Este preocupante panorama afecta, e incrementa a diario, la zona costera colombiana. Ante esta situación, diferentes organizaciones impulsan proyectos de alto impacto para regiones como la del Pacífico. Particularmente, en las playas de Juanchaco, Ladrillero y La Barra, se busca crear actividades económicas, agrícolas y sociales que no perjudiquen el entorno.
“En el 2014, cuando comenzamos el programa en la zona, noté que desde Juanchaco hasta La Barra no había ni una caneca de basura y mucho menos de reciclaje; tampoco información sobre el majestuoso ecosistema que rodea estas comunidades y que atrae a cientos de ballenas jorobadas todos los años”, explica Rommy Schreiber, fundadora de EcoPazifico.
Schreiber asegura además que en estos territorios, la basura es quemada y enterrada, lo que ocasiona graves problemas de contaminación, por lo que su labor se enfoca en generar una cultura de reciclaje entre los pobladores a través de acciones de limpieza y recolección, en conjunto con un programa de educación. El objetivo es que en dichas playas se conformen senderos ecológicos con estaciones de reutilizamiento, que además sirvan como lugares de descanso en los que se puede leer información sobre el ecosistema.
El plástico, la mayor amenaza
El pasado 31 de mayo, 17.000 toneladas de plástico y basura formaron una isla de 18 kilómetros de diámetro frente a las playas de Puerto Colombia. Los expertos concluyeron que una de las causas eran los desechos que arrastra el río Magdalena hasta el mar Caribe. La corriente de este afluente recogió basura a lo largo de 1.540 kilómetros, mientras atravesó once departamentos en los que vive el 80% de los colombianos.
Y es que según cifras brindadas por Greenpeace Colombia, al año se consumen en nuestro país 1’250.000 toneladas de plástico, mientras que cada colombiano desecha 24 kilos de este material. De hecho, es tan bajo el índice de reciclaje que el 74% de envases termina en rellenos sanitarios. En consecuencia, esta organización puso en marcha el programa ‘Mejor sin plásticos’, con el que pretende disminuir el consumo y la producción de plásticos de un solo uso (cubiertos, platos, vasos, pitillos, botellas, etc.), ya que, del total del de productos de este material consumidos anualmente en el país, el 56 por ciento hace parte de esta categoría.
“El reciclaje es una alternativa necesaria, pero no es suficiente para mitigar el daño ambiental. El Magdalena es uno de los veinte ríos más contaminados con plástico en el mundo, en gran medida por culpa de la irresponsable utilización de productos de este material para un solo uso”, manifestó en su momento Greenpeace.
Santa Marta da ejemplo con la iniciativa ‘Desplastifica tu Ciudad’ pues adoptó medidas para prohibir los plásticos de un solo uso en la región. Vale mencionar que desde el inicio del programa, se han llevado a cabo jornadas de socialización, de recolección de botellas plásticas durante los partidos del Unión Magdalena y de limpieza en playas como Rodadero, Playa Blanca y Los Cocos, donde se lograron retirar cerca de 30 toneladas de basura.
Hotelería, se compromete
Las cadenas del país han adquirido un compromiso con el planeta, por tal razón sus acciones están encaminadas al uso racional de los recursos naturales. En el camino, exhortan a sus huéspedes a contribuir con el cambio.
En el mundo han acuñado el término de ‘industria sin chimeneas’ para referirse al sector del turismo porque se considera que estas actividades no utilizan este tipo de elementos que aumentan las emisiones de CO2, por lo que sus impactos al medioambiente no son tan alarmantes como sí lo son los derivados de otras actividades comerciales. Sin embargo, diversas cadenas hoteleras del mundo se han preocupado por reducir aún más su huella en el planeta.
Que el uso de recursos y la responsabilidad en la contaminación sea menor con respecto a otras industrias, no significa que no se hagan labores de cuidado ambiental.
El uso responsable de los recursos es filosofía del hotel Isla del Encanto, un complejo de cabañas de playa ubicado en la isla de Barú -a una hora de Cartagena-, que recientemente ratificó su compromiso con un turismo sostenible en la región y ha puesto en marcha la instalación de su propia planta de energía solar, un proyecto fotovoltaico que beneficiará con la generación de 116 kWp de energía al año.
La iniciativa se considera la primera de su clase en la isla de Barú, y ha sido posible gracias a la alianza con GreenYellow, organización de origen francés especializada en la gestión energética para empresas.
Los es solares son equivalentes al consumo de 580 bombillos durante todo un año, y le permitirán al hotel dejar de emitir 59 toneladas de CO2 a la atmósfera, lo que equivale al efecto depurativo de 284 árboles, es decir, se necesitarían 284 árboles para absorber la huella de CO2 que dejan sus operaciones y el uso que hacen del medioambiente.