En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información
aquí
Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí. Iniciar sesión
¡Hola! Parece que has alcanzado tu límite diario de 3 búsquedas en nuestro chat bot como registrado.
¿Quieres seguir disfrutando de este y otros beneficios exclusivos?
Adquiere el plan de suscripción que se adapte a tus preferencias y accede a ¡contenido ilimitado! No te
pierdas la oportunidad de disfrutar todas las funcionalidades que ofrecemos. 🌟
¡Hola! Haz excedido el máximo de peticiones mensuales.
Para más información continua navegando en eltiempo.com
Error 505
Estamos resolviendo el problema, inténtalo nuevamente más tarde.
Procesando tu pregunta... ¡Un momento, por favor!
¿Sabías que registrándote en nuestro portal podrás acceder al chatbot de El Tiempo y obtener información
precisa en tus búsquedas?
Con el envío de tus consultas, aceptas los Términos y Condiciones del Chat disponibles en la parte superior. Recuerda que las respuestas generadas pueden presentar inexactitudes o bloqueos, de acuerdo con las políticas de filtros de contenido o el estado del modelo. Este Chat tiene finalidades únicamente informativas.
De acuerdo con las políticas de la IA que usa EL TIEMPO, no es posible responder a las preguntas relacionadas con los siguientes temas: odio, sexual, violencia y autolesiones
Exclusivo suscriptores
¿Qué lecciones deja para la Paz Total de Colombia el fracaso en seguridad de México?
Con su política de mano tendida, el gobierno Amlo ya es el más sangriento de la historia reciente.
Protesta adelantada en México en rechazo a la violencia contra las mujeres. Foto: EFE/José Pazos
Las cifras criminales son aterradoras y el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, conocido como Amlo, se vio obligado a reconocerlas. A fines de mayo, a falta de 16 meses para el término de su mandato, el país completó más de 156.000 homicidios en este sexenio, una cifra más alta que aquella que totalizó durante sus seis años en el poder Felipe Calderón (2006-2012).
De seguir el mismo ritmo de 72 homicidios diarios en los 16 meses que faltan, las proyecciones apuntan a que el sexenio de Amlo —cuatro meses más corto que el de sus antecesores debido a una reforma electoral— se acercará a los 200.000 homicidios, una cantidad similar a la de países que viven una guerra civil o exterior.
La comparación con Calderón le duele mucho a López Obrador, pues se trata del expresidente a quien el actual mandatario ha tachado de “asesino” por haber declarado, hace 15 años, la guerra contra los poderosos carteles de la droga de México.
En vivo contraste con esa política de confrontación, López Obrador inició su periodo el 1.º de diciembre de 2018 con un lema: “Abrazos, no balazos”. Aunque efectista, el concepto que la frase encierra no ha sido solución al problema de la criminalidad.
Este fin de semana, en un extenso informe, el analista de El Mundo de España Pablo Sánchez Olmos —gran conocedor de la situación en México— aseguró que la comparación de los primeros 54 meses de mandato de López Obrador con sus antecesores lo deja muy mal parado.
En cuatro años y medio de gobierno bajo López Obrador han sido registrados “54.000 homicidios más que en el mismo periodo de Enrique Peña Nieto, 75.000 más que Felipe Calderón y 112.000 más que Vicente Fox”, aseguró Sánchez Olmos.
Con un estilo muy conocido en otras naciones de América Latina, incluida Colombia, el mandatario ha culpado a sus antecesores: “Nos dicen ‘¡qué barbaridad, el gobierno de ahora es el gobierno que tiene más homicidios! Sí, pero vean cómo nos dejaron el país…”, dijo Amlo.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pidió este lunes unidad a los aspirantes presidenciales de Morena). Foto:EFE
Teflón presidencial
Amigos y detractores del presidente le reconocen que es un comunicador hábil, efectista y efectivo. A pesar de la grave crisis de seguridad, López Obrador goza de buenos niveles de respaldo en las diferentes encuestas.
El efecto teflón, que evita que lo malo se le pegue, le ha permitido a Amlo mantener niveles cercanos al 60 por ciento de aprobación.
La más reciente entrega del sondeo de El Economista y la firma Mitofsky revela que 59,4 por ciento de los encuestados aprueban la gestión de López Obrador, contra 40,6 por ciento que la rechaza.
Todo ello a pesar de la sensación de inseguridad, e incluso de miedo, que predomina entre los mexicanos.
Según la Encuesta Nacional de Seguridad Urbana, preparada por el Inegi, entidad oficial del manejo de las estadísticas, 64,2 por ciento de la población mayor de 18 años considera “inseguro” vivir en su ciudad.
Entre las mujeres, la cifra es más alta: 69,9 por ciento, mientras que entre los hombres es de 57,4 por ciento, algo lógico dado que la población femenina enfrenta mayores abusos sexuales y distintos tipos de violencia de género que agravan el cuadro del crimen a nivel de género.
¿Qué salva a Amlo? La efectividad de su narrativa y de su discurso resulta de una ecuación sencilla: si algún indicador empeora, es culpa de sus predecesores; si mejora, se debe a las políticas de su gobierno. Eso sumado a que se apalanca en la situación económica.
Superada la pandemia, la economía mexicana creció 4,7 por ciento en 2021 y 3,1 por ciento en 2022, por encima del promedio de la década pasada que apenas pasaba del 2,5 por ciento.
La misma encuesta indica que, mientras que el 43 por ciento piensa que la situación de seguridad ha empeorado, en materia económica es al revés: 38,6 por ciento cree que ha mejorado contra 33,1 por ciento que cree que ha empeorado.
Hay una disputa feroz, barrio a barrio y a veces calle a calle, por el control de esos mercados.
