Tras la muerte de su padre, Michael D. Horner, Nick Horner se vio sumido en una terrible depresión. La pérdida y la tristeza lo llevaron a cuestionarse su día a día y a distanciarse de sus amigos y demás familiares. No fue hasta que
recordó la fascinación de su padre por el Everest y que se propuso llevar sus cenizas a la cima, que el joven abogado de Tampa, Florida,
empezó a sanar.
Para Nick Horner sigue siendo un misterio la causa de la muerte de su padre. Michael Dean Horner falleció el ocho de febrero de 2023 debido a una rara enfermedad neurodegenerativa aún por diagnosticar. Los meses previos, los pasó en el Health Shands Hospital, en Gainesville, al que llegó luego de ser itido en urgencias en el St. Joseph’s Hospital, en diciembre pasado.
La falta de respuestas y la pérdida de su padre, sumieron a Nick Horner en la tristeza y el aislamiento. El abogado incluso pensaba renunciar a su trabajo en el despacho Shumaker, Loop & Kendrick; sin embargo, sus jefes le dieron permiso de ausentarse el tiempo que necesitara. Para el resto de la familia, tampoco fue fácil confrontar la muerte del patriarca, su hermana dejó el semestre de su programa de doctorado y su madre se enfrentaba en soledad a un diagnóstico de cáncer de mamá.
Lidiando con el duelo, una montaña a la vez
Cuando un primo de Nick le contó que había hecho el Circuito de los Annapurnas en Nepal, un recorrido que incluye valles fluviales, pueblos tibetanos y media docena de montañas, el joven pensó que había encontrado la forma perfecta de honrar la vida de su padre y despedirse de él. “Pensé que era lo que necesitaba para poner mi mente en orden y, al mismo tiempo, todo encajó. Papá nunca había salido del país. Me dije: voy a llevarlo ahí”, contó en entrevista con Tampa Bay Times.
Como no sabía si al llegar a Katmandú, la capital de Nepal, las cenizas de su padre podrían ser confiscadas, decidió llevar dos urnas, una en su equipaje de mano y otra en la maleta documentada. Aunque estaba nervioso, no tuvo ningún problema y su travesía de sanación comenzó. Pasó seis semanas caminando, desconectado del mundo digital, contemplando las montañas, viendo las estrellas, pensando en el espíritu de su padre y leyendo Está bien que no estés bien, de Megan Devine, un libro enfocado en el duelo.
Ascender el Everest fue un reto físico que llenó de perspectiva a Nick Hornes. Su padre estaba fascinado por esta montaña, pero nunca viajo para conocerla, su acercamiento fue a través de documentales, películas y de proyecciones en la pantalla IMAX. Cuando el abogado llegó al glaciar de Khumbu, en la aproximación nepalí a la cumbre del Everest, sacó la urna y esparció las cenizas de su padre. "Ahí es donde creo que él querría que estuviera su última morada", dijo.