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Análisis
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Nicolás Maduro le da estocada final a la democracia venezolana y toma el camino de la dictadura
La posesión del 10 de enero despejó todas las dudas sobre la verdadera naturaleza del chavismo.
El debate sobre cómo llamar al gobierno venezolano parece haber llegado a su fin. Después de que el mundo vio la juramentación de Nicolás Maduro este 10 de enero en un acto acompañado por unos pocos dirigentes, sin mostrar pruebas de su victoria contra Edmundo González Urrutia y desafiando la soberanía popular, las democracias coinciden en denominar a Venezuela como una ‘dictadura’.
Mientras Maduro juró sobre un ejemplar de la Constitución para un tercer mandato que lo mantendrá en el poder hasta 2031, 1.697 venezolanos permanecen presos por causas políticas, la oposición se mantiene en la clandestinidad y solo unos cuantos seguidores celebraron su posesión.
Aunque el heredero de Hugo Chávez asumió el poder de 2013 con su fallecimiento, y desde entonces ha habido una serie de cuestionamientos sobre su legitimidad en las elecciones de 2013 y 2018, su posesión del pasado viernes supone una estocada final y una oficialización de su deriva dictatorial.
Lo que diferencia las votaciones del 2024 de las dos anteriores es que el opositor González, en el exilio desde septiembre, y la oposición pudieron demostrar su triunfo en las elecciones del 28 de julio de 2024 con el 85 por ciento de las actas gracias a una red de testigos electorales que consiguieron las copias de la votación.
Sin embargo, González no pudo, como lo prometió, llegar a Caracas el viernes para posesionarse. Desde República Dominicana, lugar donde culminó una gira por América Latina, prometió regresar “cuando estén dadas las condiciones” para así tomar juramento.
Y es que, además de ofrecer una recompensa de 100.000 dólares por su detención, el régimen desplegó el viernes misiles antiaéreos, cerró las fronteras y amplió el despliegue de las fuerzas de seguridad para disuadir las intenciones de González.
Dentro del país, la lideresa María Corina Machado, cada día más cercada después de la retención, y posterior liberación, al término de una marcha el jueves, y con casi todos sus colaboradores presos, también habló: “Edmundo vendrá a Venezuela a juramentarse como presidente constitucional de Venezuela en el momento correcto, cuando las condiciones sean las adecuadas”, expresó en un corto video que publicó en su cuenta de Instagram. Parece cerrar así, al menos por el momento, la posibilidad de que se vuelva a intentar un interinato o un Gobierno paralelo al estilo del de Juan Guaidó en 2019.
Machado también aprovechó para explicar lo ocurrido durante su detención, que se la atribuyó a las fuerzas gubernamentales.
Sin embargo, a la espera de que ocurran esas condiciones para la transición, los venezolanos en las calles sienten el peso de lo que será un nuevo y oscuro capítulo para el país y la región.
María Corina Machado y Nicolás Maduro Foto:Juan BARRETO / AFP / Instagram: María Corina Machado
Lo demostraron con el silencio que hubo en las calles mientras Jorge Rodríguez, presidente del Parlamento, investía a Maduro, quien prefirió jurar por Hugo Chávez en lugar de mencionar a Dios, rompiendo así parte de la tradición presidencial en Venezuela.
El escenario abre paso a preocupaciones que los analistas han dejado en evidencia: la continuidad e incremento de la represión y la asfixia a los derechos humanos en momentos en los que Maduro perdió el respaldo popular en las urnas y tuvo que acudir a la persecución.
“Internamente, el país continuará enfrentando una represión sistemática contra disidentes, una profunda crisis económica y una nueva ola migratoria”, considera Daniel Zovatto, fellow global del programa de América Latina del Wilson Center.
En conversación con EL TIEMPO, Zovatto añadió que la continuidad de Maduro, a través de esta posesión, también perpetúa un foco de inestabilidad en la región, con impactos negativos en la seguridad, las migraciones y la credibilidad de las instituciones democráticas. Además, advierte que “Venezuela representa un caso muy peligroso para las democracias en nuestro continente por la idea de que en pleno siglo XXI, uno de los principales países de Latinoamérica puede hacer un megafraude, reprimir con brutalidad e instalar un Gobierno de facto, con absoluta impunidad y contando con el apoyo o la indiferencia de varios países de la región”.
Las ambigüedades y dudas que plantea la posición de Colombia sobre Venezuela
Y es que mientras Argentina, Costa Rica, República Dominicana, Panamá, Uruguay, Perú, Chile y Paraguay coinciden en reconocer a González como el presidente electo, otros se mantienen con posiciones ambiguas. Es el caso de Colombia. Por un lado, el presidente Gustavo Petro condenó la detención arbitraria del candidato opositor a la presidencia Enrique Márquez, así como la del activista de derechos humanos Carlos Correa, justificando en estos hechos su ausencia en la posesión de Maduro. No obstante, insiste a través de sus redes sociales en que la elección no fue libre por culpa de las sanciones estadounidenses, a la vez que envió al embajador en Caracas, Milton Rengifo, a la juramentación, donde estrechó sus manos con las de Maduro.
Gustavo Petro y Nicolás Maduro en Venezuela. Foto:Presidencia
“La posición del presidente Petro refleja una ambigüedad que podría debilitar su liderazgo tanto a nivel nacional como regional”, dice Zovatto, agregando que Colombia enfrenta el reto de equilibrar sus intereses nacionales con las expectativas de la comunidad internacional de que tome una postura más firme a favor de la democracia.
