Que los bogotanos comemos ahora menos arroz y en cambio más chitos y fritos empacados, que la cerveza se volvió producto de primera necesidad y, además, ahora se toma whisky. Panorámica de una ciudad al cumplirse en marzo dos años de la declaratoria de pandemia y aprovechando los datos del portal Servipunto (EL TIEMPO, Guillermo Reinoso, 8/3/2022) sobre compras minoritarias en las tiendas.
Las tiendas en Colombia, sin duda, son una institución barrial. Si se compara el país con la región, puede ser el que menos metros construidos tiene de grandes superficies. En mediciones de Fenalco (Portafolio), resultaba que Chile, el de mayor penetración de los supermercados, por cada 1.000 habitantes tiene 174 metros; México, 136; Brasil, 134; Argentina, 106, y Colombia, apenas 53; aún más distante si comparamos con EE. UU., donde los metros por 1.000 habitantes son 574. Es cierto que en los últimos años las grandes cadenas (Éxito, Olímpica...) entran a los barrios, dotándolos de cierta modernidad, pero acá se dio un fenómeno muy particular: los gigantes, en algunos casos, se asociaron con las tiendas de barrio, lo cual significó una fusión favorable a su supervivencia y su espíritu.
Así que una radiografía del consumo en estas tiendas nos da una sincera y también dramática imagen ciudadana. Entre los 20 productos top que incrementaron consumo están dos canastas que dominan: la de los productos preparados, paquetes o pasabocas, como papas fritas o chicharrones, y luego los productos de confitería y edulcorantes, como las chocolatinas y los dulces; pero el mayor incremento en estos dos años ha sido el de la cerveza. Nos queda, pues, una radiografía más bien crítica: los bogotanos durante la pandemia se olvidaron de cocinar y más bien se dedicaron a comprar en tiendas comidas insanas y empacadas.
Pero lo que más me llama la atención es la relación con otro sector paralelo y cómplice con la comida de paquetes, como es la industria audiovisual de entretenimiento hogareño. En un estudio que preparo (Unal) sobre comportamiento ciudadano de pandemia se pudo establecer que el consumo de TV subió alrededor de un 30 % y la conectividad superó el 50 %. De este modo, debemos prepararnos para encontrar unos nuevos ciudadanos más bien regordetes y perezosos, con mucho chito en la cabeza y con una distracción favorita: ver cine y series en plataformas y pegados a una conectividad que sobrepasa las horas dedicadas al sueño.
ARMANDO SILVA