Estamos apenas en las primeras de cambio de este 2022, sobre el que tenemos puestas muchas expectativas, y por eso es necesario dejar claro cuál es, para mí, uno de los principales problemas que enfrenta el país hoy. Me refiero a la falta de cultura ciudadana, que viene quedando en evidencia de un tiempo para acá.
Tenemos que hablar del tema y enfrentarlo para que entre todos impidamos nuevos desmanes bajo el argumento progresista de combatir los íconos y las convenciones.
Muestra de ello es lo que ocurrió con la escultura en Los Héroes, ubicada en la calle 80 con avenida Caracas de Bogotá. Gracias a la feliz coincidencia con el inicio de obras del metro se logró derrumbar semejante estropicio, que había sido disfrazado de expresión artística. La herida queda hecha, pues ese era, sin lugar a dudas, uno de los monumentos de referencia para la cultura colombiana. Pero por las protestas quedó totalmente destruido y convertido en un sucio edificio sin sentido alguno. Claro que en el ambiente hay insatisfacción, pero eso no justifica ninguna barbaridad.
Por eso, hoy quiero retomar los principios de la cultura ciudadana, para vacunarnos contra esas otras formas de violencia. No se trata de maquillar el descontento, sino de ponerle curso civilizado.
Pertenezco a una institución educativa y cultural, por lo tanto, me preocupa mucho que se imponga de nuevo la insana costumbre de algunos de romper con todo para poder plantear sus ideas. Esa es la antítesis de la convivencia.
Hay que volver a hablar no solo de los derechos humanos, sino también de los deberes que tenemos como ciudadanos
La cultura ciudadana no es otra cosa que los valores que cultivamos para hacer amable la vida de todos. 2022 va a estar muy agitado. Los ánimos van a estar caldeados, pues la discusión política se va a crispar. ¿Por qué no hacemos un acuerdo sobre lo elemental, desde ya?; digamos que para plantear las ideas y ganar la aceptación de la gente no es necesario dañar todo lo que se encuentre al paso. Creo que ese sería un muy buen punto de partida para abordar la discusión sobre cualquier propuesta.
Pero es necesario ir más allá. La cultura ciudadana se refleja, en general, en el respeto de la ciudadanía en el espacio público. Y estos principios se ven desde la decisión de no arrojar basura en la calle o no colarse en el transporte público hasta la actitud frente a los íconos culturales, la propiedad ajena y el pensamiento de los demás.
Las grandes ciudades colombianas sufren por la falta de cultura ciudadana. En Colombia habíamos tenido casos exitosos, como lo logrado en Cali durante las décadas de los 70 y los 80, con un civismo que se volvió signo de distinción. En Bogotá, los esfuerzos de cultura ciudadana impulsados desde la istración Distrital de los años 90 hicieron que la ciudadanía reaccionara con solidaridad y tolerancia. Pero, más allá de otros dos o tres intentos en algunas ciudades, el tema quedó enterrado para la agenda pública. Simplemente no se volvió a hablar de esto, como si la libertad de expresarse o de protestar fuera el único tema digno de atención.
Tal vez eso se haya agravado por la pandemia, pues el confinamiento prácticamente nos quitó de la escena al otro. Estamos pagando eso de vivir tanto tiempo encerrados y por eso ahora estamos siempre en el límite de lo aceptable, cuando se destruye mobiliario público o los bienes de otros.
Ante esta crisis, es la hora de retomar los valores más básicos de la convivencia; hay que volver a hablar no solo de los derechos humanos, sino también de los deberes que tenemos como ciudadanos: no solo debemos referirnos al derecho a la protesta o la libertad de expresión, sino al respeto por lo ajeno y a la responsabilidad que tenemos cuando expresamos nuestro pensamiento. Si hay algo que necesita el país hoy es eso.
Va a ser muy difícil que Colombia retome algo de grandeza si no cambiamos nuestro actuar.
¡¡¡Sin cultura ciudadana no hay futuro!!!
CLAUDIA HAKIM
Directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá.