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Una chispa puede incendiar la pradera: cómo entender lo que pasa en Níger

La situación tras el golpe permite avizorar consecuencias muy diversas para África. Análisis.

Los partidarios de las fuerzas de seguridad y defensa de Níger atacan la sede del Partido para la Democracia y el Socialismo.

Los partidarios de las fuerzas de seguridad y defensa de Níger atacan la sede del Partido para la Democracia y el Socialismo. Foto: AFP

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El norte de África tiene una composición múltiple: pueblos árabes en la zona costera del Mediterráneo, desde Marruecos hasta Egipto; un poco hacia el sur, los pueblos bereberes. Luego el gran desierto, el Sahara, con sus más de 9 millones de kilómetros cuadrados.
Pero la franja del gran mar de arena, que va desde aproximadamente el meridiano 30 hasta el 18, y desde Marruecos hasta Egipto, se va convirtiendo en una zona de transición hacia el sur del meridiano 18.
Desde Mauritania en el occidente hasta Eritrea en el mar Rojo, esta región llamada el Sahel es un terreno seco, sin las grandes dunas del Sahara, pero poco fértil. Tiene cerca de 4 millones de kilómetros cuadrados. Puede decirse que Níger es el núcleo central de esa región.
Un eventual conflicto regional
sería una verdadera tragedia para el
Sahel en su conjunto y para el mundo. Se producirían hambrunas mayores en la gran región
El significado de la palabra ‘Sahel’ es muy claro: ‘borde’, ‘ribera’, al sur del gran mar de arena, entre el Sahara y las grandes sabanas del centro de África. Tiene con la zona hacia el Mediterráneo y con el Sahara un elemento en común: el islam es la religión predominante, y se encuentra en expansión hacia el sur.
Pero las diferencias étnicas y religiosas no deben hacernos olvidar algunas particularidades recientes. En la zona del Sahara y del Sahel existen hoy día formas de fundamentalismo islámico muy importantes: Al Qaeda, cuya ‘franquicia’ se ha extendido por parte del norte de África, ha visto cuatro organizaciones hermanas que se han confederado hace solo dos años; sus acciones más representativas han sucedido en Mali, Burkina Faso y Níger.
Existe también, in crescendo, una rama importante del llamado Estado Islámico, que es otra ‘franquicia’ radical. Esta tendencia ha comenzado a tener militantes en Egipto, Sudán, Libia, y algunas actividades en Argelia, Mali, Burkina Faso, Níger y Chad. No olvidemos, por otra parte, que hay radicales de Boko Haram en el norte de Nigeria y el sureste de Níger. A lo anterior debe sumarse la presencia del independentismo étnico tuareg, que ahora reivindica parte del territorio de Argelia, Níger, Mali e incluso Mauritania y Libia.
Los manifestantes animan a las tropas de Níger.

Los manifestantes animan a las tropas de Níger. Foto:AFP

Los recursos estratégicos

Así pues, el Sahel es una región muy extensa, con fuentes diversas de conflicto, que parcialmente se explican por una productividad muy baja, dada la inexistencia de fuentes de agua relevantes, el agotamiento del suelo y el agudizamiento de la presión demográfica (en Níger, la mitad de la población de 25 millones de habitantes tiene menos de 15 años).
Tiene además algunas riquezas importantes: petróleo, oro, uranio, que han sido tradicionalmente explotadas por compañías de los países occidentales. Hay síntomas de presencia reciente o al menos de interés en la actividad minera por parte de China y Rusia.
No olvidemos que Níger es un país un poco más extenso que Colombia. Es el mismo caso para Mali, Chad y Libia, y por supuesto para Argelia, el país más extenso de África. Si pensamos en las dificultades nunca resueltas de los gobiernos de Colombia para convocar consensos en todo el territorio, podremos entender los problemas, a veces insuperables, para poder hacerlo en países grandes con economías precarias e instituciones muy débiles. El tema aplica de manera especial para países como Níger, Mali o Chad.
El asunto puede terminar implosionando a la Comunidad Económica de África Occidental, que había intentado avances en un proceso de integración regional
En el caso del uranio, Níger es el principal proveedor de Europa Occidental, en especial de Francia, para la producción de energía eléctrica. Los golpistas actuales acusan al país europeo de pagar muy bajos precios por el mineral. El problema sería manejable, salvo porque Níger, así como el resto del Sahel, figura entre los países menos adelantados del mundo, de acuerdo con las estadísticas del Sistema de Naciones Unidas.
Otra de las objeciones planteadas por los rebeldes de Níger es que, según ellos, los países de Europa y EE. UU. parecen asumir que es necesario frenar el avance de Al Qaeda y de Estado Islámico en el Sahel, mientras solo conservan, a la hora de la verdad, la seguridad de las minas de uranio, oro y petróleo.
Así, los rebeldes de Níger parecieran preferir mejores condiciones económicas para sus exportaciones de minerales estratégicos, y una visión de seguridad humana que no se limite solo a la presencia armada de algunos centenares de comandos especializados en zonas mineras. Por el contrario, quisieran que los problemas fundamentales del desarrollo fueran abordados: infraestructura, empleo, política social, educación.
Golpe de Estado en Níger.

Golpe de Estado en Níger. Foto:AFP

Actor extrarregional

En ese contexto de enorme complejidad, un actor nuevo aparece en la región: Rusia. Lo ha hecho de varias maneras: provisiones de grano; seguridad, incluso gubernamental, en Mali y Burkina Faso; seguridad creciente en Sudán; presencia en Etiopía y Somalia; así como en Guinea. Todo ello, acompañado de la organización Wagner. Los rebeldes de Níger afirman haber llamado a Wagner en su apoyo, en caso de una intervención de la Ecowas o Cedeao (Comunidad Económica de África Occidental).

