DONG HA, Vietnam — En una visita al antiguo campo de batalla de Khe Sanh, escenario de uno de los enfrentamientos más sangrientos de la guerra de Vietnam, las únicas personas que Chuck Searcy encontró fueron dos chicos que lo condujeron a un cohete sin detonar.
Uno de los chicos extendió la pierna para darle una patada a la bomba hasta que Searcy gritó: “¡No, detente!”.
“Fue mi primer encuentro con municiones sin detonar”, dijo Searcy sobre ese momento en 1992. “No tenía idea de que dedicaría mi vida a retirarlas”.
No era su primer encuentro con Vietnam. Estuvo allí como soldado en 1968, el mismo año de la batalla de Khe Sanh, y salió desilusionado. Como analista de inteligencia del Ejército estadounidense, tenía a información en bruto, desde el recuento de cadáveres del enemigo hasta afirmaciones exageradas sobre el progreso estadounidense.
“Vi que a nuestros amigos en casa se les estaba dando información que no sólo era engañosa, sino mentiras deliberadas”, dijo Searcy.
Cuando terminó su periodo de servicio, dudaba no sólo de la guerra sino de su propio carácter. “A veces realmente me he preguntado si mi timidez o mi negativa a dar un paso al frente y decir esto está mal, si era una falla moral de mi parte”, dijo. “Estaba fallando en un deber que tenía como estadounidense”.
Ese sentido del deber lo ha impulsado a dedicar su vida a reparar uno de los legados más mortíferos de la guerra: los millones de bombas y minas terrestres sin explotar que siguen hiriendo y matando a personas.
Ahora de 79 años y viviendo en Hanoi, Searcy quizás sea el veterano estadounidense más conocido entre los vietnamitas.
“Chuck fue uno de los pioneros entre los veteranos en la normalización de las relaciones”, dijo Hoang Nam, un alto funcionario del Gobierno en la provincia de Quang Tri que conoció a Searcy recién salido de la universidad. Juntos, los dos hombres fundaron el Proyecto Renew, con sede en Quang Tri, que desde el 2001 ha estado desplegando equipos de desminado (actualmente son 180) y proporcionando prótesis y capacitación laboral a las víctimas de explosiones.
Searcy dijo que su compromiso con el Vietnam de posguerra no se debe a la culpa, sino a un sentido de responsabilidad de tratar de reparar el daño causado por su País. “Simplemente bombardearon y bombardearon hasta que no quedaron blancos”, dijo. “Eso no tenía sentido”.
Casi 8 millones de toneladas de municiones fueron lanzadas sobre Vietnam entre 1965 y 1975, dijo Searcy. El Gobierno vietnamita estima que las minas terrestres de facto han causado 100 mil muertos y heridos desde el final de la guerra.
Desde que el Proyecto Renew comenzó su labor, en asociación con Ayuda Popular, de Noruega, el número de víctimas en Quang Tri ha disminuido de más de 70 incidentes por año a cero en el 2019.
Cuando regresó a Georgia después de su tiempo en el Ejército en 1970, dijo Searcy, “Estaba enojado y confundido”. Se matriculó en la Universidad de Georgia, donde obtuvo una licenciatura en ciencias políticas y se unió al grupo Veteranos de Vietnam contra la Guerra.
En 1992 Searcy regresó a Vietnam “para ver cómo era el País en tiempos de paz”. Cuando Searcy se enteró de cuántas personas seguían muriendo a causa de bombas sin detonar, dijo: “Me quedé boquiabierto”.
En los 20 años de operación del Proyecto Renew, 815 mil bombas han sido detonadas o inutilizadas, dijo Searcy. “¡Imagina eso! 815 mil”, dijo. “¡Dios mío!”.
“Simplemente bombardearon y bombardearon hasta que no quedaron blancos. Eso no tenía sentido”.