Decíamos ayer: es un cambio de era, nos derogaron los conocimientos y pensamos que con lo aprendido en el cercano pasado podemos reaccionar a las nuevas circunstancias. ¿Nos avasallarán la soberbia y la ingenuidad?
Los que creemos en una internacionalización con "rostro humano" consideramos que debería existir en el ámbito global una real liberalización del comercio de bienes y servicios, de las inversiones, del capital conocimiento (propiedad intelectual) y de la circulación de personas, con base en el respeto de los derechos humanos y los de la naturaleza.
Lo que está ocurriendo es exactamente lo contrario. El Gobierno de EE. UU. inició una espiral incontrolable que conduciría a la generación del caos. El proteccionismo se revive en su mercado interno vía los aranceles (hasta ahora México, Canadá y China) y, en el mundo, con las medidas que de inmediato tomarán estos países en reciprocidad. Se inicia la contracción del comercio mundial.
Pero esto va a escalar. La inversión extranjera directa norteamericana se encuentra en la actualidad con una seguridad reforzada en todos aquellos países con los que Estados Unidos han suscrito tratados de libre comercio, con cláusulas desequilibradas que favorecen a los inversionistas en detrimento de los Estados, lo cual significa una solución de controversias desigual en el marco de los tribunales de arbitramento internacionales.
En propiedad intelectual: todo lo contrario a la liberalización del progreso técnico y del desarrollo científico y tecnológico. Plazos de monopolio que implican ante la existencia de economías a escala, poder de manejo de los precios con abuso de posición dominante de mercado, sin que en contraposición existan normas multilaterales de control de la competencia desleal.
El tsunami recién comienza. ¿Y para cuándo una Latinoamérica unida?
El ejemplo más dramático es el papel que han jugado muchas de las multinacionales farmacéuticas que atentan contra los derechos fundamentales a la vida y la salud, especialmente en enfermedades de alto costo y los desarrollos para enfrentar las futuras pandemias.
La libre circulación de personas es absolutamente limitada, lo que prima es la migración ilegal. Míster Trump devuelve ciudadanos en esta situación a todos los países, muchos de los cuales son la base de su economía en mano de obra no calificada y de servicios. Al final, "un tiro en el pie" y si no les continuamos pagando los vuelos de retorno, será el colapso de su sistema de transporte aéreo.
Colombia tiene casi tres millones de migrantes de Venezuela, más de 7’000.000 de desplazados internos, 50.000 recientemente del Catatumbo. ¿Cuántos pueden retornar en los aviones norteamericanos? ¿100.000 al año? Bienvenidos. La dignidad no únicamente se recupera en un avión, se da en el país de origen asegurando que en su regreso tengan respeto por sus derechos fundamentales y a una inserción sostenible y productiva.
El principio de Naciones Unidas sobre la corresponsabilidad en la lucha contra el flagelo universal de la producción y comercialización de las drogas ilícitas hace tiempo que dejó de existir. Estados Unidos y otros reyes de la demanda pretenden que no fluya la oferta cuando su consumo aumenta sin control (ahora las drogas sintéticas), venden legal e ilegalmente las armas y los precursores químicos, fomentan la corrupción en sus sistemas financieros, lavan los activos y nosotros ponemos los muertos.
Qué pasaría si lo arancelario que es complejo, pero no lo sustancial, se escala hacia una denuncia de los TLC, del Nafta (Estados Unidos, México y Canadá), a los suscritos con casi toda Latinoamérica y Europa. Son solo seis meses que por las cláusulas de estos tratados se debe cumplir con los compromisos. ¿Cuál renegociación? Plantearla parece ingenuo.
El tsunami recién comienza. ¿Y para cuándo una Latinoamérica unida?