Los múltiples tráficos

Como si todo lo anterior no fuera suficiente, el territorio de Níger y los países vecinos son ruta de paso de varios tráficos ilegales de enorme importancia:
a) De personas: desde el centro-norte del país y por varias rutas informales se abren los caminos terrestres que, a través del Sahara, llevan a Argelia y a Libia. Desde las costas del Mediterráneo, los emigrantes clandestinos, si tienen suerte, pueden ser llevados ilegalmente hasta el norte, a Europa. Como lamentablemente sabemos, muchos perecen por el camino.
b) De drogas: las drogas que llegan desde Sudamérica hasta Guinea-Bisáu por vía marítima tienen desde allí tres rutas hacia el norte: una por barco, hasta los puertos de Europa Occidental; otra por tierra, siguiendo la zona costera occidental de África hasta Mauritania y Marruecos. Y, una tercera, que parece muy importante, atravesando Burkina Faso y Mali, vía Níger hacia Libia en el norte y, desde allí, hasta Europa.
c) De armas: la intervención occidental en Libia y la implosión del país que se produjo luego de la caída del gobierno de Gadafi fueron seguidas por un gran flujo ilegal de armas hacia el sur, vale decir, hacia el Sahara y el Sahel. Los grupos armados de la región se han alimentado así de armas modernas y letales. Hoy día parece ser la región del mundo con mayor cantidad de armas de combate en manos de sus habitantes, pero no de las Fuerzas Armadas de los países. Otro factor de conflicto muy importante, como se ve.
El presidente Mohamed Bazoum fue destituido en Níger.

El presidente Mohamed Bazoum fue destituido en Níger. Foto:EFE

Impacto regional

La situación de Níger permite avizorar consecuencias muy diversas dentro y fuera del país, en especial si se desata una guerra regional que se sabría cómo comienza, pero no cómo termina. Es algo semejante en algunos puntos a la situación de Centroamérica en los años ochenta, la cual se conjuró en buena medida gracias al Grupo de Contadora.
Quizás no sea inevitable que la vinculación económica de Francia con Níger desaparezca; ello puede funcionar, a condición de efectuar una reingeniería del manejo exterior y un replanteamiento de los temas de seguridad, para introducir elementos adicionales a la defensa y la visión de la seguridad militar o policial del Sahel. Es decir, debe comprenderse que el desarrollo es la mejor garantía de la seguridad y la paz.
El sentimiento antioccidental puede ser creciente en todo el Sahel, que está muy cerca de Europa. Una eventual intervención incrementaría esa visión.
También es evidente que temas como el tráfico de armas pueden asociarse en algún momento con el de personas y con el de drogas duras, con su efecto complejo sobre sociedades en otras regiones.
El asunto puede terminar implosionando la Ecowas, que había intentado avances en un proceso de integración regional. En el corto plazo, un grupo de unos 20.000 soldados nigerianos podría garantizar un cambio de régimen en Níger. Pero mantener la estabilidad sería casi imposible; además, se fracturaría la Ecowas, dado el apoyo prometido por Mali y Burkina Faso a Níger.
Un eventual conflicto regional sería una verdadera tragedia para el Sahel en su conjunto y para el mundo. Se producirían hambrunas mayores en la gran región, con el drama humanitario que implica; migraciones exponenciales e imparables hacia Europa; crecimiento del sentimiento antioccidental; incremento de Al Qaeda y Estado Islámico, que podrían capitalizar la situación.
Una patrulla de soldados ses en Malí. A ellos se sumó, en 2017, la fuerza G5-Sahel, compuesta por 5.000 militares de Mauritania, Mali, Chad, Burkina Faso y Níger.

Una patrulla de soldados ses en Malí. A ellos se sumó, en 2017, la fuerza G5-Sahel, compuesta por 5.000 militares de Mauritania, Mali, Chad, Burkina Faso y Níger. Foto:Fred Marie / AFP

El impacto global

El tema muestra que algunos países desarrollados harían bien en regular de una mejor manera las actividades de algunas de sus empresas en el exterior. También, que la actitud cómoda de mantener gobiernos que no satisfacen las necesidades básicas de la población no es un buen negocio a largo plazo.
Muestra también que el bienestar garantizado con largas cadenas de suministro desde el exterior puede tener disrupciones importantes en caso de plagas, fenómenos meteorológicos o trágicos (volcanes, inundaciones, sequías dramáticas, conflictos).
Se incrementarían aún más los costos y la disponibilidad de energía en algunos países europeos, en especial en Francia.
Finalmente, podrían crecer las tensiones entre países desarrollados. La inestabilidad para Europa sería evidente: menos al uranio, alza de los precios del petróleo, migraciones imposibles de controlar, frentes de conflicto abierto al otro lado del Mediterráneo.
Como se ve, por más de una razón, una intervención militar sería desastrosa. Por otra parte, es claro que el caso de Níger no es para nada deleznable. Y tiene más de un vaso comunicante con la problemática que preocupa en nuestros países.
Racismo en frontera de Ucrania

Migrantes de africanos e indios denunciaron discriminación en su intento de huir de Ucrania. Foto:EL TIEMPO

Diego Cardona Cardona. 
*Ph. D. en Relaciones Internacionales / Máster en Estudios de Asia y África. Exviceministro de RREE de Colombia / [email protected]

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