Se han vuelto reiteradas, no solo en redes sociales, sino en el mundo real, las quejas acerca de la situación de Bogotá. Es tema de conversación diaria el cómo se ha deteriorado la capital. Los principales afectados somos todos los ciudadanos. Debemos hablar del tema, para hacer un diagnóstico y poder tomar medidas. Ya no hay espacio para los peatones, pues los andenes no pueden ser usados para lo que están hechos. Salir a caminar, que era uno de los planes de los capitalinos, ya no es posible. Es fácil tropezarse o caerse por la cantidad de losas rotas y sueltas, la basura, la falta de mantenimiento, en fin... Lo menos grave que puede pasar es que cuando alguien pisa una baldosa termina mojado, pues el suelo escupe barro. Los andenes son, más que un espacio caminable, un obstáculo y hasta un peligro. En algunos sectores están invadidos por actividades comerciales informales, que impiden al peatón desplazarse.
A esto debemos sumar el panorama de seguridad, nada halagüeño, y para rematar, la movilidad vehicular. Está colapsada.
En un contexto de estos es pertinente trabajar, Alcaldía y ciudadanos, de manera mancomunada, para que retomemos una estrategia de cultura ciudadana como la que se implementó hace décadas: si la gente no tiene la posibilidad de salir a disfrutar la ciudad o un parque con tranquilidad, es imposible pedir que haya civismo y buen comportamiento de los habitantes. Este contexto condiciona la actitud de las personas, por lo que es necesario retomar medidas como las que tuvimos en istraciones pasadas, y así volver a sembrar en la gente la semilla de cariño y respeto por su ciudad.
Con lo que está pasando en el espacio público, hacer que la cultura y el arte lleguen a las calles, como pasa en tantas ciudades, es un esfuerzo fallido. La gente necesita de experiencias de exposiciones, de conciertos y de tantas expresiones de talento. En nuestra urbe así, y en las actuales circunstancias, es impensable llevar una muestra escultórica a un espacio abierto de la ciudad.
En nuestra urbe así, y en las actuales circunstancias, es impensable llevar una muestra escultórica a un espacio abierto de la ciudad.
Ni hablar de lo que ocurre con los monumentos, pues hemos perdido muchos en los últimos años por la desidia y el vandalismo. En otros lares, ir a visitarlos es un plan, no solo para los habitantes de una ciudad, sino para sus visitantes.
Ejemplo triste es lo que ha pasado con las estatuas de Isabel la Católica y Cristóbal Colón, ubicadas en la avenida El Dorado: se desmontaron para protegerlas de los vándalos y ahora están guardadas en la Estación de la Sabana, escondidas de la vista de todos, como si fueran una vergüenza.
¿Acaso perdimos la historia, por el derecho al olvido? ¿Perdimos el patrimonio, por lo que consideramos el cambio? ¿Perdimos el respeto al prójimo, a la ciudad y al espacio público, por lo que llamamos informalidad? ¿Perdimos el orden y la limpieza, por el derecho a la expresión con la toma de lo que no es propio? ¿Será que nos ganaron la batalla? ¿Aquella posibilidad de vivir en armonía, en tranquilidad, disfrutar del espacio público, es inalcanzable?
Es necesario y urgente que las autoridades tomen medidas para recuperar estos espacios y que haya una verdadera enseñanza para incentivar los buenos comportamientos ciudadanos, que hoy son tan escasos.
Un dato de cierre: este jueves 19 de enero se cumplió un aniversario más del fallecimiento del escultor italiano Césare Sighinolfi, creador de las estatuas de la reina Isabel y Colón. El artista falleció en Suesca hace cerca de 120 años, pues se vino a vivir a Colombia contratado por el Gobierno para impulsar una serie de obras y enseñar arte. Es un verdadero protagonista de la cultura y el patrimonio para nosotros. Lástima que tengamos que recordar a una persona que ayudó a embellecer nuestro espacio público en este contexto tan desalentador para el patrimonio y la cultura ciudadana.
CLAUDIA HAKIM
* Directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá