De todos los sitios del Día D, ninguno transmite el horror y el heroísmo de ese momento crucial durante la Segunda Guerra Mundial —el 6 de junio de 1944— como Pointe du Hoc, un acantilado de 30 metros sobre el mar. Se puede ver claramente lo expuestos que estaban los estadounidenses mientras ascendían con cuerdas esa mañana.
Pero está desapareciendo, y rápido. El puesto de observación y defensa nazi entre dos playas de desembarque en Normandía, que los estadounidenses conquistaron, fue testigo de tres derrumbes más esta primavera. Las olas han carcomido una cavidad de aproximadamente 2 metros y medio en la base de los acantilados.
“Si no tengo el sitio, pierdo la historia de lo que sucedió aquí”, afirmó Scott Desjardins, el superintendente de la Comisión Estadounidense de Monumentos de Batalla del sitio, que recibe 900 mil visitantes anualmente. En total, la oficina de turismo de Normandía enumera más de 90 sitios oficiales del Día D, incluyendo 44 museos, que atraen a más de 5 millones de visitantes al año.
A lo largo de la franja norte de playas y acantilados en Normandía, la historia, la memoria y la identidad corren peligro. Dos tercios de estas costas sufren erosión, de acuerdo con un reporte de cambio climático de Normandía, y los expertos pronostican que lo peor está por venir con el aumento del nivel del mar, mayores tormentas y mareas más altas.
Tras siglos de resistir los embates del mar con protecciones rocosas, el Gobierno francés promueve ahora “vivir con el mar, no contra él”. Comunidades costeras trabajan en planes de adaptación, que incluyen la posibilidad de mudarse.
Uno de los primeros museos del Día D de la región está albergado al interior de un antiguo búnker alemán en la Playa Utah. Durante los últimos años, Charles de Vallavieille, el Alcalde del lugar, ha recibido permiso para reforzar la playa ante el museo vertiendo camiones de arena. Pero el permiso estatal para hacerlo termina en el 2026 y declara que puede renovarse sólo si el museo ha desarrollado un plan a largo plazo para mudarse —lo que Vallavieille rechaza con pasión.
En lugar de gastar dinero en planes de protección, el Centro de la Playa Juno —un museo establecido en el lugar donde desembarcaron 14 mil soldados canadienses en el Día D— ha introducido un precio de boleto reducido de “bajo carbono” para visitantes que llegan en bicicleta, ha reducido su consumo de energía y ha estado construyendo un sumidero de carbono —al plantar árboles en un bosque cercano.
“Perdieron sus vidas para liberarnos, para darnos lo que disfrutamos el día de hoy”, apuntó Nathalie Worthington, directora del centro, sobre los antiguos soldados. “Así que, ¿qué hacemos para conservarlo?”.
CATHERINE PORTER
THE NEW YORK TIMES
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