De mis años en trabajos intensos, tanto en el sector público como en el privado, aprendí que para poder darlo todo es necesario vivir en armonía conmigo misma. Eso implicó dejar de buscar satisfacciones en el mundo exterior y explorar la fuente interior que todos tenemos y nos da sabiduría y paz. Desafortunadamente, eso no lo enseñan ni en los colegios, ni en la mayoría de los hogares ni mucho menos las religiones, que cada vez nos separan más de la verdadera espiritualidad.
En este camino, encontré un manantial de sabiduría en el libro de Eckhart Tolle 'El poder del ahora'. La primera vez que lo leí fue hace más de una década. Es un texto que no se guarda y olvida; por el contrario, es de consulta permanente. Al principio, entender qué era el “cuerpo del dolor” o hacer prácticas con la respiración o tratar de estar en el presente me pareció difícil y hasta absurdo. Pero mantuve una mente abierta para tratar de comprender por qué esta obra revolucionaba el mundo occidental desde el punto de vista espiritual. La segunda vez que lo tuve en mis manos no lo leí de corrido, sino que tomé diez páginas y las utilicé para mi reflexión durante una semana. Y así progresivamente, de a decena en decena, leí y practiqué.
El texto es un viaje de aventuras en uno mismo. Nuestro carácter, nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras reacciones a las emociones, nuestras relaciones con los demás, desde la inconsciencia o la consciencia. Me enseñó que la gente que hace daño lo hace desde la inconsciencia, que ninguna persona consciente sería capaz de destruir a otro. Que a esas personas no hay que odiarlas sino tenerles compasión, pues viven en permanente sufrimiento y con muchos miedos. Que cuando alguien me habla, debo dedicarle toda mi atención. Que, al contrario de lo que creemos del 'multitask', la mente solo puede con una acción a la vez. En el momento en que hacemos dos o tres, estamos descuidando alguna. Que si tengo un problema, la respuesta no está en la reacción que mi mente me dice, sino que la solución está en la profundidad que encuentro en el silencio de mi ser.
Aprendí que hay que ser consciente de la energía que emana de las emociones, de la rabia, de la envidia, del miedo, para no identificarme con los pensamientos que de ellas provienen; comprendí que esa es la verdadera libertad; que a los obstáculos en la vida no debo resistirme: son los que traen enorme crecimiento espiritual, sin ellos no hay despertar; y que el único momento que existe es este, aquí y ahora, pues nadie puede decir que ha alcanzado el futuro.
Hoy leo páginas por día y trato de aplicarlas diariamente. La travesía no siempre es fácil, pero está llena de satisfacciones. Este es un libro que recomiendo, sobre todo para este momento de transición en nuestro país. Como dijo una amiga paisa en una conferencia: “¿Qué es paz? ¡Pues personas en paz!”. Colombia no tendrá paz mientras los colombianos no tengamos paz interior.
Conozco ya muchos que están en un camino espiritual profundo por este libro o por otras circunstancias y sé que con ellos cuenta el país para la convivencia pacífica. Pero esa demencia colectiva de la que todos nos quejamos no cambiará pensando que hay cambiar a los otros; quien debe cambiar y así aportar “soy yo”. El poder del ahora será una herramienta poderosa para quienes persigan este fin.
CECILIA ÁLVAREZ CORREA