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La Otán se blinda para hacer frente a Rusia y empieza a mirar a China
La Alianza designó a Moscú como una ‘amenaza directa’ para Europa. ¿Qué implicaciones tiene el giro?
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante la conferencia de la Otán, en Madrid. Foto: Valeria Mongelli/Bloomberg
La cumbre de la Alianza Atlántica en Madrid, la más importante de la Otán en tres décadas y que se llevó a cabo esta semana, abre una nueva era para los aliados occidentales.
Más de una treintena de países estrecharon sus lazos con un refuerzo militar en el este de Europa y designaron a Rusia como la “más significativa y directa amenaza a la seguridad y la paz” en la región.
Los anuncios quedaron plasmados en el nuevo Concepto Estratégico que adoptó la Alianza, que muestra un giro significativo con respecto a la anterior hoja de ruta adoptada hace 12 años en Lisboa, cuando Moscú era visto como un actor clave. El cambio, como lo demostró la reunión que duró dos días, dejó claro que esto tendrá efectos significativos en el terreno, lo que tensa el equilibrio en la región, según analistas.
La amplitud del movimiento (de tropas de EE. UU.), que se añade a los esfuerzos que hacen los europeos por su cuenta, dice que se entra en una nueva era. Europa vuelve a ser una zona de inestabilidad
Todo esto ocurre por la guerra de Rusia en Ucrania, que resucitó a la Otán. La alianza militar noroccidental vivía “en coma cerebral” (en palabras del presidente francés, Emmanuel Macron), buscando un objetivo, hasta que en el Kremlin el presidente Vladimir Putin dio la orden de que sus Fuerzas Armadas atacaran a sus vecinos ucranianos. La nueva Rusia con tendencias expansionistas y el miedo que le tienen países como los bálticos y los de Europa central provocan hoy un renacimiento de la Alianza Atlántica.
Los gobiernos noroccidentales (y por primera vez otros del otro lado del mundo como Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur o Australia) cierran el período en el que creyeron que Rusia podría ser un jugador cooperativo para entrar en otro que en ciertos aspectos recuerda a la Guerra Fría, el del choque de grandes bloques ideológicos con China como gigante tapado detrás de Rusia.
La Otán, que incorporará en breve a Suecia y Finlandia y se expandirá así por el norte europeo, ganando profundidad estratégica y dos países con fuerzas armadas potentes y modernas –además de industria armamentística–, sale de esta cumbre con otra idea de su función y sobre todo con un despliegue mucho mayor. De 40.000 soldados en alerta en Europa se pasará a 300.000. Estados Unidos, que se había ido retirando del Viejo Continente poco a poco tras la Guerra Fría, vuelve a Europa y aumentará su presencia.
La entrada de Suecia y Finlandia tras levantar el veto turco lleva a la Alianza Atlántica a contar ya con 32 Estados miembro. Suecos y finlandeses, que pidieron el ingreso en abril asustados por la actitud rusa, son más un activo que una carga. En proporción a su población aportan medios militares modernos y potentes.
Su territorio, prácticamente vacío salvo las grandes ciudades al sur, ofrece a la Otán la profundidad estratégica que no tenía para defender a las tres pequeñas repúblicas bálticas. El cambio para suecos y finlandeses es copernicano tras décadas (más de un siglo en el caso de Suecia) de neutralidad militar.
Secretario general de la Otán recibe solicitud de ingreso de Suecia y Finlandia. Foto:AFP
La presencia en la cumbre de Madrid de los jefes de Estado o de Gobierno de Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda es una señal evidente a China. Estados Unidos, Canadá y Europa pretenden reforzar la cooperación en defensa con esos países, aunque no sean parte de la Otán.
Además, la Alianza decidió en esta cumbre que la amenaza de Rusia es lo suficientemente seria como para dar un giro a su despliegue sobre el terreno. Estados Unidos vuelve en masa a Europa aumentando sus medios en buques, aviones de combate, tanques, helicópteros y demás armamento pesado.
