A pesar de todas las precauciones y acciones de la policía, los delitos menores en las ciudades, especialmente en Bogotá, no disminuyen y no disminuirán porque son excarcelables y porque son fáciles de cometer y porque no se puede poner un policía a cada ciudadano y porque los ciudadanos no denuncian, y no denuncian porque hacerlo se ha vuelto "un camello" y porque los ciudadanos creen que con denunciar no se logra nada.
¿Qué habría que hacer? Las acciones que se deben emprender son unas a mediano y otras a largo plazo. Comencemos por las acciones a largo plazo. Primero que todo, disminuir los índices de pobreza porque muchos delincuentes no cometen sus fechorías por malos, sino llevados del hambre y de la necesidad extrema de llevar comida a sus hijos, o sea que lo hacen por física necesidad no por maldad. A propósito, leí que el principal experto en oligarquías en el mundo dice que lo que menos interesa a los izquierdistas son los pobres. ¿Será verdad? Disminuir los índices de pobreza obliga a ejecutar grandes proyectos en materia de educación, de salud, de vivienda, de recreación y de ofertas de empleo.
Aclaro que ser pobre no significa ser pícaro. La gran mayoría de pobres son personas honradas que luchan diariamente sudando de sol a sol para sobrevivir y para llevar un bocado a sus hijos. Son personas que no ganan 42 millones como los parlamentarios.
Se debería cambiar la normativa de los delitos menores excarcelables.
Por otro lado, los grandes ladrones del país se encuentran muchas veces entre los más ricos y poderosos, los llamados de cuello blanco que van a cárceles especiales con muchas comodidades. Que van a las cárceles es un decir, porque poderosos y hábiles abogados logran muchas veces obtener para ellos boleta de absolución o una cómoda sentencia de casa por cárcel y de todos modos no se ven obligados a devolver al Estado las inmensas sumas de dinero robadas. Recuerdo a propósito la frase del barón de Rotschild, uno de los más poderosos banqueros de la historia, que decía: "Es imposible ser inmensamente rico sin rozar siquiera las puertas de la cárcel".
A corto plazo se debería cambiar la normativa de los delitos menores excarcelables. A diario sabemos de ladrones sorprendidos una y muchas veces robando celulares o carteras o espejos retrovisores de automóviles y dejados en libertad por ser delitos menores. Propongo que debería haber cárcel para ellos. Unas cárceles especiales en las que sean recluidos por un corto tiempo, y donde sufran el castigo normal que conlleva un encarcelamiento. Ya es hora, además, de que el Estado asuma el tremendo problema del inhumano hacinamiento que sufren los recluidos en las cárceles.
En vez de gastar dinero inoficiosamente creando embajadas para allí dar "coloca" a los amigos del Gobierno, se deberían construir cárceles más humanas y descongestionadas de las cuales al salir, por haber cumplido su condena, los presos no queden tan envenenados contra la sociedad y el Estado.
¿De dónde puede salir el dinero para construir nuevas cárceles? Como es natural, del presupuesto nacional y de la generosidad, patriotismo, caballerosidad y “honorabilidad” de los honorables parlamentarios que podrían aportar cada mes un milloncito de los 42 y más que devengan sudando y trabajando para nosotros en el sagrado templo donde se elaboran las leyes. No creo que sea demasiado pedirles. Un gobierno honesto podría también acudir a los empresarios y a los grandes ricos del país para que colaboren aportando generosamente algún "dinerillo" para la construcción de las cárceles, de ambas, de las ordinarias y de las especiales para delitos menores. Con toda seguridad los empresarios no se negarían a colaborar en esta patriótica empresa. ¡Ah! Debería acabarse el embeleco de casa por cárcel.