Debo empezar explicando el título de la columna. Antanas es el que imaginan: Mockus. Aleph tal vez no sea tan obvio. Es una revista que se autodefine: “Publicación literaria, de arte y pensamiento”. Se ha publicado durante 58 años ininterrumpidos en Manizales. Su director fundador es el profesor Carlos Enrique Ruiz. Cuando la fundó, en 1966, era un estudiante de ingeniería en la sede de Manizales de la Universidad Nacional. Su inquietud lo llevó con el tiempo a dirigir esa misma sede, ser rector de la Universidad de Caldas, director de la Biblioteca Nacional, doctor honoris causa, poeta y ensayista, entre muchas otras cosas. Se necesitaba un poeta-ingeniero para mantener dinámica la revista tanto tiempo.
El número 210 está todo consagrado a Antanas. No es un trabajo biográfico rigurosamente sistematizado; por fortuna, porque sería iluso abordar todos los aspectos de su personalidad, a veces contradictoria y dispersa en tantos campos, pero extraordinaria sin duda. Es una colección con ensayos, entrevistas, testimonios de personas que lo acompañaron en alguna de sus aventuras, y también un par de sus escritos. Me parece adecuado este formato (hasta que surja un biógrafo genial); es un rompecabezas que permite entrever al personaje, pero al que le hacen falta algunas piezas, tal vez claves.
Solo listar autores y temas de contribuciones ocuparía el espacio asignado a esta columna. Así que me disculpo si solamente voy a picotear en el texto de 250 páginas. Quien quiera leerlo completo, y lo recomiendo, puede bajarlo gratuitamente de la red.
Posiblemente los ensayos que más informan sobre la personalidad de Mockus son los de sus más cercanos colaboradores. Carmenza Saldías, secretaria de Hacienda en su alcaldía (y quien sufrió múltiples problemas por serlo), comienza la revista describiéndolo en una forma bastante realista. Reconoce que es difícil afirmar que en verdad lo conoce, y lo define como un docente infiltrado en la política.
Para mí, el testimonio más diciente y el que retrata al humano, no al mito, es precisamente el de Paul Bromberg. Quienes lo conocemos sabemos que es congénitamente incapaz de adular.
Ella y Carlo Tognato (profesor de sociología, hoy en la Universidad de Yale) acentúan la forma especial que tiene para tomar decisiones. Tognato afirma que su formación matemática ha sido fundamental para enfocar los problemas y entender su realidad más profunda. Pero a continuación, y como contradiciéndose, cuenta que, en una reunión analizando la falta de educación ciudadana, el secretario de cultura Paul Bromberg comentó que su suegro decía que cuando todo falla hay que llamar a los payasos. Lo iluminó, y dio origen a su programa de mimos que ponían en ridículo a los conductores que no respetaban las cebras peatonales o se pasaban los semáforos en rojo.
Para mí, el testimonio más diciente y el que retrata al humano, no al mito, es precisamente el de Paul Bromberg. Quienes lo conocemos sabemos que es congénitamente incapaz de adular. No concede una lisonja ni siquiera para evitarse un problema mayor. Acompañó a Mockus en casi todas sus tareas, desde el grupo del profesor Federici hasta su primera alcaldía. Decían de él que siempre que renunciaba alguien del equipo, Antanas lo encargaba de sus responsabilidades, y así ejerció con éxito funciones cruciales en la universidad y la alcaldía. Hasta cuando el que renunció fue Antanas, y también a él lo reemplazó.
Hay en la revista un par de artículos de Mockus mismo. Uno que explica algunas de sus acciones se llama ‘Armonizar ley, moral y cultura’. Parte de la hipótesis de que existe un divorcio entre esos tres sistemas que regulan el comportamiento de la gente en sociedad, y describe las acciones que emprendió en su alcaldía para mejorar la conducta ciudadana tratando de armonizarlas. Es un escrito con importantes lecciones; al fin y al cabo, se trata de un muy buen docente infiltrado en la política.