El mes pasado, después de que los partidos conservadores y de extrema derecha de España aplastaron a la izquierda en las elecciones locales, los ganadores en Elche, una pequeña ciudad del sureste, firmaron un acuerdo con consecuencias para el futuro de España —y el resto de Europa.
El candidato del conservador Partido Popular tenía la oportunidad de gobernar, pero necesitaba del partido de extrema derecha Vox, que, a cambio de su apoyo durante las votaciones del consejo, recibió el cargo de vicealcalde y un nuevo órgano istrativo para defender a la familia tradicional. Firmaron su trato bajo la cruz de la iglesia local.
“Este modelo de coalición podría ser un buen modelo para toda España”, dijo Pablo Ruz Villanueva, el nuevo Alcalde de Elche, refiriéndose a las próximas elecciones nacionales el 23 de julio, que la mayoría de las encuestas arroja que destituirán al Primer Ministro Pedro Sánchez, liberal del Partido Socialista Obrero Español.
Si Vox se une a una coalición con conservadores moderados, se convertiría en el primer partido de derecha desde la dictadura de Francisco Franco en ingresar al Gobierno nacional.
El auge de Vox es parte de una tendencia creciente de partidos de extrema derecha que ganan popularidad y, en algunos casos, ganan poder al ingresar a los gobiernos como socios.
Todos los partidos temen las ramificaciones económicas de la globalización y dicen que sus países perderán sus identidades nacionales debido a la migración, a menudo de países no cristianos o de mayoría no blanca, pero también a una Unión Europea empoderada que creen que solo se ocupa de las élites. Sus avances han agregado urgencia a un debate entre los liberales sobre cómo superar a una derecha repentinamente más influyente.
Algunos argumentan que la extrema derecha debe ser marginada, como fue el caso durante más de medio siglo después de la Segunda Guerra Mundial. Otros temen que la extrema derecha haya crecido demasiado como para ser ignorada.
En Suecia, el Gobierno ahora depende de los votos parlamentarios de un partido con raíces neonazis y le ha dado cierta influencia en la formulación de políticas. En Finlandia, donde la derecha ha ascendido a la coalición gobernante, el partido nacionalista finlandés se ha arriesgado a desestabilizarla, y un ministro clave de ese partido de extrema derecha renunció el mes pasado después de que se supo que había hecho chistes de “Heil Hitler”.
El 7 de julio, el Gobierno holandés encabezado por Mark Rutte, un conservador y el Primer Ministro con más años en el cargo en los Países Bajos, se vino abajo porque más partidos centristas en su coalición consideraron que sus esfuerzos por frenar la migración eran demasiado férreos. Rutte, que estaba tratando de proteger su flanco derecho contra los populistas emergentes, ha anunciado su renuncia.
En Italia, la Primera Ministra Giorgia Meloni, criada políticamente en partidos nacidos de las cenizas del fascismo y aliada cercana de Vox de España, ha gobernado de manera más moderada de lo que muchos anticipaban en Europa, lo que refuerza el argumento de algunos analistas de que la realidad de gobernar puede ser un factor moderador.
En otros lugares, los partidos de extrema derecha se están abriendo paso en países donde recientemente parecían contenidos.
En Francia, el otrora partido marginal de la líder de extrema derecha Marine Le Pen se ha convertido en una fuerza establecida a medida que la ira contra el Presidente Emmanuel Macron ha estallado recientemente por temas como los cambios a las pensiones y la integración de las comunidades minoritarias del país. No volverá a postularse y faltan años para las elecciones, pero los liberales de toda Europa se estremecieron cuando ella lo superó en algunas encuestas recientes.
Y en Alemania, donde la derecha ha sido tabú durante mucho tiempo, la incertidumbre económica y una nueva oleada en solicitantes de asilo ha ayudado a resucitar el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania. Ahora es el partido líder en los antiguos Estados comunistas del este, según muestran las encuestas, y está ganando apoyo en el oeste más rico y liberal.
Aunque los partidos en diferentes países no tienen propuestas idénticas, generalmente quieren cerrar las puertas a los inmigrantes y reducir sus beneficios; reducir o revertir los derechos LGBTQ; e implementar políticas comerciales más proteccionistas. Algunos sospechan de la Otán y dudan sobre el cambio climático y el envío de armas a Ucrania.
En España, donde el conservador Partido Popular puede terminar primero en las próximas elecciones, Esteban González Pons, un destacado funcionario del partido, dijo que traer partidos de extrema derecha, como Vox, al Gobierno era una forma de neutralizarlos. Pero reconoció que la estrategia conlleva riesgos.
España parecía ser un punto brillante para los liberales. Con Sánchez, España ha mantenido baja la inflación, reducido las tensiones con los separatistas en Cataluña y aumentado la tasa de crecimiento, las pensiones y el salario mínimo. Él también es generalmente popular en la Unión Europea.
Pero la alianza entre Sánchez, los separatistas y las fuerzas de extrema izquierda ha incitado resentimiento entre muchos electores.
Ruz, el Alcalde de Elche, reconoció que su partido reconocía el matrimonio homosexual y que estaba más preocupado por los partidos de extrema derecha, como Alternativa por Alemania, que su “socio”. Aún así, dijo, el Partido Popular y Vox tenían electores similares, sólo enfoques diferentes para la “implementación”.
Muchos, en cambio, están preocupados por Vox.
“Hemos visto crecer el populismo, apoyado por el centro-derecha, en los pueblos pequeños”, dijo Carlos González Serna, exalcalde socialista de Elche, que perdió las elecciones. Dijo que en lugar de acordonar a la extrema derecha, los principales conservadores le habían dado un “cordón umbilical” de legitimidad.
Santiago Abascal, el líder de Vox, se separó del Partido Popular en medio de un escándalo de fondos para sobornos en el 2013. La popularidad del partido creció en el 2018 a medida que llegaban más inmigrantes por mar a España que a cualquier otro país europeo.
Como muchos en Europa dicen que ha llegado el momento de empezar a tomar más en serio a los partidos de derecha, algunos electores en Elche lamentaron no haber tomado a Vox lo suficientemente en serio antes.
“No pensé que iban a formar un Gobierno y que el hecho de que lo hayan hecho me ha sorprendido”, dijo Isabel Chinchilla, de 67 años. “Voy a votar en las elecciones nacionales para que esto no vuelva a suceder, porque son muy reaccionarios en su visión de la sociedad”.
JASON HOROWITZ
THE NEW YORK TIMES
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