Por otro lado, Estados Unidos incrementó a 25 millones de dólares la recompensa por la captura de Maduro, monto equivalente por la captura del ministro del Interior, Diosdado Cabello, y 15 millones de dólares por la del ministro de Defensa, Vladimir Padrino López. A la vez, concedió un tiempo extra a ciertos permisos legales para los venezolanos en territorio estadounidense. La incógnita se posa en ver cuál será la línea que asuma Donald Trump cuando llegue a la Casa Blanca desde el 20 de enero.
Para Carolina Jiménez Sandoval, presidenta de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (Wola), el rechazo internacional no necesariamente puede traducirse en un cambio político significativo dentro de Venezuela.
“No hay que normalizar la situación, hay que seguir exigiendo el respeto a la voluntad popular. Tiene que ser una parte de la narrativa de la comunidad internacional”, sentenció. A Wola también le preocupa el deterioro del respeto a los derechos humanos en el país. Una situación que calificó de “gravísima” al recordar que, incluso, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) calificó esta semana como de ‘terrorismo de Estado’.
¿Qué acciones tomará la comunidad internacional sobre Venezuela?
Mientras el mundo señala a Maduro y a su entorno de represivos y dictatoriales, este insiste en que todos están equivocados y en su contra. “El Estado venezolano ha ejercido la legítima defensa frente a una conspiración mundial pública, evidente y comunicacional, del poder de los Estados Unidos y de sus satélites y esclavos en Latinoamérica y el mundo”, dijo en su posesión.
Protestas en Caracas. Foto:AFP
Maduro considera que él es el vencedor en esta nueva etapa: “Le decimos al gobierno norteamericano saliente: se la ganamos, no pudieron con nosotros. No es un hombre, es un pueblo, que se crece, porque somos ejemplo para el futuro”.
Acompañado de los dictadores Daniel Ortega, de Nicaragua, y Miguel Díaz-Canel de Cuba, Maduro insistió en que se quedaría en el poder porque no se lo había otorgado “un gobierno extranjero, ni un gobierno gringo, ni los gobiernos proimperialistas de la derecha latinoamericana ni la oligarquía de los apellidos”.
Algo que desde la perspectiva de González Urrutia representa, no solo la consumación de un golpe de Estado, sino la “autocoronación del dictador”. “Les prometo que no les fallaremos”, insistió el opositor desde República Dominicana.
De acuerdo con Antonio De Lisio, investigador de la Universidad Central de Venezuela, lo que se verá por parte de la comunidad internacional son relaciones complicadas con el nuevo gobierno venezolano. “Tanto con la Unión Europea, como con los países latinoamericanos que no reconocen a Maduro, habrá fricción”. Sin embargo, el académico destacó que la asistencia a su posesión de representantes de China, Irán y Rusia, aunque de menor rango, denotan un primer respaldo al dictador, aunque con el asterisco de recordar que son países que enfrentan otros desafíos y tienen otras urgencias.
Pese a que María Corina Machado ha insistido en que “Maduro no podrá gobernar a la fuerza, a una Venezuela que decidió ser libre”, ya sufrió en carne propia la violencia física y psicológica que ejercen los cuerpos de seguridad contra los ciudadanos que arrestan. Como ella misma contó, el jueves fue bajada a la fuerza de la moto en la que se dirigía a su refugio y su conductor terminó recibiendo una bala en la pierna y está desaparecido.
Concentraciones en Caracas, Venezuela. Foto:AFP
En ese sentido, los partidos opositores se muestran cada vez más cautos y prefieren ejecutar conductas moderadas, dejando todo el peso a Machado y a sus colaboradores más cercanos. De hecho, algunos insisten en seguir negociando con el chavismo y esperar por una salida a través del diálogo.
“Si te pones en los zapatos de una persona como él (Maduro), puedes pensar: ¿para qué voy a negociar mi salida si me he robado todo este dinero, tengo todos estos recursos y, además, sé que lo que me espera es la cárcel? En ese sentido, Maduro está entrampado en su propio juego de poder”, dijo en entrevista con este diario Laura Dib, directora de Wola para Venezuela.
Para Dib, Nicaragua, Cuba, Rusia, China e Irán siguen siendo bastiones de apoyo para el régimen, lo que incluye un apoyo económico que quedó evidenciado tras la imposición de sanciones sectoriales sobre el petróleo de parte de EE. UU.
Sin embargo, para De Lisio, la transición para un sector de la oposición ya inició y el hecho de tener actas en mano que demuestran el triunfo en las elecciones del 28 de julio hizo que se viviera un proceso de reorganización de estos actores para lograr así presionar a Maduro.
Ante todo este panorama, los expertos coinciden en que será difícil ver una transición, puesto que Maduro controla todas las instituciones del Estado y la Fuerza Armada le juró subordinación. “Ratificamos el compromiso de fidelidad a los ideales de Simón Bolívar y de Hugo Chávez, defenderemos a la Nación contra cualquier amenaza y obedeceremos el mandato popular el pasado 28 de julio; además, reconocemos y reafirmamos la lealtad y subordinación a Nicolás Maduro como presidente de Venezuela y comandante en Jefe para el periodo 2025-2031”, dijo Padrino, quien lleva una década en el cargo y ha demostrado una lealtad absoluta.