Una crisis con Corea del Norte está a la vuelta de la esquina

Una nueva crisis geopolítica se está cocinando en el ya agitado contexto internacional, marcado por la guerra en Ucrania, las tensiones en torno a Taiwán y la agudización de la rivalidad entre Estados Unidos y China. Corea del Norte, después de una pausa de tres años en sus provocaciones nucleares, se está preparando para lo que las agencias de inteligencia advierten que podría ser una séptima prueba nuclear. Y esa prueba, muy posiblemente, se llevaría a cabo antes de las elecciones de mitad de período de Estados Unidos, fijadas para el 8 de noviembre.

Hace cinco años, el mundo se enfrentó a una perspectiva de “fuego y furia” cuando el dictador norcoreano Kim Jong-un y el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intercambiaron amenazas de guerra nuclear. “Más le vale a Corea del Norte no hacer más amenazas a Estados Unidos. Se encontrarán con un fuego y una furia nunca vistos en el mundo”, dijo Trump en aquel momento.

A eso siguió una paz falsa, cuando Kim se reunió con varios líderes mundiales para obtener un alivio de las sanciones a cambio de vagas promesas de reducir partes de su programa nuclear.

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Después de su fallida cumbre de Hanói con Trump en 2019, Kim regresó a Pionyang y pronto ordenó un bloqueo nacional en un esfuerzo inútil por escapar de la pandemia de covid-19. Pero los programas de armas nucleares y misiles de Corea del Norte continuaron avanzando, y rápidamente.

Ahora se estima que el arsenal de Kim incluye alrededor de 50 armas nucleares. Además, en 2020, poco después de probar un nuevo tipo de misil balístico lanzado desde un submarino, Kim dio a conocer un nuevo misil masivo de largo alcance en un desfile militar nocturno destinado a mostrar el formidable armamento del régimen. Al año siguiente, el Organismo Internacional de Energía Atómica informó que Corea del Norte había reiniciado sus operaciones de enriquecimiento de plutonio. Poco después, probó misiles de crucero de largo alcance y un nuevo misil hipersónico con capacidad nuclear.

El régimen también ha reanudado el reprocesamiento ilegal de plutonio en sus instalaciones de Yongbyon, y las imágenes satelitales han revelado trabajos de construcción en su sitio de pruebas nucleares, Punggye-ri, lo que refuerza las preocupaciones de que una séptima prueba nuclear podría ser inminente.

La determinación de Kim de usar su arsenal nuclear para intimidar a sus enemigos, junto con el cambiante panorama geopolítico como resultado de la guerra en Ucrania, aumenta la probabilidad de que Corea del Norte repita su postura y nos lleve a un escenario de ‘fuego y furia 2.0’. Y no hay que confundirse: la amenaza a la estabilidad de la región y a la seguridad mundial es grave.

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No está claro si Kim o sus predecesores, su padre, Kim Jong-il, y su abuelo, Kim Il-sung, el fundador del régimen, alguna vez se tomaron en serio la desnuclearización. Sin embargo, durante décadas, Estados Unidos y otros gobiernos han intentado en vano empujar a Corea del Norte a renunciar a su programa de armas nucleares a través de una combinación de presión, garantías de seguridad e incentivos económicos.

Los líderes mundiales deberían creerle a Kim cuando dice que las capacidades nucleares de Corea del Norte son el “escudo de confianza” y la “espada atesorada” del país y que nunca las abandonará. Al anunciar una nueva ley que autoriza un ataque nuclear si una potencia extranjera intenta sacarlo del poder, Kim declaró el mes pasado que su régimen “nunca renunciaría” a ninguna de sus armas nucleares. “No hay absolutamente ninguna desnuclearización, ninguna negociación y ninguna moneda de cambio para comerciar (en este sentido)”, dijo.

El comportamiento de Kim refleja su determinación inquebrantable de ser aceptado por la comunidad internacional, aunque sea a regañadientes, como el líder de una potencia nuclear. Algo similar a lo que ha sucedido con Pakistán o incluso con la India. Y ha abandonado el enfoque anterior de ‘acción por acción’ de Corea del Norte: el trueque paso a paso del alivio de las sanciones por limitaciones a sus actividades nucleares. Como resultado, ni siquiera ha reconocido los repetidos esfuerzos de la istración Biden para reanudar las conversaciones de desnuclearización.

En cambio, Kim exige que Estados Unidos retire sus fuerzas de Corea del Sur y retire los activos estratégicos de la región, claramente un punto de partida. A continuación, lo más probable es que Corea del Norte pida conversaciones de reducción de armas nucleares con los Estados Unidos como una señal de que finalmente ha sido reconocido como un par nuclear en lugar de un Estado deshonesto.

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Es probable que Kim también busque explotar el mal momento de las relaciones diplomáticas de Estados Unidos con Rusia y China. El régimen de los Kim hace mucho tiempo dominó el arte de utilizar los desacuerdos entre las principales potencias en su beneficio. Sin embargo, después del final de la Guerra Fría, el régimen tuvo oportunidades limitadas en este frente, debido a la relación generalmente positiva de Estados Unidos con los principales patrocinadores de Corea del Norte: China y Rusia.

El rápido deterioro de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia, y entre Estados Unidos y China, ha cambiado el juego. La alianza estratégica entre el presidente chino, Xi Jinping, y el presidente ruso, Vladimir Putin, ha asegurado que ninguno de los dos se alineará con Occidente para disciplinar a Kim. Xi y Putin están cortejando actualmente a los adversarios de Occidente. Y mientras sus patrocinadores bloquean cualquier acción contra Corea del Norte en el Consejo de Seguridad de la ONU, Kim puede perseguir sus ambiciones nucleares sin obstáculos.

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En principio, tanto China como Rusia se oponen al programa nuclear de Corea del Norte. Los líderes de China han sido cautelosos por la perspectiva de que una prueba nuclear salga mal tan cerca de su frontera. Pero si bien lo más probable es que Kim no realice una séptima prueba de bomba hasta algún momento después de que concluya el 20.º Congreso Nacional del Partido Comunista de China, sabe que ni Xi ni Putin pueden darse el lujo de tomar medidas enérgicas contra Corea del Norte de una manera significativa en este momento.

Paralelamente, Xi y Putin tienen interés en que Kim desvíe la atención y los recursos de Estados Unidos de Taiwán y Ucrania, respectivamente. Con esto en mente, la reciente oleada de lanzamientos de misiles norcoreanos puede marcar el comienzo de un peligroso ciclo de escalada que podría terminar convirtiendo la retórica de “fuego y furia” en realidad.

DANIEL RUSSEL (*)

Project Syndicate

(Nueva York)

(*) Exsubsecretario de Estado para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico de Estados Unidos y hoy vicepresidente de Seguridad Internacional y Diplomacia en el Asia Society Policy Institute.