Bélgica tuvo detenidos durante unos días de principios de noviembre los siete reactores nucleares del país, los cuatro de la central de Doel y los tres de Tihange.
En los últimos diez años, esos reactores dieron problemas en varias ocasiones hasta el punto de que en las cubas de hormigón que guardan sus núcleos aparecieron fisuras. Sin generación nuclear, la producción eléctrica cayó por debajo de los mínimos para dar servicio al país y se estudiaban medidas como cortes selectivos de electricidad o compras a países vecinos.
El gobierno belga, buscando la forma de no tener que cortar la electricidad, puso en marcha la noche del domingo al lunes el reactor Tihange 1, que estaba detenido para pasar una revisión. La empresa que gestiona la central, la filial belga de la sa Engie, anunció que el reactor había sido conectado a la red eléctrica: “procedemos actualmente a la subida gradual de potencia, el arranque se hace etapa por etapa”.
En 48 horas el reactor, que había sido detenido el pasado 13 de octubre, debía estar totalmente operacional. Tihange 2 no funcionará en principio hasta junio y Tihange 3 hasta marzo. Doel 4 se pondrá en marcha el 15 de diciembre y Doel 1, 2 y 3 no tienen fecha debido a sus problemas.
Procedemos actualmente a la subida gradual de potencia, el arranque se hace etapa por etapa
La puesta en marcha de Tihange 1 provocó una fuerte polémica y agitó el debate para poner fin a la energía nuclear en Bélgica. La Agencia Federal de Control Nuclear (AFCN, en sus siglas en francés) había dado a principios de noviembre su visto bueno para la conexión del reactor, pero expertos independientes criticaron esa decisión.
El ingeniero nuclear alemán Manfred Mertins explicó la semana pasada en el Parlamento Europeo que Tihange 1 es “vetusta” y que continuar su explotación es “extremadamente peligroso”. Este especialista en seguridad nuclear, invitado a Bruselas por el grupo parlamentario de los ecologistas europeos, considera que Tihange 1 tiene muchas vulnerabilidades que la convierten en un artefacto peligroso.
Asegura que la central, que es una de las más viejas del mundo, no cumple las exigencias internacionales “de seguridad y fiabilidad”, que “se construyó con principios de seguridad de principios de los años 70 (antes del accidente nuclear de Chernóbil) y que los accidentes acaecidos desde entonces en ‘Three Mile Island (EE. UU.), Chernóbil (Ucrania) y Fukushima (Japón) demostraron la necesidad de una subida significativa de las exigencias en materia de seguridad”.
Este experto explicó que la cantidad de incidencias ocurridas en Tihange 1 en los últimos años demuestra que la central nuclear está vieja y que sus gestores se comportan de forma “completamente errática”. Según Mertins, Tihange 1 (que está a poco más de 50 kilómetros de Bruselas, cerca de las fronteras de Luxemburgo, Alemania y Holanda), tiene unos sistemas de protección “limitados” contra peligros externos como inundaciones, terremotos o incluso un hipotético accidente aéreo.
Este ingeniero nuclear tampoco cree en la renovación de Tihange 1 y asegura que “es prácticamente imposible remediar todos los problemas constatados teniendo en cuenta la edad” de la central. El gobierno belga asegura que el reactor es totalmente seguro y que de lo contrario no hubiera permitido que se pusiera en marcha.
La confianza que quiere generar el Ejecutivo del primer ministro Charles Michel se pone en duda porque en marzo pasado aprobó un nuevo plan de seguridad nuclear que incluye que todas las farmacias del país repartan gratuitamente pastillas de yodo (contra el cáncer de tiroides cuando hay fugas radioactivas) a cualquiera que viva a menos de 100 kilómetros de una central nuclear, una situación en la que se encuentran prácticamente los 11 millones de belgas.
Oficialmente todos los reactores nucleares del país deben estar cerrados y desconectados de la red eléctrica en 2025, pero el debate político sigue abierto a la vista de la necesidad de seguir contando con la nuclear para generar suficiente electricidad para todo el país y para no sustituirla aumentando, como hizo Alemania, el uso de fuentes energéticas más contaminantes como el carbón.
Las autoridades alemanas, holandesas y luxemburguesas explicaron a principios de año al gobierno belga la inquietud que les genera el estado de los reactores de Tihange.
IDAFE MARTÍN PÉREZ
Para EL TIEMPO
Bruselas