $2,6 millones de pesos, cifra que superó en 19 por ciento la de 2022.

De acuerdo con el presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Valledupar para el Valle del Río Cesar, José Luis Urón Márquez, el objetivo del Festival se cumplió: “La economía se reactivó”, aseguró y agregó: “Debemos promocionar duro lo relacionado con los jóvenes para que beban en la fuente de la música vallenata, y de esta forma el patrimonio cultural inmaterial persista en los años venideros”.

Otra de las principales expresiones culturales, no solo del Caribe sino de todo Colombia, es el Carnaval de Barranquilla, que desde 2003 fue incluido por la Unesco en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Esa festividad, que en febrero de cada año atrae a turistas de todo el mundo a la capital del Atlántico, es tan importante para la ciudad en la que nació que allí existe un museo dedicado a enseñarles a los visitantes sobre el Carnaval.

Incluso, el recién inaugurado parque temático Caribe Aventura cuenta en sus instalaciones con un espacio en el que todos los fines de semana se llevan a cabo representaciones del estilo de las que tienen lugar durante los desfiles carnavaleros.

De acuerdo con la Alcaldía de Barranquilla, además del museo, el distrito cuenta con varias herramientas para el cuidado de sus baluartes culturales.

Para el caso del Carnaval, han sido declarados bienes de interés cultural diversos lugares de la ciudad, como casas de barrios icónicos e históricos de los barrios El

Prado, Centro y Barrio Abajo.

“Este último es un museo a cielo abierto sobre el cual se está trabajando un plan especial de manejo y protección que ya poseen los sectores El Prado y Centro”, afirma la Alcaldía. 

Otras de las acciones que se realizan es la inclusión de diversos productos gastronómicos típicos dentro de las experiencias y los recorridos turísticos que se ofrecen a los visitantes.

Esta iniciativa se suma a la capacitación en el sector y en la academia en cursos de creación de productos turísticos en ámbitos culturales, lo cual se articula con las

universidades e instituciones de la ciudad.

Hacia el nororiente de Barranquilla se encuentra la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña costera más alta del mundo.

De hecho, en días despejados es posible ver los picos nevados Colón y Bolívar (5.775

y 5.560 metros sobre el nivel del mar, respectivamente) desde las playas del parque Tayrona. 

Aunque esta vista es impresionante, lo que resguarda en su interior la montaña es igualmente valioso. En sus entrañas se esconde el parque arqueológico Ciudad Perdida, conocido como Teyuna, el corazón de la civilización Tayrona, que recibe

protección del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), una institución pública que colabora activamente en la salvaguarda del patrimonio cultural de Colombia, especialmente, del patrimonio arqueológico e inmaterial. 

Con este fin, “el ICANH se encarga del manejo de zonas especiales del país que se reconocen por la riqueza de la herencia que en ellas dejaron nuestros antepasados”, afirma la entidad en su página web. 

Una buena noticia que fortalece el empeño de cuidar este patrimonio tiene que ver con la reciente ampliación del Parque Nacional Natural (PNN) Sierra Nevada de

Santa Marta, en el primer trimestre de este año.

Con el aumento de 172.458,3 hectáreas, este PNN es ahora el área protegida continental más grande del Caribe colombiano al alcanzar 573.312,6 hectáreas.

De acuerdo con Parques Nacionales Naturales de Colombia, la ampliación del PNN

Sierra Nevada de Santa Marta surgió de la necesidad evidenciada por los pueblos indígenas arhuaco y kogui de proteger su territorio ancestral.

Una decisión que ha redundado en que este ícono del Caribe colombiano se mantenga fuerte y, junto con otros baluartes de la región, sea capaz de perdurar en el tiempo.