Y es que la economía parece resistir las sacudidas de la violencia. El caso del estado de Guanajuato lo confirma: con un promedio de crecimiento de más del 4 por ciento durante la década pasada (muy por encima del 2,5 por ciento del país), Guanajuato se convirtió, desde 2019, en el estado más violento del país, con cerca de 4.500 homicidios ese año.
Y aunque las cifras han mejorado desde entonces, los analistas destacan que, a diferencia de Tamaulipas, Sinaloa o Guerrero, donde los carteles libran guerras de predominio territorial; en Guanajuato prolifera el narcomenudeo (microtráfico) y otros delitos como el robo de combustibles.
“Hay una disputa feroz, barrio a barrio y a veces calle a calle, por el control de esos mercados”, le dijo a la BBC Francisco Jiménez Reynoso, investigador de la Universidad de Guadalajara, sobre la situación en ese estado.
Peritos forenses revisan varias bolsas de restos humanos en el estado de Jalisco, México Foto:AFP
De abrazar a militarizar
La política de ‘Abrazos, no balazos’ tuvo su clímax en octubre de 2019, en un operativo en Culiacán, la capital de Sinaloa, en el noroeste del país, para capturar a Ovidio Guzmán, hijo del extraditado capo Joaquín ‘Chapo’ Guzmán.
El hijo del ‘Chapo’ se atrincheró en una casa que estaba rodeada por fuerzas del orden, mientras helicópteros militares artillados sobrevolaron la ciudad.
Pero del cartel de Sinaloa secuestraron policías y militares, y rodearon instalaciones de la Fuerza Pública como respuesta.
Con el respaldo del presidente, la Secretaría de Defensa decidió liberar al hijo del ‘Chapo’ para evitar, según dijo el Gobierno, “un derramamiento de sangre”. Horas más tarde, el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, justificó la decisión.
“Decidimos no continuar con la idea conservadora de la guerra contra el narco, (pues) esa estrategia belicista no solo trajo la violencia desde el poder público, sino que las propias instituciones de seguridad se convirtieron en protagonistas de esa violencia”, sostuvo Durazo.
Siete meses después, en mayo de 2020, al quedar en evidencia que los abrazos nada estaban resolviendo y que, por el contrario, la violencia iba en aumento, Amlo dio un giro transversal a su estrategia al decidir sacar a soldados y marinos a patrullar las calles.
Tras mucho criticar a sus antecesores por utilizar a las Fuerzas Militares en la guerra contra el narco, y prometer en su campaña electoral que, en su gobierno, los uniformados volverían a los cuarteles, López Obrador se vio obligado a tragarse sus palabras.
Sin embargo, las críticas han persistido, pues la aparición de miles de uniformados en las calles es más un acto de demostración de fuerza que una respuesta planificada a la crisis de violencia actual.
El Gobierno no busca implementar “estrategias probadas”, sostiene Michael Lettieri, del Mexico Violence Resource Project de la Universidad de California, en San Diego, sino solo “desplegar tropas para tratar de prevenir” nuevos ataques.
del Ejército de México saludan en el batallón de Tijuana, Foto:EFE
Soldado avisado
“Sabíamos que esto iba a terminar sucediendo porque es muy bonito hablar de resolver los problemas de origen y no combatir el fuego con más fuego, pero la realidad es que no hay nada más allá de esa narrativa”, le explicó a El Mundo de Madrid Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC).
A inicio del sexenio, Rivas se reunió con Amlo en privado y le advirtió sobre los riesgos de la política ‘Abrazos, no balazos’, al tiempo que le entregó un documento con un centenar de recomendaciones.
“Nunca me escuchó, ni quiso poner en discusión su presunta estrategia”, contó Rivas.
Son muchas las cifras que muestran el fracaso. México totaliza cerca de 100.000 desaparecidos, 40.000 de ellos denunciados en los cuatro años y medio de López Obrador.
Además, unos 40 periodistas y más de 80 defensores del medioambiente han muerto por las balas de bandas criminales.
Más de 17.000 mujeres han sido asesinadas, aunque solo 4.000 de estos crímenes han sido catalogados como feminicidios, quizás por la lentitud e ineficiencia del aparato judicial.
López Obrador defendió su política de seguridad en una rueda de prensa reciente en la que aseguró, con cifras y gráficos, que los homicidios llevan dos años bajando.
Tanto en 2019 como en 2020, la cifra rondó los 36.000, según el Inegi, para bajar a menos de 34.000 en 2021 y a cerca de 31.000 en 2022. Pero los analistas dicen que hay inconsistencias en las estadísticas.
Es evidente que están maquillando las cifras, nunca habíamos tenido este nivel de impunidad, de corrupción y falsedad, nos están mintiendo respecto al número de personas que desaparecen y mueren
“Es evidente que están maquillando las cifras, nunca habíamos tenido este nivel de impunidad, de corrupción y falsedad, nos están mintiendo respecto al número de personas que desaparecen y mueren cada día”, sostiene Rivas, del ONC.
Más que un descenso de los indicadores, como alega el gobierno, expertos coinciden en que, en el mejor escenario, la curva se ha aplanado. Y la amenaza de una nueva alza está siempre presente.
Con 694 asesinatos, la primera semana de junio fue la peor primera semana de mes alguno, a excepción de enero de este año cuya semana inicial marcó 738. De ahí que 2023 puede cerrar como un año muy sangriento, no lejos de los récords de 2019 y 2020.
La lección parece clara: tenderles la mano a los grupos criminales y, al mismo tiempo, atarle las manos a la Fuerza Pública no conduce a reducir la violencia.
Las lecciones del fracaso de López Obrador en México son muy significativas para Colombia, donde la política de Paz Total del presidente Gustavo Petro contiene algunos elementos de la fallida apuesta de Amlo.