Tropas de la Otán pertenecientes al ejército francés. Foto:Daniel MIHAILESCU / AFP
Los 100.000 soldados que ya tiene desplegados en Europa pasarán a ser más de 150.000. El despliegue de Estados Unidos incluye por primera vez posicionar de forma permanente miles de soldados en Polonia, además de aumentar el número de destructores en la base española de Rota (la que vigila el al Mediterráneo por el estrecho de Gibraltar), reforzar sus capacidades de combate aéreo en el Reino Unido y colocar misilería antiaérea en Alemania e Italia.
El total de fuerzas de la Otán que deben estar disponibles para una reacción rápida, en menos de 48 horas, será de 300.000 soldados. Alemania ya anunció este jueves que creará una nueva división para el Báltico que tendrá 20 buques, más de 60 aviones de combate y 15.000 soldados.
La guerra de Putin puede también acabar con “los dividendos de la paz”, como se llamó en Europa al ahorro en gastos militares que provocó el fin de la Guerra Fría y las décadas de coexistencia pacífica posteriores que esta guerra entierra. Los gobiernos de la Otán están anunciando en estos días sus planes para aumentar hasta un mínimo del 2 % del PBI sus gastos en defensa. Habrá más programas de compras de armas, los ejércitos profesionales crecerán y en algunos países (Suecia) se vuelve al servicio militar obligatorio.
Max Bergmann, director del CSIS para Europa, asegura que el anuncio estadounidense de plantar una base permanente en Polonia es un cambio de importancia mayor
Uno de los analistas de geopolítica más escuchados de Francia, Pierre Haski, contaba este jueves que si los nuevos despliegues militares, sobre todo estadounidenses, son en principio una forma de señalar a Rusia que no intente expandir el conflicto ucraniano, en realidad van más allá: “La amplitud del movimiento, que se añade a los esfuerzos que hacen los europeos por su cuenta, dice que se entra en una nueva era”. Este analista dice que este movimiento perdurará en el tiempo y que “Europa vuelve a ser una zona de inestabilidad”.
Haski ve un peligro a corto y medio plazo para los planes de la Otán y de los gobiernos noroccidentales, que la ciudadanía se canse de aceptar sacrificios económicos en forma de inflación y de crisis energética para ayudar a Ucrania y sancionar a Rusia mientras se aumenta el gasto en defensa.
Max Bergmann, director del CSIS para Europa, asegura que el anuncio estadounidense de plantar una base permanente en Polonia (la primera en un país del antiguo Pacto de Varsovia) es un cambio de importancia mayor. También destaca la presencia de los aliados del Pacífico y su argumento de que la seguridad de las dos regiones está entrelazada. Este especialista, que en el pasado trabajó para el Departamento de Estado, considera que el cambio dado por la Alianza a los cuatro meses del ataque ruso a Ucrania es un momento histórico y que 2022 pasará a los libros de historia como un parteaguas.
Un hombre ucraniano monta en bicicleta frente a un edificio de bombardeo destruido en Kharkiv, Ucrania, el 24 de abril de 2022, en medio de la invasión rusa. Foto:EFE
Moscú reaccionó con duras palabras. El presidente ruso, Vladimir Putin, dijo que la Otán busca “su hegemonía” aprovechándose de la guerra en Ucrania: “La llamada a que Ucrania siga los combates y a rechazar las negociaciones solo confirma nuestra hipótesis de que Ucrania y el bienestar del pueblo ucraniano no es el objetivo de Occidente y de la Otán, sino un medio de defender sus intereses”.
Lo que a Putin oficialmente no parece importarle es el ingreso de Suecia y Finlandia en la Otán. Si durante meses Putin dijo que tomaría represalias, ahora parece que no le molesta: “No tenemos problemas con Suecia y Finlandia como los tenemos con Ucrania”. Pero Putin advierte: “En el caso de que haya despliegues militares y de infraestructuras en esos países estaremos obligados a responder de manera simétrica”.